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Monday, November 07, 2005

Mitos y realidades

SALUD PUBLICA
Mitos y realidades

Adrián Leiva

LA HABANA, Cuba - Noviembre (www.cubanet.org) - Antes de 1959 la Isla
contaba con servicios médicos superiores a los que en esos momentos
existían en diversas regiones del planeta. Pero aún así no alcanzaban a
toda la población cubana. Las instalaciones hospitalarias se
concentraban mayoritariamente en la capital de la República y en las
cabeceras de provincias o municipios de importancia. Los servicios
públicos eran básicamente ineficientes en las zonas rurales y más
intrincadas de las montañas.

Durante la primera etapa del actual gobierno comienza a realizarse una
masificación de los programas de salud pública. El primer paso fue la
suspensión de la privatización de este servicio social al ser
confiscadas las clínicas privadas. Se generalizaba así la gratuidad de
los servicios médicos asumidos por el estado. En esa época había unos 6
mil médicos en todo el país, para una población cercana a los seis
millones de habitantes. Al definirse el rumbo del sistema establecido
hacia el comunismo y comenzar las primeras crisis político económicas,
comienza la emigración y con ella se marcha casi la mitad de los galenos
cubanos. Otros serían encarcelados por sus ideas políticas.

Los nuevos planes estatales requieren de un personal calificado en
concordancia a los masivos proyectos para llevar el servicio sanitario a
todo lo largo y ancho del país. Por ello se ampliaron las capacidades en
las aulas universitarias y se habilitaron nuevas instalaciones docentes
para incrementar la matrícula de los futuros médicos y enfermeras. En
menos de quince años se incrementó la cantidad de camas por habitantes y
el índice per cápita de médicos crecía paulatinamente.

Para finales de la década del ochenta existían cátedras universitarias
de Medicina en las catorce provincias y Cuba no sólo cubría con sus
especialistas en salud las necesidades de su población, sino que comenzó
a prestar servicios en varios países, aportando la mayor cuota de ayuda
médica dentro de la Organización Mundial de la Salud.

Estos titulares contaban con el respeto de la población cubana, que
además de reconocer su esmero veían cómo ellos desarrollaban su vida
social junto al resto del pueblo, pasando por los mismos problemas y
vicisitudes. Su capacidad de entrega y vocación corría a la par con su
calidad técnica y profesional, siendo éste sin lugar a dudas el mayor
éxito obtenido en la formación del nuevo cuerpo de la salud cubana.

Sin embargo, no todo era perfecto en el sistema. Su talón de Aquiles
consistía en la deficiencia del estado técnico constructivo y la falta
de mantenimiento en las instalaciones, que contaban con décadas de
existencia.

Con la caída del campo socialista, Cuba perdió el subsidio económico
recibido de aquella región. Su apuntalado sistema económico comenzó a
deteriorarse por días, llegando a extremos límites de los que apenas ha
podido recuperarse, a pesar de las limitadas inversiones realizadas por
algunas compañías extranjeras.

Durante los años noventa salieron a relucir las deficiencias del sistema
de salud pública cubano. La falta de insumos, el mal estado de las
instalaciones, la falta de equipos médicos y la deteriorada alimentación
en los hospitales se agravaban con la carencia de importantes medicamentos.

Por otra parte, el explosivo costo de la vida perjudicó de manera
apreciable la imagen de los profesionales de la salud en Cuba. Sus
salarios relativamente altos en la etapa anterior, ahora se tornaron
insignificantes en comparación con las necesidades básicas a cubrir.

Algunos médicos abandonaron su trabajo para buscar mejor fortuna en el
prometedor sector turístico. Otros simplemente comenzaron a realizar
actividades más lucrativas, aún dentro del propio sector donde
trabajaban. Las renuncias de enfermeras, las peor retribuidas y las de
mayor carga de trabajo, iban en constante aumento, hasta hacer crisis en
el sector.

El gobierno se vio en la obligación de establecer cursos emergentes para
la formación de enfermeras y auxiliares de salud pública. El estado de
la mayoría de los hospitales del país presenta una visión poco agradable
y antihigiénica, haciéndose notar la falta de reparaciones y mejoras en
la calidad del servicio. Todos estos factores negativos inciden en la
inconformidad de la población.

La destinación del 10 por ciento del presupuesto nacional a la rama de
la salud resulta insuficiente y la calidad de los servicios continúa
disminuyendo, a pesar de que comparativamente al que existe en otros
lugares sigue siendo superior, por su masividad y no específicamente por
su calidad.

Para revertir tal situación el gobierno cubano necesita disponer de un
monto enorme de divisas, algo que su maltrecha economía hace casi
imposible. En la actualidad se desarrollan programas dirigidos
principalmente a la recuperación de policlínicos y a la apertura de
otros servicios de la salud en algunas zonas del interior, aunque se
viene trabajando en la reparación de diversas instalaciones
hospitalarias, pero a un ritmo muy lento.

Por otra parte, el envío de más de quince mil trabajadores de la salud
hacia Venezuela ha traído como consecuencia la escasez de personal
médico para dar servicio a la población en Cuba. La cantidad de
especialistas en esta rama que han aceptado ir al país sudamericano es
bastante alta, llegando a alcanzar miles los que esperan por el momento
de ser llamados para irse a esa nación. El trabajo ha recaído sobre los
que han quedado en sus puestos y el malestar entre la población se
acentúa ante la pérdida de calidad en el servicio.

Al mismo tiempo, se crean condiciones óptimas en el servicio médico a
los extranjeros en detrimento del servicio a los cubanos, lo cual está
causando una creciente crítica de la población hacia esa política del
gobierno cubano,

Entre los que acuden a los hospitales o consultas se escuchan con mayor
frecuencia voces críticas sobre las diferencias preferenciales que se
han ido estableciendo en la atención a los pacientes del país de
Bolívar, lo cual consideran una especie de discriminación en comparación
con el servicio que reciben los ciudadanos cubanos.

Una muestra de lo preocupante de la situación del sistema de Salud
Pública cubano se puede apreciar en las constantes sustituciones de los
titulares del ministerio. El Dr. Carlos Dotres fue sustituido por el
joven médico Damodar Peña, y éste a su vez por José Ramón Balaguer,
miembro del Buró Político del Partido Comunista y una de las figuras de
mayor jerarquía en la cúpula de gobierno en Cuba.

Disminuir el malestar dentro del personal de la salud no será tarea
fácil, al no depender solamente de la exigencia y disciplina en el seno
de la institución, sino de factores como los bajos salarios y la falta
de recursos, algo esencial con lo que no cuenta el gobierno: la
decepción de los profesionales y trabajadores del sector, que se ven sin
futuro..

Mientras tanto, la llamada mayor conquista del sistema socialista en
Cuba transita por un camino escabroso y su recuperación será más obra de
milagros que de hombres en la coyuntura económica actual. A su vez la
gratuidad del sistema de salud cubano de la que se han beneficiado
varias generaciones nacidas en la Isla se ha convertido en un derecho al
que no están dispuestos a renunciar sus ciudadanos. Son algunos mitos,
pero más que nada realidades que tendrán que tenerse en cuenta para
cualquier cambio futuro.

http://www.cubanet.org/CNews/y05/nov05/07a7.htm

1 comment:

Roberto Iza Valdés said...
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