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Tuesday, November 22, 2005

Por los caminos del totalitarismo (V)

POLITICA
Por los caminos del totalitarismo (V)

Raúl Soroa

LA HABANA, Cuba - Noviembre (www.cubanet.org) - Mientras que antes de 1960 la economía soviética creció a ritmos superiores al 6% anual, en la década de los setenta lo hizo al 3% de media al año; en el período 1980 a 1985 al 2.7% y en el 89 el crecimiento llegó a ser nulo, si no negativo. El colapso del plan significó que en 1991 el Producto Interno Bruto (PIB) de la Unión Soviética cayó en un 17%.

Es decir, la economía soviética fue reduciendo sus diferencias, sin llegar nunca a alcanzarla, con la principal economía capitalista, la norteamericana, hasta la mitad de los setenta. A partir de ahí comenzó una desaceleración de su crecimiento que ahondó las diferencias con el mundo capitalista. La perspectiva de alcanzar a las economías capitalistas más desarrolladas se alejaba cada vez más. A mediados de los 80 el ritmo de crecimiento comienza a caer de forma absoluta.

Esta crisis económica provocó escisiones y divisiones en el seno de los grupos de dirección económica que luego se fueron ampliando a toda la burocracia. Durante toda la década de los 80 se fue desarrollando una lucha palaciega entre los diferentes sectores de la burocracia, pero es al final de esa década cuando se produce una lucha abierta en el seno de la burocracia estalinista, el enfrentamiento más duro desde los años 30. en el transcurso de esa lucha cada vez más capas de la burocracia fueron mirando al capitalismo como salida a la crisis económica. Vemos también cómo la aplastante mayoría de los nuevos dirigentes pro capitalistas de estos países sale de la antigua burocracia estalinista.

La burocracia se dio cuenta de que ya no podía seguir dominando de la misma forma que antaño. A comienzos de los 90 quedó claro que prácticamente todas las alas significativas de la burocracia en todos los países estaban abiertamente por la restauración del capitalismo. Esto no fue un proceso automático. Esta idea de reformas ya era defendida por un sector de la nomenclatura en tiempos de Brezhnev. Andropov intentó de hecho iniciar el proceso de reformas. Cuando Gorbachov se convierte en secretario general en 1985m ka KGB apoyó las transformaciones, que estaban destinadas a disminuir la corrupción e incentivar la producción.

En un principio, el ala de Gorbachov se apoyó en la clase trabajadora frente a los otros sectores de la burocracia. De hecho, Gorbachov, en un primer momento, despertó un enorme entusiasmo en la población. En aquellos años, muchos trabajadores faltaban al trabajo para no perderse los debates televisados del Parlamento soviético. Sin embargo, las medidas impuestas por Gorbachov no sólo no resolvían los problemas, sino que además dificultaban la actividad económica, acostumbrada a la corrupción y el mercado negro. La situación económica empeoraba. Pero no sólo hubo movimientos de la clase obrera en este período. También comenzaron los movimientos de masas en las nacionalidades.

Sin el control de la democracia, o incluso de los sindicatos como en las democracias capitalistas, la política industrial se llevó a cabo sin ninguna consideración por el enorme daño ecológico que estaba causando. La contaminación del aire y del agua devastó zonas enteras que ahora son demasiado peligrosas para ser habitadas. El Mar de Aral en Asia Central, que ha sufrido una erosión debido a la producción de algodón, es un monumento a la destrucción causada por los poderes ilimitados de la burocracia.

Desde los años 70 el desarrollo de nuevas tecnologías acrecentó la brecha económica entre los estados estalinistas y los países capitalistas avanzados. A pesar de que no había escasez de innovación científica, y la nueva tecnología era introducida en ciertos sectores económicos, especialmente en la industria militar, los osificados métodos burocráticos del estalinismo eran incompatibles con la introducción de forma generalizada de nuevos métodos científicos y nuevas técnicas de producción en la economía. Las empresas que luchaban por alcanzar sus metas de producción se resistían a introducir nueva tecnología, debido a las interrupciones que esto causaba durante el período de instalación de equipos, capacitación de trabajadores, etc. De esta forma, en la medida en que las tareas del desarrollo económico se hacían más complejas, el sistema entraba en una creciente parálisis e inercia. Esto explica el atraso en la mayoría de las ramas de la economía, el énfasis en la industria pesada que era altamente intensiva en el uso de mano de obra, y la dependencia de tecnologías desechadas hacía tiempo en Occidente.

