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Wednesday, September 19, 2007

Mendigos autorizados

SOCIEDAD
Mendigos autorizados

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El llamado "período
especial", puesto en vigor en Cuba tras el desplome del campo
socialista, obligó a muchos ancianos cubanos a salir a las calles en
busca del sustento. Aquellos que vivían en Habana Vieja, por ejemplo, se
pusieron las botas con la llegada de los turistas extranjeros que
visitaban esa parte de la capital, por ser precisamente la de más valor
histórico.

Entonces nos acostumbramos a ver al anciano octogenario con aspecto de
loquito y piel negra esforzándose en marcar unos pasos de guaguancó en
las calles Obispo y Aguiar, para que los turistas le echaran unas
monedas en el sombrero, pero sobre todo, a las abuelas, negras y
mulatas, con sus sayones de floripondios, collares, ramitos de
hierbabuena detrás de las orejas y el cabo de un grueso tabaco entre los
labios, moviendo los hombros y la cintura al compás de la música de
algún establecimiento comercial, o echando las cartas y los caracoles,
sólo para recibir unas monedas. También se sabe que las hay con otras
ocupaciones. Por ejemplo, las ancianas que le buscan una linda joven a
un extranjero solitario, o sirven de guía para llegar a un buen paladar
o restaurante particular, a cambio de un plato de comida.

Es, sin lugar a dudas, un movimiento espontáneo de mendigos que viven en
solares de la Habana Vieja, viviendas infrahumanas que aún Eusebio Leal,
Historiador de la Ciudad, y pese a su encomiable labor de restauración
arquitectónica, no ha podido erradicar en 25 años de haber declarado la
UNESCO esta zona habanera Patrimonio Cultural de la Humanidad. Ante la
avalancha de mendigos persiguiendo turistas por las calles de La Habana
Vieja, en 2002 el Historiador, ganador del premio Pergamino de Honor
2007 otorgado por la ONU-HABITAT, tuvo la idea de absorber a los más
rebeldes para tenerlos bajo control, incorporando incluso a mujeres
jóvenes portadoras de cestas de flores y vestidas de forma parecida a
las verdaderas mendigas, con el fin de darle un carácter folklórico a
este espectáculo deprimente. No prestarle atención es vivir a diez mil
años luz de la realidad cubana.

Según me informó una mujer que se dedica a fotografiarse con los
turistas sin soltar el tabaco, atenazado entre los dientes, y una
vestimenta alegórica a los esclavos de la colonia, lo que pagan los
turistas extranjeros por tomarse dichas fotos ingresa a las arcas de la
Oficina del Historiador, no así las limosnas que solicitan por cuenta
propia.

Los policías que cuidan el orden en la Habana Vieja reconocen, aunque no
tan fácilmente, a los mendigos autorizados por la Oficina del
Historiador y aquellos que, por la libre, andan tras los pasos de los
turistas. A éstos los acosan, imponen multas y los echan de la zona. Sin
embargo, todos se mezclan, los mendigos autorizados o no, se confunden
entre las actividades culturales y recreativas que organiza el
Historiador de la Ciudad: museos, el grupo de zanqueros Gigantería,
obras de teatro, encuentros con los artistas plásticos y su obra,
conciertos, proyecciones de filmes cubanos, talleres de creatividad en
plazas y parques, etc.

Esto no es fácil, me dice la anciana con la que conversé en la esquina
de Obispo y Compostela. Es diabética e hipertensa, pero aún así ya está
acostumbrada a andar La Habana sólo para buscarse unos dólares, y comer
caliente por lo menos una vez al día, si ese día, gracias a Dios, no la
pescan.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/sep07/19a6.htm

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