Las agendas del ALBA
Raúl Rivero
Madrid 30-10-2011 - 7:34 am.
Constantes bolivarianas: lucha contra la libertad de expresión, argucias 
electorales y reescritura de las leyes.
El predidente ecuatoriano Rafael Correa, durante la Feria del Libro de 
LIma. (AP, 27 de julio)
El núcleo duro de los países fundacionales de la Alternativa Bolivariana 
para las América (Alba) tiene en la agenda de trabajo tres puntos 
obligatorios para garantizar su permanencia en el poder. Aquí están: 
reprimir a sus oponentes, acosar y matar de una vez la libertad de 
expresión; desplegar un abanico de trampas y argucias para controlar los 
procesos electorales; y reescribir documentos legales como si fueran 
cartas privadas.
En Cuba se efectuaron en septiembre más de 500 arrestos por motivos 
políticos. En estos días, con la muerte repentina en La Habana de Laura 
Pollán, la líder de las Damas de Blanco, como telón de fondo, se ha 
reforzado y extendido la violenta maquinaria policial. Para quienes 
conocen la realidad cubana es la ofensiva oportunista de una guerra 
destinada a tratar de eliminar a la oposición pacífica interna porque 
sus protestas y reclamos tienen cada día más resonancia en toda la 
geografía del país.
El Gobierno de Venezuela, por su parte, le impuso una multa de dos 
millones de dólares al canal privado GloboVisión para sacarlo del aire 
mediante la quiebra financiera. Este canal ha sido el centro del ensayo 
de Chávez para acabar con el pluralismo informativo y la libertad de 
prensa, aunque la censura ha cerrado o suspendido otros medios como 34 
emisoras de radio, numerosos periódicos y semanarios.
Cada jefe totalitario es un mundo rico y misterioso. De modo que, 
después de Cuba, es Ecuador el país donde la censura es más vigorosa. Si 
Chávez impuso una multa de dos millones a una televisora, Rafael Correa 
consiguió que a los ejecutivos de un diario de su país le pusieran otra 
de cuarenta millones. Además, condenaron a tres años de prisión a un 
periodista y se vio obligado a salir al exilio.
Daniel Ortega le da los toques finales a las triquiñuelas para su 
reelección en los comicios del 6 de noviembre. Evo Morales, en La Paz, 
le ordena a sus abogados que arreglen las leyes para pacificar a los 
indígenas indignados.
Así amanece con los fundadores del Alba. Unos gobernantes con las 
estacas en la mano y las celdas de castigo preparadas. Otros, con las 
cachiporras bajo la camisa, convertidos en ases de la maroma para que no 
se pueda ver el trazo de los cuchillos en sus asaltos a las bases de la 
democracia.
 
 
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