2007-09-11.
Elías Amor Bravo, Economista ULC, Valencia
Según Leire Pajín, secretaria de Estado de Cooperación Internacional del
gobierno socialista español, "el reestablecimiento de la cooperación
española con Cuba no se supeditará al avance del régimen en materia de
derechos humanos, porque su objetivo es expresar la solidaridad del
pueblo español directamente al pueblo cubano".
Cito textualmente esta frase de la mandataria socialista porque, en mi
opinión, no refleja de forma adecuada, lo que el pueblo español piensa
en estos momentos con respecto al régimen de Fidel Castro, ni mucho
menos, se corresponde con el sentido de la amplia mayoría de la sociedad.
Otra cosa es que ante la visita anunciada para finales de este mes a La
Habana para abordar en la comisión mixta de cooperación España Cuba, la
Sra. Pajín quiera resultar simpática a los dirigentes del castrismo, y
se descuelgue con este tipo de mensajes.
Tiempo habrá de analizar si el enunciado de política formulado se
corresponde con la pertenencia de España, como miembro de pleno derecho,
a la Unión Europea. Quizás no resulte necesario recordar a la Sra. Pajín
que la política europea hacia Cuba exige, precisamente, lo que ella deja
de lado: avances concretos en materia de derechos humanos. Pero esta es
otra cuestión.
La Sra. Pajín cree conocer de cerca lo que la sociedad española piensa
actualmente con respecto al régimen de Castro, y expresa ese objetivo de
"solidaridad con el pueblo cubano". A mi me parece justo lo contrario.
Lo que el ciudadano español piensa del castrismo es aburrimiento,
desinterés y la pérdida de confianza en los valores de un sistema
político que, sin lugar a dudas, tuvo sus defensores a ultranza, incluso
en época de Franco. Nada que objetar, si se piensa que muchos españoles
contemplan a Castro como lo que es, un dictador inmovilista que se muere
lentamente en su lecho, sin que sea capaz de aportar alguna solución
para el drama cotidiano de miles y miles de cubanos.
Por supuesto que el español se siente solidario con el cubano. No me
cabe la menor duda. Ya el dirigente del PP, Manuel Fraga, apuntaba en
muchas ocasiones a los "lazos de familia" para entender el marco,
siempre controvertido, de las relaciones entre España y Cuba. Los
cubanos en España han podido desarrollar de forma plena sus vidas,
profesiones, objetivos y ambiciones, muchas veces con la admiración y el
apoyo de los vecinos, con los que existe una gran proximidad de
pensamiento y acción.
Pero, inferir de ahí, que el pueblo español por una mal entendida
solidaridad, acepta cualquier política de cooperación con el régimen
castrista, es un error. Los ciudadanos españoles que pagan con sus
impuestos el 0,7% que España destina al soporte y ayuda a otros países,
a través de la agencia que dirige la Sra. Pajín, no van a aceptar de
buen grado que una parte de sus aportaciones se canalice a financiar las
actividades del aparato represor e ideológico del partido único en la
Isla. Por mucho que lo intente, y no creo que la Sra. Pajín pueda ser
tan incrédula, los avances en materia de derechos humanos en la Isla,
lejos de producirse en los últimos tiempos, han ido precisamente en la
línea contraria, la del retroceso. Las cárceles cubanas, una extensión
de la realidad cotidiana de la Isla, están mas llenas de presos
políticos que nunca.
Presos políticos que sufren malos tratos, palizas, presiones, ataques
personales, aislamiento y que ven cómo sus familias y amigos se ven
obligados a mendigar por la libertad en la clandestinidad, a ver cómo
día a día, se abren nuevos cauces de apoyo a sus carceleros, mientras
que ellos son olvidados. Presos políticos que merecen nuestro respeto,
nuestro apoyo, aliento y estímulo, porque desde la expresión de la
dignidad cívica, plantan cara a sus represores y luchan en condiciones
de inferioridad, porque Cuba sea democrática y libre.
No creo que esa la política de solidaridad que quiere el pueblo español
hacia Cuba sea la que plantea la Sra. Pajin. Me permito darle un
consejo: está usted a tiempo de revisar sus planteamientos y
metodología, ya que su ministro, en su momento, no atendió a razones. No
hay forma de alcanzar a la sociedad civil en Cuba por medio de la
cooperación y la ayuda, porque el sistema fagocita y anula cualquier
iniciativa o proyecto que abra vías de apertura.
Los mecanismos de espionaje, control y coerción que utiliza el
castrismo, han servido para que la acción, sin duda altruista, de
ayuntamientos, comunidades autónomas, ONGs, universidades, etc., en los
últimos años, haya ido dirigida a las arcas de esos sectores sociales
que viven de los privilegios políticos de la cercanía al poder omnímodo
comunista. Ya es tiempo de reflexionar. Es el momento de no hipotecar
más el futuro de España en las relaciones con una Cuba democrática, que
respete los derechos humanos, el pluralismo y las libertades. Una Cuba
que se abre paso, que no admite vuelta atrás y que es el gran reto para
quiénes están al frente de los programas de cooperación.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=11540
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