La Habana Vieja y nueva
Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión
LA HABANA, Cuba - Noviembre (www.cubanet.org) - Toda imagen necesita de ciertos signos que la apuntalen en la memoria. Así ocurre con La Habana. Desde su nacimiento sobrenombrada como la Reina del Nuevo Mundo, la Llave del Golfo, la Perla de las Antillas o el París de América a principios del siglo XX. Luego, fue La Habana de comercios bien abastecidos y climatizados, donde la necesidad de comprar llegó a constituir casi un pasatiempo.
Más tarde, la ciudad desdeñó los rasgos de cosmopolitismo y frivolidad al tono de la Quinta Avenida norteña para cubrirse de discursos, marchas y concentraciones populares. La imagen de La Habana nocturna y embelesadora de los sentidos dio lugar a la imagen de una ciudad rebelde e inquieta.
A punto de arribar al aniversario 486 de su fundación, la ciudad muestra una imagen mucho más compleja que la ofrecida en catálogos y guías para turistas de una semana.
Generalmente, La Habana turística comprende el llamado Casco Histórico y la zona más conspicua del Vedado, conocida como La Rampa, un amplio plano inclinado de asfalto, detenido sólo por las olas marinas que baten en el Malecón.
Sin embargo, en la actualidad, La Habana latente y real hay que ir a buscarla en el Cerro, en Santos Suárez, en Lawton, en La Ceiba, Pogolotti, La Lisa, La Palma, Alamar, San Agustín. La Ciudad se ha extendido tanto que se encuentran habitantes que no conocen muchas de sus calles y barrios.
Sobre todo esto ocurre con los jóvenes. La Habana Vieja es un emporio de establecimientos gastronómicos y tiendas, pero sus ofertas son asequibles solamente para quien posea pesos "convertibles" (moneda nacional equivalente a divisa). Lo mismo ocurre con sus similares del Vedado y Miramar.
Por tanto, emprender una aventura por esos sitios, únicamente vale la pena si los bolsillos están forrados de pesos CUC. También significa correr el riesgo de tener que responder a las preguntas de cualquier policía que pretenda demostrar que un simple paseo esconde la intención de sonsacar la atención de un o una turista con fines más bien no culturales.
Otro factor que afecta a buena parte de los habaneros en la actualidad es el del transporte público. La escasez de vehículos de transporte público obliga a millones de pasajeros a invertir bastante tiempo en trasladarse de un lugar a otro. De esta manera es un factor que alienta el desestímulo a ir de paseo.
En consecuencia, la vida del barrio se ha reavivado. Para peor: la desidia y el aburrimiento tiñen el horizonte de muchos jóvenes que no está más allá de los límites de la barriada donde habitan.
Si en los folletos destinados a turistas La Habana mantiene una imagen de ron, música y fogosas mulatas; y si en los video-clips musicales criollos los muros carcomidos por la inercia y la falta de mantenimiento después de tantos años sirven de tristes bambalinas a la performance de excelentes músicos y al gracioso movimiento de las bailarinas, hay una Habana que respira y vive a otro ritmo.
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