¿Hay pugna en Palacio?
Leyendo entrelíneas la prensa oficial, los ciudadanos intuyen
discrepancias en la cúpula del régimen.
Federico Fornés, La Habana
lunes 10 de septiembre de 2007 6:00:00
¿Hay una pugna de poderes entre los hermanos Castro? Esta es una
pregunta tremenda a la que muchos responden con silencio. Otros no.
"Al Fifo nadie le toca las nalgas... Si quieren hacer algo, tendrán que
matarlo", dice sin inmutarse un panadero que porta celular a la cintura
y cuello encadenado en oro. Así zanja el dilema que para los cubanos
significan las últimas filípicas de Fidel Castro contra el programa
anunciado el pasado 26 de julio por su sucesor y hermano, general Raúl
Castro.
Cuatro días después de ese acontecimiento, que logró una rápida empatía
en la opinión pública, el convaleciente gobernante no sólo se ahorró una
palabra de agrado o respaldo al discurso del segundo hombre de la
jerarquía política, sino que embistió su ofrecimiento de paz a la
administración norteamericana que surja de las elecciones del 2008.
"Nadie se haga la menor ilusión de que el imperio… negociará con Cuba",
escribió entonces Castro I para cancelar cualquier acercamiento con
Washington.
La advertencia le pareció poco. Lanzando sus dardos al futuro, semanas
después criticó a los precandidatos demócratas Obama y Clinton, diciendo
de ellos que no hacían política, sino que jugaban al póquer cuando se
metían con la cuestión cubana.
Para un profesor de ciencias políticas, el mensaje es claro: "No será
con él con quien Washington podrá hacer las paces. Sería traicionarse a
sí mismo. Lo tiene claro desde la Sierra Maestra: él es un gladiador
frente al imperio a full life y así deberá quedar para la historia".
Marcando el terreno
En sus últimas meditaciones editoriales, Fidel Castro regresó a su
conocida aversión hacia las inversiones extranjeras capitalistas en la
Isla y fue todavía más lejos al calificar de "puro veneno" los consejos
de la izquierda para sacar a Cuba del atolladero económico.
"No se puede prescindir de algunas empresas mixtas, porque controlan
mercados que son imprescindibles. Pero tampoco se puede inundar con
dinero el país sin vender soberanía", escribió en un artículo que tituló
Los superrevolucionarios.
Al también poner bajo fuego a sus aliados de la izquierda internacional,
a quienes no identificó para desatar especulaciones, Castro se sirvió de
una coartada para desmontar nuevamente el esquema supuestamente diseñado
por el equipo de Raúl e indicar que no tendrá compasión con nadie.
"Estudiamos actualmente lo referido al incremento de la inversión
extranjera, siempre que aporte capital, tecnología o mercado para así
aprovechar la contribución que ésta pueda hacer al desarrollo del país,
sin repetir los errores del pasado por ingenuidades e ignorancia", dijo
el general de cuatro estrellas el 26 de julio en Camagüey.
Actualmente el sector foráneo aporta un 8% del PIB, pese a que desde
2003, según reconoció la propia ministra del ramo, Marta Lomas, se
emprende una reorganización del área propiciando "más eficiencia" y
negocios mutuamente ventajosos, lo que causó la baja de cientos de
firmas extranjeras.
Entre los países emisores de inversiones sobresalen España, Canadá,
Italia y Francia, así como China y Venezuela. Con estas últimas se
trabaja de manera acelerada "en busca de mayor integración", precisó Lomas.
La política de inversiones extranjeras es uno de los pilares de la
modernización en modelos socialistas como el chino y el vietnamita,
reiteradamente desmarcados por el gabinete cubano.
Sin embargo, la percepción de Raúl Castro es que a todas luces sería un
error espantar a los inversionistas en un mundo globalizado y en un país
asediado cuya economía es fastidiosamente gravosa.
'Raúl no es Martín Lutero'
Puesto a elegir entre un sustituto pelele o un liderazgo creíble, Raúl
Castro ha optado por lo segundo, según algunas fuentes, conociendo de
antemano el precio de su osadía.
