Espíritu de connivencia con culpables y criminales
La prensa oficial cubana sigue siendo "candil y de la calle y oscuridad 
de la casa"
Iván Hernández Carrillo, Colón (Matanzas) | 31/10/2011
Llevo varios días accediendo a un ejemplar del periódico Granma. Algo 
casi imposible para una parte considerable de los lectores del municipio 
de Colón, en Matanzas, dado las poquísimas suscripciones que Correos 
pone a disposición de la población de esta localidad.
Asombrado, me reacomodé en el sillón donde revisaba el ejemplar 
correspondiente al lunes 10 de octubre, cuando al llegar a su página 5 
sobresalía por el color marcadamente oscuro de sus letras el siguiente 
titular: "¡Silencio, presos en huelga de hambre!".
De forma automática, pensé en mi amigo Marcos Antonio Román Llanes, 
preso político en la penitenciaría provincial de Holguín. Ese mismo día 
me había comunicado vía telefónica que había iniciado una huelga de 
hambre, a la que puso por nombre "Que cese la impunidad". Con esta 
protesta, Román Llanes exige al Gobierno de Cuba que ponga fin a la 
brutal ola represivo-violenta dentro de las cárceles y contra los 
pacíficos activistas prodemocráticos en ciudades de nuestro país. 
Rápidamente, del asombro pasé a la consternación: el artículo era un 
espaldarazo a quienes, según el periodista Leandro Maceo Leyva, cerraban 
una segunda semana en huelga de hambre en California, Estados Unidos.
Leandro expone que los reos protestan contra el confinamiento solitario 
y los castigos padecidos por décadas, y recalca que aún esperan porque 
sus demandas sean atendidas y se difunda la penosa rutina carcelaria que 
padecen.
Créanme, la pena que siento por Leandro es inmensa. En la exposición me 
deja ver su grado de compromiso con quienes nos oprimen y, como 
resultado, ignora lo que han vivido y viven parte de los cubanos, 
aquellos a los que el Gobierno revolucionario ha destinado a una 
cualquiera de la miríada de cárceles diseminadas por todo el territorio 
de nuestra otrora bella isla caribeña.
Otra vez tengo la oportunidad de comprobar cómo la prensa autorizada a 
circular para los que vivimos aquí y quienes están autorizados a 
redactarla, dan validez al calificativo de que son candil de la calle y 
oscuridad de la casa, al callar las aberraciones que desde el poder han 
caracterizado al Gobierno de La Habana desde el año 1959.
Silencian las insuficiencias de un Gobierno que se caracteriza por la 
intolerancia, los excesos de poder, las ausencias de derechos y 
libertades, el irrespeto a la Carta Universal de Derechos Humanos, así 
como la demagogia y la autocracia.
Ser periodista cubano y escribir un artículo en Cuba sobre cómo viven 
los presos en cárceles de otro país mientras se hace oídos sordos ante 
lo que sucede en las prisiones de la Isla, es contar con una conciencia 
similar a la de los tiranos, es activar la pluma para flagelar a 
nuestros hermanos y olvidarse de la realidad de los presos en Cuba.
Los periodistas oficiales hacen caso omiso de denuncias como la 
realizada por el preso Ernesto Gómez Machado el pasado 28 de septiembre, 
a través de la reportera independiente Dania Virgen García, en el sitio 
Cubanet, sobre una revuelta por falta de atención médica a presos en la 
prisión de Canaleta, en la provincia de Ciego de Ávila. Gómez Machado 
dio cuenta también de la huelga de hambre que realizaba el prisionero 
Marniel Hernández Alarcón, quien ingirió alambres el 17 de ese mes, dos 
días después se tragó una aguja de coser y el martes 20 engulló una 
cuchilla de afeitar para exigir a las autoridades carcelarias que le 
faciliten atención médica. Hizo público además que el reo Yurisan 
Mormojena se había cosido la boca y mantiene desde el pasado 17 de 
septiembre una huelga de hambre en ese penal avileño donde el teniente 
coronel Ricardo Pérez Díaz sentenció: "Hasta que revienten no van a 
tener atención médica".
Actuar así no podemos inscribirlo como una falta de ética profesional. 
Nos encontramos ante una enfermiza falta de sensibilidad humana, de amor 
a los nuestros; ante un desmedido espíritu de connivencia con los 
culpables y criminales que aún gobiernan la nación. Esos que dan la 
espalda sin pudor a sus hermanos en uno de los momentos más críticos de 
nuestra historia patria. ¡Que Dios interponga su mano misericordiosa!
 
 
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