2007-04-27.
Pedro Álvarez Peña
¿Habrá llegado? Deben ser las cuatro menos diez de la mañana. Pronto
entraremos en la hora de los lobos. Entre las cuatro y las cinco de la
mañana, precisamente antes del amanecer. La mayoría de las personas
mueren y una gran cantidad de niños ven la luz por primera vez durante
la misma.
Es la última hora del día cuando no deberíamos estar despiertos. De
estarlo, por pesadilla o mal sueño, sería por que en la cabeza algo nos
da vuelta que no está bien. A esta hora nada funciona pues los ciclos
del cuerpo están fuera de función. El inconsciente ha tomado el poder y
solo de sonámbulos caminaríamos.
Empero para el que está despierto entonces es mejor persuadirse de ello
y si sale de la cama no sonánbulear por ahí para después estar diciendo
que dormía o caminar haciéndose el dormido a ver qué pasa o dicen los
que lo ven.
Si no estamos soñando en este momento o apaciblemente desacoplados del
mundo, por algo será evidentemente. Qué no hemos resuelto los problemas
y todos están despiertos. Los que nos observan de lejos, los que nos
admiran sin merecerlo, los que nos quieren de veras, nosotros mismos,
todos en vela sin pegar ojo.
Y ahora no deberíamos tomar decisiones pues la probabilidad de que
salgan mal las cosas es muy alta pero no tendremos otra solución. Se
hace lo que se puede, se tiene lo que se merece, han dicho, en
definitiva no vengo a juzgar a nadie. Estoy despierto como ustedes en
esta hora fatídica y como parte de ello quiero hablar, quisiera que no
muera ella también.
He escuchado y leído últimamente mucho de que determinados valores son
muy de nosotros: soberanía, independencia y resistencia y yo me pregunto
por qué tienen que inventar nuevos argumentos para justificar nuestros
males y tratan de llevar nuestros problemas al plano exterior al
contexto donde ellos pueden aplicar sus parámetros ideológicos al asunto.
¿Quién de los despiertos es independiente? ¿Quién es el soberano? ¿Hasta
cuándo vamos a seguir resistiendo? Todos los que estamos con esta
pesadilla de mal sueño somos dependientes. Los tres elementos de la
soberanía: Territorio, pueblo y poder desgraciadamente no están bajo el
mando de una institución o sistema; ellos los tienen.
Y de resistir tal vez es lo que más tenemos que hemos aguantado este
insomnio tanto tiempo, pero luchar contra el sueño no es rentable, ni
saludable. Se puede resistir de mal forma también, creo lo hemos hecho y
nuestros observadores románticos han malinterpretado esto pensando que
dormimos despiertos como gatitos cuando los lobos andan sueltos.
Solo juntos podremos vencer este manto del éter que perturba nuestro
sueño. El lobo feroz que aúlla incansablemente aún no es manso, ni
doméstico, sino bravo e imperioso. La manada con él no nos dejará dormir
como no han dejado en casi cincuenta años, no veo porque cambiarían; así
que no nos llamemos engaño, ni confiemos en esos bohemios románticos que
solo quieren apuntarse puntos a su tarjeta, ganar en labia y
posibilidades para ellos.
Nuestro sueño es nuestro, nadie lo debe premeditar o modificar. Los que
nos quieran ayudar que lo hagan de buena forma y no sólo con palabras,
de estas tenemos bastante. Los hechos hablarán más. Los lobos tienen
recursos que no escatiman en utilizar para molestarnos.
Antes de que acabe esta hora y un nuevo día alumbre tratemos de pensar
claramente para que mañana en la madrugada no estemos de nuevo
despiertos y los lobos vuelvan a merodear.
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