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Monday, December 26, 2005

Evo y el Tawantinsuyu

POLITICA
Evo y el Tawantinsuyu

Jorge Olivera Castillo

LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - Evo Morales ganó la presidencia de Bolivia. Ni fraudes, ni golpes de calle hubo en esta contienda electoral en que por primera vez un líder indígena llega a la jefatura del gobierno. Prevalecieron los mecanismos de la democracia, sin las distorsiones de la violencia.

Sin lugar a dudas, una victoria limpia, un ascenso de la izquierda que mira con recelo las estructuras institucionales de las cuales en este caso se valió para alcanzar el poder.

Considero, al margen de la relativa calma mostrada en el transcurso de los comicios, que Evo Morales dista de ser un demócrata. Su discurso apunta a la línea de flotación del estado de derecho. Las proyecciones de sus ideas desde que fundó el Movimiento al Socialismo (MAS), lo sitúan más cerca de Hugo Chávez y Fidel Castro que de Luis Inacio (Lula) Da Silva y Tabaré Vázquez.

Aunque entre sus planes figuran la mejoría de los sectores más empobrecidos, la austeridad estatal, la introducción de programas que favorezcan la educación y la cultura, entre otras encomiendas de corte social, en el fondo podría estar un hombre con obsesiones de convertirse en un caudillo como han acostumbrado a hacerse sentir en el continente latinoamericano durante los últimos 100 años.

Evo Morales forma parte de la vanguardia antinorteamericana y populista que intenta reformular la geopolítica en la región. Romper el balance de poder creando una especie de bloque a través de vínculos políticos y económicos apartados del tradicionalismo, que priorizaba los acuerdos con las entidades financieras internacionales, las relaciones con los Estados Unidos, las privatizaciones y el respeto a la institucionalidad democrática, es un fin que se estructura con la voluntad de los nuevos revolucionarios y la aquiescencia de la izquierda más recalcitrante en el ámbito regional e internacional.

Con la cercanía de una Asamblea Constituyente en el país andino, es casi seguro que el próximo año haya cambios en el texto de la Carta Magna que, por ejemplo, aprueben la reelección, hoy prohibida en mandatos consecutivos, y legitimen las nacionalizaciones que ya Evo anuncia como uno de los puntos en su agenda de gobierno.

La eliminación del latifundio, el combate contra la corruptela y la ampliación de los márgenes de participación popular, son acciones loables propuestas por el presidente, en ciernes, descendiente de la etnia aymará.

Habría que ver de qué manera se llevan a cabo tales iniciativas y si éstas no serían los pasos primarios en el camino a la consolidación de un autoritarismo.

Uno de los tantos motivos, muy probablemente el fundamental, que acentuará las divergencias con los Estados Unidos es la anuencia de Morales de persistir en el cultivo de la hoja de coca. Tal decisión podría crear las bases para el establecimiento de sanciones u otros castigos que redundarían en inestabilidad y desequilibrios de connotaciones extraregionales.

Son lícitos y plausibles los esfuerzos por extirpar de Bolivia la miseria y la postración en el amplio sentido de la palabra. Es oportuno recalcar que ambas realidades resultan en buena medida, de una historia de sucesivos golpes de estado y guerras con países vecinos.

Hay que seguir de cerca la evolución de Bolivia hasta el 2010, año en que debe culminar el mandato de Evo Morales, si no ocurren variaciones constitucionales que legitimen una extensión de los períodos presidenciales.

No creo que existan rectificaciones en los fundamentos del MAS. La apuesta es por la confrontación, el radicalismo y el desmantelamiento de las bases del capital para implantar, en concordancia con Chávez y su mentor, un modelo sin una clara definición ideológica, pero que ellos insisten en bautizar como socialismo.

En este caso es notorio el componente indígena, hecho que enrarece el escenario. Cerca del 50% de los habitantes de Ecuador y el 45% del Perú pertenecen a estos núcleos originarios. Tal densidad implica un peligro.

Atraídos por el éxito de Morales en Bolivia y receptivos ante su agitación emancipadora, pudiera generarse un movimiento, dispuesto incluso al uso de la violencia, con el propósito de tomar el poder. La izquierda ultra conservadora estaría tentada de usar esta gran concentración de indios para ir imponiéndose en este lado del mundo.

Evo no ha escatimado exhortaciones para crear la patria grande imaginada, en su época, por Simón Bolívar y el Tawantinsuyu, término utilizado en lengua quechua para designar el inmenso imperio de los incas. Razones sobran para preocuparse.

http://cubanet.org/CNews/y05/dec05/23a6.htm

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