Publicado el 09-27-2007
Cambio en Cuba: El ingrediente esencial
Por Julio Estorino
El tema del paso de Cuba a la democracia, la transición hacia el estado 
de derecho, el cambio, en fin de cuentas, es el más absorbente en lo que 
a la Isla toca en los tiempos presentes. El ocaso de Fidel Castro, más 
allá de partes médicos, y el extendido deterioro de la situación del 
país en todos sus aspectos, han dado nuevo impulso a la ponderación de 
algo que sí podemos considerar como "destino manifiesto": la 
reivindicación de los derechos del pueblo cubano, que habrá de llegar, 
más tarde o más pronto.
Muchos observadores y analistas de la situación cubana –yo entre ellos- 
se han detenido a considerar los barruntos y las insinuaciones de la 
necesidad de cambios en la casi totalidad de la vida nacional que 
recientemente han producido notorios miembros de la nomenclatura 
castrista, cuyas cuasi-propuestas se presentan invariablemente, por 
convicción o para protección, como "cambios dentro de la revolución". 
Algunos, por otra parte, han destacado cómo, en las calles y plazas 
donde antes eso mismo se susurraba cautelosamente, cada vez más cubanos 
de a pie hablan desenfadadamente y en tono crítico de la ineficacia del 
gobierno, la ausencia de derechos que padecen ellos mismos y, también, 
de la necesidad de cambios.
No se puede ignorar, además, que el hacer ver lo imprescindible de los 
cambios, y la concientización al respecto, ha sido una tarea paciente y 
constante de organizaciones del exilio y, heroica muchas veces, de la 
disidencia interna, ambas factores clave en cualquier ecuación de cambio 
real en Cuba.
Sin embargo, llegado el momento, todo esto pudiera quedarse en frases 
huecas, tácticas de entretenimiento, o intentos inconexos incapaces de 
llegar a buen puerto, si no aparece en la generalidad de la población 
una voluntad de cambio que canalice la necesidad de cambios. Esa 
voluntad de cambio es el ingrediente esencial para que el cambio se 
produzca, y crecerá a la par que crezca la certeza de que tal cosa no se 
puede esperar de nadie: ni de los "americanos", ni, mucho menos, de los 
propios castristas y solamente si, además, se hace evidente para los más 
que no existe para ellos la posibilidad de abandonar el país. A mi 
entender, solamente esa conjunción de circunstancias, que lleven al 
convencimiento generalizado de "tenemos que cambiar esto, porque nadie 
lo va a cambiar por nosotros, no podemos seguir viviendo así y, además, 
no podemos irnos de aquí" sumará los millones de descontentos a los más 
importantes agentes de cambio, que son los disidentes.
¿Se aproxima ese momento?... Yo no lo sé, pero, por lo que pueda tener 
de indicativo, creo que debiéramos anotar un par de hechos recientes:
En Santa Clara, este 24 de septiembre, alrededor de 40 activistas de 
derechos humanos y familiares del prisionero político Carlos Luis Díaz 
Fernández, que estaban protestando frente a la prisión conocida como "El 
Pre", donde éste se encuentra encarcelado, decidieron hacer una caminata 
hasta el parque "Leoncio Vidal" en el centro de la ciudad, lugar donde 
está situada la radioemisora provincial CMHW. Según lo narra el 
periodista independiente Guillermo Fariñas, la caminata terminó con un 
"plante" de los activistas frente a la emisora, mientras que Marilín 
Díaz Fernández y Lázaro González Adán, hermana y cuñado respectivamente 
del prisionero, entraron a las instalaciones, y conminaron a los 
periodistas y funcionarios estatales presentes a denunciar los abusos 
que se cometen en la prisión "El Pre", en la misma manera en que 
denuncian abusos en las prisiones de Abu Ghraib, en Iraq, y en la de la 
Base Naval de Guantánamo. Marilín y Lázaro fueron expelidos 
violentamente de la emisora, pero se sentaron en la calle, junto al 
resto de los manifestantes, interrumpiendo el tráfico al tiempo que 
coreaban consignas anticastristas. Fueron todos rodeados por unos 80 
miembros de una Brigada de Respuesta Rápida, quienes los empujaban y 
apedreaban, pero, a la vez, comenzaron a confluir allí, de acuerdo a 
Fariñas y otros activistas, tal cantidad de villaclareños que ellos los 
calculan en varios miles, los cuales, en su gran mayoría, mostraban 
solidaridad con los opositores.
Así las cosas, la Sección General de Inteligencia de la Seguridad del 
Estado en Villaclara hizo llegar allí tres autobuses, dentro de los 
cuales fueron forzados a subir los manifestantes, según sus lugares de 
procedencia, ya que había en el grupo opositor habaneros y camagüeyanos, 
además de los propios villaclareños. Para sorpresa de todos, los 
activistas fueron transportados a sus hogares respectivos y, hasta el 
momento en que escribo estas líneas, unas 36 horas después de ocurridos 
los hechos, no habían sido detenidos ni encausados.
Mientras esto ocurría en Santa Clara, en La Habana, el mismo día 24, 
festividad de Nuestra Señora de las Mercedes, advocación con la cual se 
honra a la Virgen María como "liberadora de los cautivos" y una de las 
más populares entre los católicos, así como entre los seguidores de los 
cultos afrocubanos, 38 mujeres pertenecientes a las Damas de Blanco, 
familiares todas de presos políticos, así conocidas por vestir de ese 
color para las actividades públicas con las cuales desafían al régimen 
reclamando la liberación de sus cautivos, realizaban una caminata de 
aproximadamente cuatro kilómetros por lo más céntrico de la capital. Con 
flores en sus manos y en sus bocas el reclamo de la liberación de sus 
familiares, salieron de Neptuno 963, donde vive Laura Pollán de Maseda, 
portavoz del grupo, pasaron por lugares tan concurridos como el Parque 
de la Fraternidad y llegaron hasta la Iglesia de la Merced, abarrotada 
de público por la celebración, donde participaron de la misa, al igual 
que hacen todos los domingos en otra iglesia, la de Santa Rita, en Miramar.
La diferencia estuvo en lo largo del trayecto recorrido y en las vivas 
muestras de solidaridad recibidas de parte del pueblo. "Miles de 
personas -dijo la siempre ecuánime Laura- se acercaron a nosotros para 
apoyarnos". La manifestación se disolvió tan pacíficamente como comenzó.
El porqué de la actitud de las fuerzas represivas está libre a toda 
interpretación. Lo verdaderamente importante está en el apoyo 
impresionantemente explícito y numeroso manifestado por la población a 
los opositores, a los agentes del cambio, tanto en Santa Clara como en 
La Habana. Sin dudas, tiene que llover mucho para que los mansos 
afluentes se transformen en torrentes, desemboquen en un río, y este se 
desborde arrolladoramente. Tal vez ha comenzado el aguacero y, si en los 
meses de lluvia que todavía faltan, no aparece en el camino un éxodo 
masivo, pudieran, por fin, romperse los diques.
 
 
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