2007-08-31.
Dr. Darsi Ferrer, Director del Centro de Salud y Derechos Humanos "Juan
Bruno Zayas"
La Habana, 29 de agosto, de 2007. El manejo del tema cubano y del futuro
de la Isla, por más que se diga lo contrario, demuestra la evasión de
responsabilidades de la mayoría de los actores implicados -internos y
externos- y la superficialidad con que se afronta la triste realidad que
sufre la Nación, en la actualidad bajo seria amenaza de un trágico final.
Ya la política hacia Cuba encabeza la lista de prioridades de los
candidatos a la presidencia de EE.UU. Unos prometen dar pasos en
dirección de normalizar las relaciones entre ambos gobiernos y eliminar
las restricciones a las remesas y viajes familiares, condicionado a
gestos positivos de las autoridades del Régimen. Otros aspirantes
presidenciales abogan por mantener la política dura y las restricciones
para socavar la tiranía de los Castro.
Promesas que se realizan invocando la LIBERTAD Y DEMOCRACIA para el
oprimido pueblo. Aunque en verdad, aparentan estar más relacionadas con
la obtención de votos imprescindibles en el camino a la silla
presidencial. Hasta ahora, las anteriores experiencias indican que una
vez en el cargo la estrategia consiste en vivir de la retórica y de
retoques en el maquillaje.
En la culta Europa también muestran preocupación por la suerte de los
cubanos. Una vez al año representantes de los países que integran la
Comunidad se reúnen para debatir qué hacer con las medidas contenidas en
la Posición Común. Incluso, España a título individual declara los
beneficios de su estrategia de acercamiento, basada en la política de
"diálogo estructural", "diálogo constructivo", "la no injerencia en los
asuntos internos"….
Claro, esos políticos no pueden ocultar sus verdaderos intereses: la
protección de las millonarias ganancias que tienen en Cuba sus
empresarios. La cadena hotelera SOL-MELIÁ y demás inversores europeos
gozan de total impunidad en su Continente, donde nadie les aceptaría ni
de juego practicar el oprobioso apartheid y contratar mano de obra
esclava, mientras en la Isla sus millones de ingresos netos se obtienen
de su papel cómplice en la política oficial de excluir a los nacionales
de sus instalaciones y de explotar a obreros en condiciones de esclavitud.
Antes de la caída del muro de Berlín, el Régimen se mantuvo
parásitamente del subsidio sistemático enviado por la ex Unión
Soviética. Ahora subsiste en gran medida por los petrodólares del
socialismo del siglo XXІ y las facilidades de créditos del creciente
mercado Chino. Es en extremo difícil de entender para los cubanos la
reiterada alusión de políticos de todos los bandos acerca de la tesis de
"no injerencia en los asuntos internos del país".
A raíz del agravamiento de la salud del Sr. Fidel Castro se adoptan
distintas posiciones en la arena internacional. El Comandante Chávez y
sus satélites se inmiscuyen y apuestan por consolidar la sucesión del
poder y, por tanto, apuntalan la supervivencia de la Tiranía. Para ello
no escatiman en brindar su efectivo apoyo político y económico.
En cambio, el gobierno americano desea para Cuba la apertura democrática
y el desmembramiento del totalitarismo. Circunstancias que no justifican
su principal esfuerzo, o sea, evitar a toda costa un éxodo masivo que
desestabilice la Florida. Evento para el que se preparan e implementan
acciones de todo tipo desde hace meses. Tal preocupación deja fuera la
puesta en marcha de un plan de contingencia a ejecutar para evitar un
baño de sangre en la Isla.
Ante las evidentes señales de inestabilidad en Cuba muchos exiliados
acarician la idea de venir a las costas para sacar a sus familiares.
Acción individual que no parece ser una solución real, pues cabe dudar
que los cerca de 3 millones de cubanos radicados en el exterior tengan
la más mínima posibilidad de materializar la comprensible aspiración.
Dado el demostrado amor a la Patria del Exilio y su innegable compromiso
con la suerte de sus hermanos de la Isla una opción concreta a seguir es
cerrar filas y valerse de su potencial para apoyar totalmente al
aspirante a la presidencia de los EE.UU. que proponga levantar de una
vez el Embargo, eliminar las restricciones a los viajes y remesas
familiares y, además, abolir los Acuerdos Migratorios. Solución que
resulta definitiva para despejar la incertidumbre sobre el futuro
inmediato y el generalizado miedo a un holocausto tropical.
Constituye un error fatal insistir en valoraciones por separado y fuera
de contexto del Embargo y el Acuerdo Migratorio. Se impone la
consideración de los fines y objetivos comunes que dieron lugar a la
aplicación de ambas políticas, para tener una dimensión certera de sus
resultados y consecuencias. Y, además, sería la fórmula para evitar que
prime el criterio de quienes toman posiciones sobre esos asuntos,
basados en intereses particulares que se alejan de los fines y objetivos
originarios.
El Embargo, aunque incide maniatando en muchas operaciones económicas al
Régimen, a quien afecta directamente es a la desamparada población, que
sobrevive a duras penas sumida en la miseria. Representa la
justificación ideal y recurrente de las autoridades de la Habana para
responsabilizar al "Imperio" de todos los males engendrados por el
fracaso del modelo impuesto al pueblo. Ese manejo de la culpa, donde por
supuesto el Régimen es el David que enfrenta a Goliat, manipula y
aprovecha a su favor el sentimiento antiamericano, así como brinda
reconocimiento a las causas contrarias a los EE.UU.
