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Sunday, September 02, 2007

NICOMEDES PÉREZ, EL AGRICULTOR

NICOMEDES PÉREZ, EL AGRICULTOR
2007-08-31.
Oscar Espinosa Chepe, Economista y Periodista Independiente

La Habana, 31 de Agosto, de 2007. Semanas atrás, la televisión cubana
mostró un reportaje sobre la vida y los resultados del trabajo del
campesino camagüeyano Nicomedes Pérez. Se trata de un hombre que hace
unos 11 años se trasladó con su esposa Lourdes Velicot al campo desde
la capital agramontina, para iniciar una nueva vida en un área rural.

La tierra obtenida estaba incultivada y llena de malezas. Pero este
hombre la ha convertido en un verdadero vergel con su ardua labor, según
pudo apreciarse en el reportaje televisivo.

Hoy trabaja 8,75 hectáreas, sembradas de 6 500 matas de guayaba, 1 300
de aguacates, 20 000 de plátano, y otras de guanábana, níspero y
chirimoya, una fruta desconocida por la mayoría de los cubanos
actualmente. En su finca La Piedra, este pequeño agricultor entregó más
de 20 000 quintales de viandas, vegetales y frutas al Estado en 2006, y
para el presente año ha realizado un compromiso de entrega de 21 000
quintales (un quintal equivale a 100 libras, aproximadamente 46
kilogramos). Paralelamente, tiene una pequeña industria de producción
de conservas; cría peces de agua dulce llamados clarias, y pletórico de
entusiasmo se prepara para iniciar la producción de tilapia roja, un pez
de mayor calidad, entre otros proyectos.

Los éxitos de Nicomedes Pérez se repiten por otros campesinos, que en
sus pequeñas extensiones de tierra son altamente eficientes, a pesar de
la carencia de recursos y las trabas burocráticas impuestas por el gobierno.

En estos momentos, el sector cooperativo campesino, conformado por las
Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) y productores individuales
dispersos, más las Cooperativas de Producción Agrícola (CPA), poseen
sólo el 27,0% de la superficie agrícola del país al cierre de 2006,
mientras realizan el 65,0% de la producción agropecuaria nacional, de
ello tabaco 95,0%, carne porcina 71,0%, viandas y tubérculos 60,0%,
hortalizas 62,0%, maíz y frijoles 88,0%, frutales 60,0%, entre otros.

Al mismo tiempo, los campesinos particulares, agrupados fundamentalmente
en las CCS, con el 18,2% de la superficie agrícola, únicamente tienen
ociosa el 5,4% de esa área. Las CPA, constituidas mediante la unión de
las tierras y medios de producción de campesinos, gestionan el 8,8 % de
la superficie agrícola, pero por lo regular con considerable menos
eficiencia que las CCS y otros campesinos privados, a causa
esencialmente de los obstáculos creados por el intervencionismo estatal.

En una situación muy distinta se encuentran las tierras estatales
agobiadas por una improductividad sumamente alta, con más de un millón
de hectáreas ociosas, las cuales representan el 21,5% de la superficie
agrícola administrada. Entre las instituciones estatales, se
encuentran las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC),
creadas burocráticamente en 1993, hoy con una superficie agrícola de
2,5 millones de hectáreas distribuida entre 1541 unidades, de las cuales
sólo el 44,0% eran rentables a finales de 2006. Las UBPC se caracterizan
por la falta de autonomía, dificultades con la capacidad de compra,
crónico déficit financiero para acometer inversiones, poca garantía de
recursos y excesivos cobros por parte de las empresas suministradoras,
entre los males que las han asfixiado desde su creación.

Adicionalmente existen en el área estatal 2,3 millones de hectáreas de
superficie agrícola administradas por diversas instituciones, también
caracterizadas por el alto índice de ineficiencia, entre lo que se
destaca un 26,0% de tierra ociosa.

El problema de la improductividad no sólo responde al 1,2 millones de
hectáreas de tierras baldías, especialmente estatales, según
estadísticas oficiales, sino también está presente en las áreas de
pastos naturales (35,2% de la superficie agrícola total), en gran parte
cubiertas por malezas a causa del abandono existente durante años. A
este tétrico cuadro se suman los bajos rendimientos en las áreas
cultivadas, resultante en una producción agropecuaria endeble, y que
actualmente se importe en Cuba el 84,0% de los alimentos necesarios en
la canasta básica de la población, de acuerdo con cifras oficiales.

De los datos anteriores puede apreciarse que mientras el sector privado
agrupado fundamentalmente en las Cooperativas de Créditos y Servicios
(CCS), a pesar de todos los problemas y obstáculos que afrontan,
constituye la fuerza más dinámica de la agricultura cubana, el sector
estatal se caracteriza por ser altamente improductivo y un saco sin
fondo donde se pierden los recursos. Por tanto, se llega a la
conclusión de la necesidad de un reordenamiento de la propiedad agraria,
que podría comenzar por la entrega en propiedad de las más de un millón
de hectárea de tierras ociosas existentes a personas que deseen ponerlas
a producir. Asimismo, deberían desviarse los recursos actualmente
entregados al sector estatal hacia esos nuevos agricultores a través de
políticas crediticias creativas.

De aplicarse esa política, en un período relativamente corto los campos
cubanos florecerían, como lo lograra Nicomedes Pérez en su finca La
Piedra, con beneficio para los esforzados agricultores y para todo el
pueblo cubano que podría disfrutar de abundantes alimentos a precios
accesibles. En adición, la economía se libraría de la importación anual
de más de mil millones de dólares en productos agropecuarios
absolutamente obtenibles en su mayoría por nuestros hombres de campo.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=11381

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