Ahora recibe las reprimendas, cada vez más directas, de su hermano
Fidel, quien dispuso desde 1959 el actual esquema sucesorio al nombrarlo
segundo jefe del Movimiento 26 de julio, el aparato logístico y político
más poderoso dentro de las fuerzas que derrocaron al dictador Batista.
Tal vez decepcionado por las pautas del interinato y amargado por su
postración física, a Fidel Castro no parece importarle ya casi nada,
salvo su gloria.
Al situarse por encima de los referentes de la izquierda y la derecha,
el gobernante regresa por sus fueros, recuperando para sí esa suerte de
divinidad política que ha ejercido por décadas y que le ha permitido
transferir sus faltas a otros en procura de inmunidad moral.
Las divergencias estratégicas con el gabinete provisional salvan el
sentido "coherente" de su voluntad, a la que él asimila como entereza,
pero lo ultiman políticamente.
"Ya la gente está cansada de sus sermones, de que siempre critique lo
que hacen los demás, ya sea aquí o fuera… Creo que, aunque casi nadie lo
diga, nadie quiere que él regrese", expresa una bibliotecóloga que hace
las veces de manicura en el portal de su casa y que, sin darse cuenta,
suspira por una era post-Fidel.
¿Sobrevendrá un cisma?
"No, que nadie lo espere. Raúl Castro no es Martín Lutero. Mantendrá su
lealtad hasta el final y no violentará su papel histórico de segundo al
mando", conjetura el profesor de ciencias políticas.
Así se lo hizo saber en junio al presidente Hugo Chávez, quien hace las
veces de padrino del régimen cubano. El líder venezolano dijo a Raúl
Castro que él pasaba a la primera base del juego; pero, entre risas, el
general negó y con los dedos hizo la imagen del número dos, tras lo cual
Chávez rápidamente corrigió y dijo: "bueno, a segunda", por detrás de la
importante posición de la primera almohadilla.
Si todavía tales desencuentros no han acudido a los hechos, es para
evitar una crisis. Mas las circunstancias obligan a tomar acciones
importantes a un gabinete que es rehén de un gobernante conservador al
que se le consulta "cada decisión importante a medida que me iba
recuperando".
'Mucho bla bla bla'
Las desavenencias observadas en el discurso de los hermanos Castro,
presumiblemente, son peores y más profundas que lo puede inferirse en
los periódicos. En el corto plazo, han comenzado a corroer las
posibilidades del mecanismo sucesorio del régimen.
"Creo que esa es la peor situación posible para los sucesores y la
sucesión: que Fidel siga vivo", sentenció la politóloga Marifeli
Pérez-Stable, de Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
Las opciones no dejan de ser shakesperianas. Actuar o no actuar.
De cruzarse de brazos o introducir cambios a cuentagotas, la
administración raulista estaría malgastando su capital político inicial,
reduciendo las expectativas a un pobre consenso.
Por otra parte, pondría al país en una situación poco ventajosa de cara
a la transición al mantener presiones y problemas internos que no hallan
salida y que, llegado un escenario de crisis, podrían sobrepasar la
gobernabilidad.
De actuar en líneas radicales, estaría incomodando y desplazando a un
cada vez más precario gobernante, pero todavía con plenos poderes, y a
un bando de duros a su favor que congelarían hasta su muerte las
políticas con las que no está ni estuvo de acuerdo en el pasado.
"Aquí la gente no quiere que los americanos vengan y se hagan los dueños
de nuevo, pero sí que esto funcione y que tengamos más libertad",
reclama un estudiante de Derecho.
"Creo que Raúl está por eso y él sabe que es la única manera de salvar
esto, pero todo tiene un límite, noto mucho bla bla bla, hasta cuándo
hay que seguir esperando por los cambios", se pregunta el futuro
abogado, a quien le gustaría trabajar en un bufete independiente.
Dirección URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/hay-pugna-en-palacio
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