La concesión al Régimen de un mínimo de 20 mil visas anuales de entrada
a territorio americano, que por estos días reclaman su cumplimiento ante
la opinión pública, funciona como válvula de escape para aliviar la
tensión social. La esperanza de salir del país hace años es vista por
los cubanos como la vía de solución a los graves problemas que
confrontan y, por tanto, contribuye a la enajenación y a la inacción de
la sociedad.
El Régimen se encarga meticulosamente de que no se beneficie ni un solo
opositor de esas salidas. Sólo se les otorgan visas a aquellas personas
que mantienen un comportamiento sumiso y obediente a su política. Los
afortunados del Acuerdo Migratorio generalmente son personas
"ejemplares" en su comunidad, que participan en todas las tareas
revolucionarias y funcionan con su actitud como soporte y estructura de
la Tiranía.
Debajo de la aparente "estabilidad" en Cuba subyace una gran tensión
social determinada, entre otros factores, por la acumulación de
problemas crónicos para los que el Sistema no tiene remedios y por la
desesperación de muchas personas marcadas por las consecuencias de una
vida sin esperanza. El uso de mecanismos represivos y la implantación
del terror hasta ahora han sofocado el descontento popular, pero de
continuar el deterioro de la situación llegará el momento en que
perderán su eficacia y la capacidad de control social.
La falta de perspectivas para una salida a la crisis cubana lleva a
prestigiosos analistas políticos, de modo inconsciente unos y otros
malintencionados, a tragarse el anzuelo del Régimen, que en su
estrategia de supervivencia urge de ganar tiempo, y confunden la
realidad con sus aspiraciones. Al menor de los Castro, heredero de la
corona, lo visten con el traje de pragmático, organizado y de posible
reformista, es decir, apuestan a que la alternativa para Cuba saldrá
solo de las altas esferas de la Tiranía, sin despreciar en sus
especulaciones las variantes de luchas intestinas entre facciones del
poder y la posibilidad de un golpe de estado.
Al revisar la historia de los últimos 60 años es fácil observar que no
hay un solo mártir en la familia de los Castro, ni siquiera heridos en
combates. Tampoco hay un Castro en edad laboral que no se desempeñe en
selectos cargos de la élite gobernante. Son propietarios de la mayor
parte de las riquezas del país y disfrutan de todos los privilegios,
junto a un pequeño grupo de elegidos, a costa de las privaciones del
resto de la población. De los miembros de esa "celebre" familia el
pueblo cubano solo tiene la opción de esperar la postergación de las
calamidades y sufrimientos. Basta de tergiversaciones.
Cuba vive una etapa definitoria. El colapso del sistema totalitario
quedó en evidencia con el deterioro de la salud del gobernante
vitalicio. La falta de legitimidad y de reconocimiento de los sucesores
tras el traspaso de poder obliga al malabarismo de decretar secreto de
estado la enfermedad del Sr. Fidel Castro y a que el general Raúl asuma
la función de administrador, sin atreverse a ocupar oficialmente la
presidencia del país.
Las indefiniciones y ambivalencias alcanzan el colmo de existir un doble
discurso en la política dirigida a las relaciones con los EE.UU. En lo
que el Sr. Fidel hace gala de su odio visceral a los americanos, a
quienes injuria y ofende frecuentemente en las "reflexiones" que
supuestamente escribe, el Sr. Raúl va por tres ocasiones en las que
invita al diálogo al gobierno de los EE.UU., mientras persiste en la
máxima establecida de no permitir ninguna negociación entre cubanos y de
aferrarse al fantasma político del "Máximo Líder" para dirigir el
destino de la Nación.
Actualmente, la amenaza de que cualquier evento inesperado influya en
las tensiones existentes y actúe como detonante de un estallido social
es una realidad innegable. Tómese en cuenta los efectos de un huracán,
una epidemia de dengue o alguna arbitrariedad policial. Situaciones que
podrían conducir a la anarquía y a la ingobernabilidad, en un país donde
desde hace años se cultiva la cultura del odio. En tales circunstancias
todos los cubanos serían perdedores pero los más afectados serán los del
grupo en el poder, a quienes las personas identificarían como los
principales culpables.
Dilatar la búsqueda de una solución definitiva a la crisis reinante en
el país implica que cada día miles de padres sufran por acostar con
hambre a sus hijos, centenares de ancianos desvalidos mueran
desamparados, miles de jóvenes tengan necesidad de prostituirse para
atenuar sus carencias, miles de compatriotas languidezcan en centenares
de prisiones -antros de tortura y destrucción-, y millones de cubanos
sufran las terribles consecuencias de la exclusión y la desesperanza.
Es hora para los cubanos Todos de desterrar el exilio de sus vidas, la
separación de las familias, el odio, la venganza, la desidia. Se impone
que los exiliados, militares, funcionarios del gobierno, opositores, el
pueblo en general, juntos prioricen los sentimientos patrióticos, por
encima de diferencias o pretensiones políticas e ideológicas. El
compromiso con la Nación exige la responsabilidad de evitar que se
lamenten desgracias mayores a las sufridas. Actuar de otro modo, más que
una conducta criminal, es simplemente injustificable.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=11379
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