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Monday, September 24, 2007

INCONSISTENCIA CONSTANTE

INCONSISTENCIA CONSTANTE
2007-09-24.
Oscar Espinosa Chepe, Economista y Periodista Independiente

La Habana, 24 de Septiembre de 2007. "Es más fácil descubrir el misterio
del Triángulo de las Bermudas, que encontrar el "fijador" que mantenga
la calidad y el entusiasmo de los primeros días en algunas de las
iniciativas que emprendemos." Con estas palabras comienza una serie de
dos artículos que con el título "Se Busca un Fijador", apareció en el
diario Juventud Rebelde los días 9 y 16 de Septiembre pasados.

Abordan la falta de sistematicidad presentes en la economía cubana desde
hace años, así como tratan de encontrar los orígenes de un fenómeno, que
nada tiene que ver con las características y tradiciones de los cubanos,
personas mayoritariamente persistentes en la búsqueda de la prosperidad
en otras épocas.

Este problema se generó con los cambios acaecidos después de 1959, en un
proceso que creó muchas ilusiones, pero que en la práctica se
distorsionó, pudiéndose caracterizar, como lo hiciera en su momento el
cineasta Tomás Gutiérrez Alea (Titón), como "un guión de gran calidad,
pero de muy mala puesta en escena."

Las primeras intervenciones de propiedades privadas, apoyadas
abrumadoramente por la población y sobre todo por los trabajadores, el
tiempo se encargó de demostrar que constituyeron simples confiscaciones
a favor del estado y del grupo dominante. Consistieron en decisiones
ajenas al concepto de propiedad social, donde los trabajadores tuvieran
vías para expresar criterios y ser tomados en cuenta. Resultaron mera
copia del fenómeno acaecido en la Unión Soviética y otros países de
Europa, donde fue establecida una gestión estatal altamente
centralizada, basada en la toma de decisiones al margen de los intereses
del pueblo, envueltas en una retórica supuestamente socialista para
hacer creer por muchos años que el poder estaba en manos de las grandes
mayorías.

En Cuba esto se agravó mucho más, pues las confiscaciones no sólo
alcanzaron las grandes propiedades, sino más tarde también a los
pequeños propietarios masivamente. Los pequeños comercios, talleres,
barberías, reparadoras de calzado y otros, así como la propiedad agraria
en gran medida, quedaron en manos estatales. Esta política radical
nunca había sido expuesta en los programas de los marxistas cubanos,
que únicamente habían considerado la socialización de los medios
fundamentales de producción.

De forma abrupta se estatizó en una medida incluso superior al resto de
los países de economías centralizadas del Este de Europa. Sólo quedó
propiedad individual en un pequeño sector agrario, pero con las
limitaciones existentes hasta hoy, que mantiene a esos campesinos
sujetos a un fortísimo control burocrático. Ese mecanismo, falsamente
calificado como socialista, no fue más que la conversión de la economía
a un rígido e ineficiente capitalismo de estado, donde jamás la voz de
los trabajadores se ha escuchado, y sin representación real, sino con
sindicatos oficiales utilizados como correas transmisoras de las
decisiones de los niveles superiores del partido y el gobierno.

Todo resultó en un infuncional sistema y una falsa planificación desde
arriba, que sin tomar en consideración los intereses y opiniones del
pueblo ha establecido objetivos muchas veces kafkaianos, resultantes en
inmensos desastres.

Con la pérdida de las subvenciones del bloque soviéticos en 1989, las
cosas se ven mucho más claras. La economía es incapaz de recuperarse y
tiene que descansar nuevamente en las subvenciones, ahora venezolanas.
Si los proyectos fracasan, como acontece en la inmensa mayoría, es
porque los trabajadores no tienen ningún estímulo para trabajar y por un
bloqueo a las fuerzas productivas inhibidor del desarrollo. Los
salarios, como reconoció el General Raúl Castro en Julio pasado, son
insuficientes. Según estudios realizados por economistas oficiales, el
salario promedio mensual en términos reales no sobrepasa el 24,0 % de
los niveles de 1989. Los trabajadores ahora tienen consciencia de que la
propiedad social es una falsedad, incluso reconocida por destacados
pensadores marxistas, como el Dr. Hans Dietrich, politólogo alemán
residente en México.

Asimismo, el pueblo comprende que fue un enorme error la confiscación de
miles de pequeños negocios, imposible de dirigir centralmente, lo cual
ha sido fuente de pésimos servicios, ineficiencia y corrupción. Todo
debido al deseo de controlar a la población económicamente para poder
manipularla mejor políticamente.

La planificación sigue siendo centralizada, sin considerar los criterios
de los trabajadores, e incluso de los directores de empresas sin control
sobre los recursos necesarios, imposibilitados de tomar decisiones
tales como firmar un contrato o disponer de fondos propios para
enfrentar situaciones imprevistas y con un proceso inversionista
totalmente subordinado a los niveles superiores. Todo enmarcado en un
clima burocrático que ahoga la creatividad. No por gusto, Cuba no tiene
prácticamente ningún bien que exportar, la industria azucarera ha sido
destruida, el país se descapitaliza paulatinamente y los alimentos para
la población deben comprarse en un 84,0% en el exterior.

A esto se añade un alto grado de descontrol sobre la economía, con un
60,0% de las empresas con contabilidad inconfiable, situación complicada
por una doble circulación monetaria y una increíble variedad de precios
para un mismo producto, lo cual crea un paraíso para la ilegalidad y el
desvío de recursos, en un país donde la venta racionada está implantada
desde hace 45 años.

Asimismo la política de asignación de los cuadros en las distintas
empresas ha descansado en el clientelismo y la inestabilidad. Por lo
regular nunca se busca la mejor persona para un cargo, sino quien
fuera más fiel a las directrices del estado-partido, bajo un falso
concepto de revolucionario. Escenario altamente ventajoso para
oportunistas y "logreros".

Paradójicamente, además de los daños sociales también es perjudicado el
Partido Comunista, a cuyas filas han acudido muchos farsantes, en busca
del carné para favorecerse de esas condiciones y poder ascender en busca
de un mejor nivel de vida; basándose en la doble moral y una conducta de
engaños y mentiras.

En este escenario, es normal que todo fracase, salvo excepciones. Lo que
empieza mal, termina mal. Es tiempo de cambios. No comprenderlo puede
ser fatal para el destino nacional.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=11811

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