Conociendo el brazo poderoso (y largo) que se manda el gobierno de los 
hermanos Castro, Rodríguez Rivera ejerce su crítica orgánica sin 
despegarse demasiado de las bases y como exige el general: en el lugar y 
el momento adecuados.
Rolando Cartaya, especial para martinoticias.com 28 de octubre de 2011
A instancias de la revista digital católica Espacio Laical, el académico 
y ensayista oficialista cubano Guillermo Rodríguez Rivera ha escrito un 
artículo sobre algunos males de la prensa oficial cubana, al tiempo que 
suscribe algunos estribillos de esa misma prensa.
La crítica no se ha publicado aún en Espacio Laical ni apareció esta vez 
en la web de la UNEAC, donde Rodríguez Rivera publicara un memorable 
análisis sobre el desastre que significó para el país la Ofensiva 
Revolucionaria de 1968.
Según él mismo explica, ese portal, después de la publicación de una 
crítica a la corrupción en las altas esferas por parte del académico 
Esteban Morales, que le valió la expulsión, luego sólo corregida a 
medias, del Partido Comunista, "se ha cargado de una prudencia que está 
a un paso del temor".
En su lugar Rodríguez Rivera ha preferido publicar a la sombra 
protectora de su amigo, el trovador también oficialista Silvio 
Rodríguez, en su blog Segunda Cita.
Conociendo el brazo poderoso (y largo) que se manda el gobierno de los 
hermanos Castro, Rodríguez Rivera ejerce su crítica orgánica sin 
despegarse demasiado de las bases y como exige el general: en el lugar y 
el momento adecuados.
Así, aunque cualquier coincidencia con personajes vivos es pura 
coincidencia, recuerda que fue Stalin, un maestro en descontextualizar, 
quien impuso a la prensa socialista en el poder las normas de 
sobrevivencia de la prensa socialista clandestina esbozadas por Lenin. Y 
de ese modo la primera se convirtió en la reina del secretismo y el 
decir lo menos posible, bajo una ley no escrita  según la cual las 
noticias no existen hasta que sean aprobadas por la autoridad pertinente
Según el autor, los partidarios del "secretismo" han tratado de hacer 
creer que a una revolución no le hace bien airear lo negativo de su 
ámbito, pero a su juicio, los males deben conocerse para poder 
combatirlos y eliminarlos. Eso sí, agrega Rodríguez Rivera,  se precisa 
que la caracterización de lo mal hecho se realice con honestidad y 
precisión, dos conceptos que no precisa y que son susceptibles de muchas 
interpretaciones.
Acerca de otro argumento del secretismo, el invocar la unidad  de la 
revolución para ocultar el mal manejo de una administración o cualquier 
hecho de la vida civil, dice el intelectual cubano que pervierte 
peligrosamente y devalúa un principio sagrado, porque se le está usando 
para ocultar lo mal hecho y así, se le hace cómplice de ello. La defensa 
de la Revolución y de la patria no es la defensa de las administraciones 
que funcionan mal, deslinda el escritor santiaguero. Y a continuación se 
alínea del lado del general y contra la burocracia que se resiste a los 
cambios.
Más adelante, Rodríguez Rivera menciona, sin dar el santo y seña, un 
problema más medular de la prensa oficialista, al disculpar a quienes 
trabajan  en los que llama "órganos informativos cubanos" por su 
complicidad en el silencio que hacen estos "órganos"ante muchas 
realidades negativas.
Razona el autor de "Receta de cocina del amor" que la autocensura es 
casi siempre la consecuencia de la censura. "Cuando a un periodista le 
rechazan continuamente sus artículos críticos -dice-- termina por 
aprenderse la lección: la dirección del periódico no quiere que se hagan 
esas valoraciones, así que lo mejor es ni escribirlas, porque estoy 
obligando a los jefes a censurarme y, no sólo lo harán, sino que además 
me culparán de ello. No dice Rodríguez Rivera que, como sí ha plasmado 
Eduardo del Llano en su cortometraje Brainstorm, los jefes de esos 
periodistas oficialistas también tienen que esperar en muchos casos para 
publicar una noticia anodina por orientaciones "de arriba", y que 
prefieren no jugar ni con la cadena porque le tienen terror a la ira del 
mono.
Un terror del que está impregnada la crítica de Rodríguez Rivera cuando 
entre dardo y dardo se alínea con el general culpable que culpa de sus 
errores y los de su casta a la burocracia; cuando llama régimen 
derechista y violador de derechos humanos al gobierno democrático de 
Sebastián Piñera en Chile; cuando afirma que el pueblo de Cuba "ha 
sabido asumir a fondo profundos sacrificios" y está hondamente 
identificado con "nuestra" revolución. Cuando decide decir algunas 
cosas, pero no, que el emperador, está desnudo.
http://www.martinoticias.com/noticias/Una-aterrada-critica-sobre-el-terror-132775998.html
 
 
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