El análisis conjunto del Banco Mundial y el FMI "Estudio de la economía soviética" (febrero, 1991) explica este problema: "Los incentivos para los gerentes de empresa para innovar, aumentar la eficiencia o mejorar la calidad de sus productos eran inadecuados o incluso perversos. Esto se debía en gran parte al imperioso énfasis puesto en el plan en alcanzar objetivos brutos de producción. La innovación y la búsqueda de técnicas más baratas generalmente causan una cierta interrupción en la producción mientras la nueva maquinaria es instalada, se capacita a los trabajadores y se prueban y desarrollan diferentes prácticas de trabajo. Pero el sistema de planificación que motivaba un mayor rendimiento, principalmente imponiendo metas cada vez más ambiciosas, no podía permitir que las caídas temporales de la producción de una empresa redujeran los insumos de las otras. Por otra parte, la típica recompensa a la innovación y eficiencia en una economía de mercado -precios más bajos, un mayor porcentaje del mercado, aumento de utilidades- era en general de poco o ningún interés para la empresa soviética, para la cual los precios estaban fijados de forma arbitraria, especialmente si el costo era quedar por debajo de su meta de producción (todas las bonificaciones están atadas a esta meta). Incluso en el caso de que un mejoramiento de la tecnología llevase a aumentar la producción en un año, el beneficio para la empresa sería muy limitado, ya que la meta para el año siguiente simplemente sería elevada en la misma proporción".

De esta forma, los intereses personales y la interacción de los diferentes estamentos y sectores de la burocracia se combinaban para bloquear los esfuerzos de la cúpula dirigente por aumentar la productividad aún cuando se ofrecían incentivos. Durante los años 80 la economía planificada estalinista comenzó a desintegrarse. Las metas arbitrarias y las directrices de los ministerios eran cada vez más irrelevantes. Los gerentes de empresas se veían obligados a salirse del plan para obtener la materia prima y la mano de obra esencial para mantener la producción. El acaparamiento a gran escala de stocks, materias primas y mano de obra era normal en la medida en que las empresas luchaban por sobrevivir. Las relaciones entre los diferentes sectores de la economía eran fijadas de forma creciente a través de un anárquico sistema de trueque en vez de ser organizadas de forma planificada y armónica. Debido al carácter complejo y multinacional de la economía soviética, la emergente rivalidad entre las burocracias nacionales socavó aún más el plan.

Esta situación creó una situación de desastre en la economía, un ambiente de caos que comenzaba a movilizar a las dormidas fuerzas obreras, sobre todo de las fuerzas más calificadas entre los trabajadores, que se percataban y sufrían el descalabro.

Muchos de los grandes logros de la economía soviética se habían obtenido mediante el empleo del trabajo intensivo de la mano de obra esclava, integrada por los prisioneros de los kontslager, el ferrocarril Baikal-Amur, las grandes explotaciones madereras y mineras de Liberia, el complejo de Dalstroi, el canal del mar Blanco, etc. Pero el trabajo esclavo no es rentable. Este sistema, además de insostenible, es inhumano. Las deformaciones que trajo en la sociedad soviética y los sufrimientos que provocó son imperdonables. Esta forma de trabajo duró hasta la época de Gorbachov, que logró ponerle fin.

Los síntomas del descontento afloraban por doquier, las costuras del sistema se deshacían por todas partes, un sordo rumor se dejaba escuchar entre las masas de obreros enajenados por años de estalinismo. El alcoholismo, la droga, la prostitución florecían en las ciudades y campos del paraíso proletario. Hambre, desabastecimiento, corrupción generalizada, desorden, caracterizaban a la URSS. El método de limpieza clasista implantado por Félix Edmundovich, el "hombre de hierro" de la Checa, por órdenes de Lenin y que era parte inseparable de la "manera de ser" del sistema, ya no podía contener el desborde de una sociedad hastiada.

Una parte importante de la burocracia comenzó a pensar en la necesidad de un cambio que salvase sus privilegios, y comenzó a contactar con los grupos de opositores que desde hacía años resistían heroicamente al régimen. Esta situación fue aprovechada hábilmente por la disidencia histórica y por los nuevos grupos formados entre los jóvenes intelectuales y obreros. Los contactos entre reformistas de la nomenclatura y la oposición se hicieron constantes y cada vez más sólidos. La nueva generación de tecnócratas del Partido Comunista, una parte importante de la burocracia y la disidencia se aliaron para derribar al aparato estaliniano, y pusieron fin a largos años de dolor y miseria. La humanidad respiró aliviada.

Los antiguos secretarios del partido se convirtieron en empresarios; los veteranos de la KGB, los administradores de las empresas socialistas, los ideólogos del comunismo se transformaron en capitalistas. Todos tenían una cuenta larga que saldar con su pueblo, pero nada era más importante que el cambio, al final. Como bien dijo Boris Yeltsin, ex presidente de Rusia -quien en su tiempo fuera un conspicuo comunista, secretario del partido en Moscú- quien esté libre de culpa que lance la primera piedra, parafraseando el texto bíblico.

http://cubanet.org/CNews/y05/nov05/22a8.htm

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