Monumento al odio
José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba - septiembre (www.cubanet.org) - Amparada en esa 
camándula que suelen calificar como "imparcialidad noticiosa", otra de 
las agencias de prensa extranjera con sucursal en Cuba vuelve a barajar 
la historia con palabras que (queriéndolo o no) le garantizan la 
complacencia del régimen.
Ahora fue Reuters, cuya corresponsal, al dar a conocer la apertura en La 
Habana del nuevo museo de los llamados Comités de Defensa de la 
Revolución (CDR), vulgariza las cosas (ojalá que no mañosamente) 
reduciendo el origen de este siniestro engendro dictatorial como una 
"respuesta a una ola de sabotajes con bombas atribuidos a Estados Unidos".
Entre datos adulterados, que deja caer como al desgaire, y verdades a 
medias, haladas como el clásico pescado para la sartén del poder, la 
reportera afirma que los CDR "forman parte de la cultura 
revolucionaria". Da cuenta sin salvedades de que más de 8 millones de 
cubanos engruesan la lista de sus miembros, cuya afiliación, dice 
Reuters, "no es obligatoria". Y cita además la frase de una habanera que 
parece haber declarado (aunque no se puntualiza si con orgullo o con 
vergüenza): "Nosotros tenemos el sistema de vigilancia más impresionante 
que existe en el mundo"
En el juego de la imparcialidad camandulera, esta agencia asevera en su 
reporte que "algunos cubanos, sin embargo" ("algunos" dice, y puntualiza 
"sin embargo") ven a los CDR "como un instrumento de control social". Al 
mismo tiempo (des) informa que "Cuando Castro transfirió sorpresivamente 
el poder a su hermano Raúl tras ser sometido a una operación de 
emergencia, los CDR reforzaron inmediatamente sus patrullas".
Asimismo, asegura el informe que en la actualidad los más de 8 millones 
de cederistas (97 por ciento de los ciudadanos del país mayores de 14 
años, "están al frente del proceso electoral que comenzó este mes y que 
deberá concluir a comienzos de 2008 con la elección de un nuevo Consejo 
de Estado".
De lo que no da cuenta esta agencia desde su corresponsalía en La Habana 
es de que los CDR, aparato diseñado para el atropello del pueblo 
mediante el pueblo mismo, obra de una fría mentalidad tiránica que lo ha 
utilizado a su exclusivo antojo, sembrando la desconfianza y la división 
entre familias, amigos, vecinos, e instituyendo la delación como 
instrumento represor casi perfecto, representa hoy por hoy uno de los 
más aberrantes y bochornosos monumentos levantados al odio durante el 
siglo XX.
Tampoco dice algo tan conocido y tan a la vista como que en los días que 
corren, este "impresionante sistema de vigilancia" ha quedado reducido 
punto menos que a una maquinaria obsoleta y con los mecanismos podridos, 
tan fosilizada y a la bartola como el cerebro que le dio vida.
Al parecer, no tuvo oportunidad de averiguar la reportera que la inmensa 
mayoría de los jóvenes que viven en la Isla no sólo evaden ocupar cargos 
de responsabilidad en los CDR, sino que de hecho ni siquiera asumen en 
la práctica sus funciones como simples miembros activos, por más que no 
dejen de ser inscriptos en la organización apenas cumplen la edad de 
rigor, ya que se trata de su alternativa para no sumarse a la lista de 
los sospechosos y vigilados. Pero en la concreta, no vigilan, no 
denuncian, no hostigan, no escarban en las interioridades ajenas, no son 
colaboradores gratuitos de la policía, ni se aprovechan de la impunidad 
que abiertamente les otorga el régimen por la proeza de ponerle 
zancadillas al prójimo.
Aún más, sean jóvenes o viejos, resulta extraño hallar aquí a un solo 
integrante (o responsable de base) de esta organización que no compre 
productos alimenticios robados, no hable mal del gobierno, no realice 
negocios oscuros, no participe en marañas menores o mayores, o no 
incurra en violaciones que supuestamente debieran prevenir y combatir.
En cualquier barrio de la Isla resulta común que las personas sujetas a 
vigilancia o investigación estén al corriente de lo que se trama contra 
ellas, justo porque son alertadas por algún que otro dirigente cederista 
que ha tenido acceso oficial al cocinado. De modo que por una parte 
cooperan con las autoridades y por la otra se congracian con el 
infractor de la Ley, sea real o presunto.
Curiosamente todo esto también ha escapado a la agudeza de la reportera 
de Reuters, quien, por otro lado, o sea, por el mismo, afirma en su 
reporte que los CDR "cobraron cierto protagonismo" combatiendo el robo, 
el consumo de drogas y la prostitución, a la vez que acredita a esta 
organización el surgimiento y sostén de las tétricas Brigadas de 
Respuesta Rápida.
Sin embargo, no hubiese necesitado averiguar mucho para enterarse de que 
estas brigadas no organizaron nunca sus tropelías al nivel de los CDR, 
sino que son manejadas desde más arriba, mediante el Partido Comunista, 
el Ministerio del Interior y unas pocas instituciones que están en la 
primera línea de fiabilidad para el régimen, y que además de aportar 
ellas mismas el grueso de la piara, se dedican a reclutar fuerzas en 
centros de trabajo, sobre todo en aquellos en que a los empleados les 
interesa conservar sus prebendas, así que resultan sensibles a ser 
situados en la coyunda de responder al violento "llamado de la 
Revolución" para no perder el empleo.
Por lo demás, la "guardia cederista" no es sino otro de los globos que 
se inflan aquí, ya que nadie cubre en la práctica, aunque se refleje en 
el papel, las horas de vigilancia nocturna que debiera corresponder 
sistemáticamente a cada miembro. La única verdad palpable es que el robo 
con fuerza y otras linduras en cuyo enfrentamiento (según Reuters) 
sobresalen los CDR, han continuado prosperando en la Isla como los 
melones sobre estercolero, no desde la década de los 90, sino desde 
mucho antes, y justo en los horarios de mayor "vigilancia".
Y no es que estemos restándole gravedad a la orden diabólica que dispuso 
la formación de esta parafernalia coercitiva para que el pueblo cubano 
se acorralara a sí mismo. De lo que se trata para el caso (el de una 
agencia de prensa con prestigio internacional y con gran tirada), es de 
aclarar puntos en torno a la pertinencia (o aunque sea a la elegancia) 
de informar con objetividad, no más pero no menos.
En cuanto a los llamados Comités de Defensa de la Revolución, parece 
difícil que a estas alturas de la historia quede una sola inteligencia 
honrada que, bien sea desde cerca o desde lejos, se niegue a 
conceptuarlos como lo único que realmente son: un engendro inhumano, 
ideal para servir el miedo a domicilio y para inyectarle inseguridad y 
dependencia al ciudadano, toda vez que nos deja sin refugio y sin 
defensas aún para las proyecciones más íntimas.
Pero entre lo dicho (por Reuters) y este hecho media un largo trecho. Y 
es algo que está a tiro de ojo. Aún para aquellos a quienes no les 
conviene verlo.
 
 
No comments:
Post a Comment