Jueves, Octubre 27, 2011 | Por Augusto Cesar San Martin
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Con la emisión de las
licencia de trabajo por cuenta propia, los vendedores ilegales de la
Avenida Carlos III, en el municipio Centro Habana, invadieron las
amplias aceras. De escurridizos se convirtieron en exponentes de la
nueva política gubernamental.
La Plaza de Carlos III, uno de los mercados más grandes del país, quedó
rodeado por las ofertas de los cuentapropistas que intentan competir con
el monopolio estatal. Muebles, electrodomésticos, oro, fotos, celulares,
artículos de fiesta, mariscos y la demandada mercadería que importan
los "trapo-traficantes", como les llaman a las personas que traen en sus
equipajes ropa extranjera comprada en los pulgueros del mundo, para
vender en Cuba.
Pero como nuestro Estado está tan poco acostumbrado a la competencia, la
aglomeración de vendedores en las aceras de la avenida provocó el
operativo gubernamental. Los policías fueron asistidos por inspectores
integrales, creados para la ocasión, que basándose en las regulaciones
urbanas del Departamento de Planificación Física, sacaron a los nuevos
comerciantes de la calle.
No obstante, los cuentapropistas consiguieron regresar. Valiéndose de
permisos de arrendamiento, rentaron a sus dueños los portales de las
viviendas ubicadas en la avenida. Cinco dólares diarios pagan los
vendedores a los dueños de las casas por el derecho al espacio para
vender. De esta forma legalizaron una de las zonas comerciales más
lucrativas de La Habana.
-Aquí siempre se vende- expresa Ángel Reyes, uno de los vendedores de
portal.
-Lo malo es el calor, y la incomodidad, porque la mercancía está
mezclada sobre la mesa y no se exhibe bien- aclara Laura, otra vendedora.
Frente a la ferretería del mercado de Carlos III, los vendedores
privados se apoderaron de un área creada por el derrumbe de un edificio,
donde venden, a menos precio, artículos obtenidos posiblemente en el
mercado negro.
Según las autoridades, se estudian los espacios ociosos en las ciudades
para proceder a la construcción de bazares o sitios de venta donde
concentrar a los vendedores por cuenta propia. Supuestamente también
están considerando arrendar a particulares los locales comerciales
ociosos o subutilizados.
Mientras el gobierno analiza los espacios que ofrecerá a los
cuentapropistas, estos se abren por si mismos el camino que obstruye la
burocracia. Aun el Estado tiene muy poco que vender en sus locales,
sigue renuente a cederlos a la iniciativa privada.
Los cubanos que quieren dedicarse al comercio reducen sus viviendas y
dedican parte de ellas para vender, o se apoderan de los únicos espacios
permitidos hasta el momento: sitios de derrumbes, portales y callejones.
Definitivamente, el gobierno no muestra disposición a arrendar a los
cuentapropistas espacios que reúnan las condiciones para su trabajo, en
los centros comerciales estatales. Los espacios en los centros
comerciales que operan en dólares son rentados solamente a firmas
extranjeras y no pocas de estas corporaciones obtienen los locales
mediante influencias. Ave del Paraíso, una empresa perteneciente a la
ex esposa de uno de los hijos del fallecido comandante Juan Almeida se
expande por la red comercial del Estado.
Arréglenselas como puedan parece ser la premisa de la apertura económica
con que supuestamente pretenden salvar al socialismo. Todo indica que,
mientras no convenga lo contrario al gobierno, los cubanos interesados
en el comercio por cuenta propia, no pasarán de ser vendedores
callejeros tolerados a regañadientes.
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