2007-04-27.
Alejandro Tur Valladares, Periodista Independiente, Jagua Press
Si usted está aprendiendo para dictador y desea en poco tiempo
desarrollar todas sus potencialidades dormidas, deberá seguir las
siguientes recomendaciones:
Primera regla.
Usted no puede mostrar su verdadero rostro; recuerde que el
totalitarismo tiene la cara fea. Póngase una cara de demócrata y diga
para confundir frases como estas: "Yo no soy comunista, mi gobierno es
tan verde como las palmas" o, "¿Armas para qué?
Segunda regla.
Controle los medios de difusión masiva, especialmente la radio y la
televisión. Gracias a ello podrá dar discursos maratónicos que se
transmiten en cadena por todas las frecuencias y llevar a los receptores
pasivos la promesa mesiánica de fascismo, perdón quise decir del
comunismo. Eso sí, las promesas siempre tienes que proyectarlas hacia el
futuro y jamás enmarcarlas dentro de una fecha para su cumplimiento.
Tercera regla.
Divida. Esta regla consiste en dividirlo todo; el planeta, la nación, el
pueblo, la familia y hasta el propio individuo, estimule en el la doble
moral. De esta manera nadie logrará ponerse de acuerdo para combatirlo,
ni siquiera el individuo que está en conflicto consigo mismo.
Cuarta regla.
Sea como el camaleón. No importa que usted ayer haya dicho que la hierba
es verde, si hoy esto le perjudica, déjelo. La memoria de los pueblos es
bien corta y difícilmente encontrará quien le señale su falta de
principios. Además recuerde que usted tiene la capacidad de
reinterpretar la historia cada vez que se le antoje. Si por una
casualidad alguien con memoria de elefante le reclama, para que están
las porras y los calabozos.
Quinta regla.
Rompa con las desigualdades. Esta regla es muy importante. En su
gobierno no puede haber ricos y pobres. Hay que ser equitativos y
convertir a todos en pobres. Usted se sacrificará y se quedará con las
riquezas de los acaudalados, con ella podrá comprar el favor de los
súbditos, malgastar en utopías y complacer sus caprichos.
Sexta regla.
Reprima. En este punto tiene que poner mucho cuidado, más de un dictador
desaprobó esta materia. No puede actuar como un vulgar rufián. Su
represión tiene que poseer un estilo refinado, una tecnología de punta.
Atrás quedaron los días en que se sacaban las uñas y los ojos. Eso sí,
la técnica que aplique tiene que impactar. Por ejemplo: Puede hundir un
remolcador y decir que fue un accidente, puede mandar a derribar unas
avionetas civiles y decir que eran terroristas o, pueden meter en la
cárcel a un poeta y plantear que como recibía premios y reconocimientos
internacionales, era mercenario de otro estado adversario.
Séptima regla.
Búsquese alguien que lo mantenga. Un buen totalitario es como un
proxeneta político, utiliza sus encantos para que otro lo mantenga. Eso
sí, no se case con uno solo, pues una vez que se percate: "que le sale
más caro que un hijo bobo en España", lo abandonarán a su suerte. No
intente nunca autofinanciarse, está demostrado históricamente que los
regímenes totalitarios no son rentables ni eficientes.
Octava regla.
De mucha instrucciún, mas nunca enseñe a pensar. Mientras más
capacidades técnicas posean los súbditos y menos cívicas, mejores
esclavos son. Prográmalos como a tu ordenador, enséñales que son
máquinas y que las máquinas no se salen del programa a los estudiantes,
deberás convencerlos de que en sus materias está toda la verdad
contenida, por lo que no es necesario que se cuestionen o indaguen más
allá; además estará prohibido pensar.
Novena regla.
Desarrolla poderes hipnóticos. Te capacitarás en la ciencia del
ilusionismo. Así lo que es una derrota lo harás ver como una victoria,
lo que es amoral lo aceptarán como correcto, al amigo lo verán como
enemigo y al enemigo como aliado. Si no puedes convencer, al menos confunde.
Décima Regla.
Búscate un enemigo y si no lo tienes invéntalo. Esta es la regla de oro.
Tener un enemigo es tan conveniente que no se concibe a un gobierno
totalitario que no lo posea. Cada vez que la situación dentro del país
se ponga tensa por tus errores e incapacidades, menciona que hay amenaza
de guerra, saca los tanques a la calle y verás como distraes
magistralmente la atención. Si la cosecha prometida no se cumplió
siquiera a la mitad, no te preocupes, dirás que el enemigo no te quiso
vender el abono, que creó una plaga para destruir la cosecha o que
ejerció fuertes chantajes sobre la naturaleza de modo que está no
favoreciera el cultivo. Finalmente háblale a tu pueblo de lo
catastrófico o infernal que es el sistema enemigo, así podrán comprender
lo dichosos que son al tener un país como este y un líder como tú.
Estas reglas han probado su eficiencia durante décadas, síguelas al pie
de la letra y no invente, a los dictadores no les es dado crear.
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