¿Elecciones para qué?
Tania Díaz Castro
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - En Cuba, durante casi medio siglo, 
no se le ha dado agua al cubilete en cuestiones de política, como se 
dice en el argot popular cuando hay que remover los dados. Llevamos casi 
cincuenta años con el mismo partido, el mismo gobernante y el mismo 
panorama económico en declive. Aún así se critican las elecciones de la 
República, señalándoles farsas y bravatas, pero ¿no son peores estas 
donde no hay oposición alguna y votan obligatoriamente hasta los 
adolescentes casi niños, los indiferentes políticos, los disidentes de 
doble moral y hasta los retrasados mentales?
Mientras se acerca el 21 de octubre, fecha fijada por el Consejo de 
Estado para que estén listas las urnas de votación donde se elegirán a 
los delegados de circunscripción, es bueno recordar algunas cosas.
Fidel Castro, luego de la toma del poder en 1959, prometió al pueblo 
celebrar elecciones generales en 18 meses. Pasado ese tiempo y sin que 
se vieran los preparativos para el sufragio, el líder guerrillero se 
preguntó a sí mismo en uno de sus kilométricos discursos: ¿Elecciones 
para qué?¨
Transcurrieron diecisiete años y los cubanos olvidaron cómo es una 
sociedad democrática, y sobre todo las elecciones libres y directas, 
mientras que los cerebros pensantes de la nomenclatura se habían sentado 
cómodamente a inventar un sistema electoral capaz de mantener en el 
poder a un hombre durante muchos años.
A través de las circunscripciones la población sólo tiene derecho a 
elegir los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular, que 
a su vez no pueden elegir a más de un candidato. Nunca antes en la 
historia de Cuba el pueblo se vio imposibilitado de elegir al gobernante 
principal. El apoyo brindado por la población a Fidel Castro en 1959 
consistía en asistir a las concentraciones públicas y dar vivas al 
Comandante. Los que no apoyaban a la revolución tenían dos opciones: 
quedarse en casa y guardar silencio o preparar las maletas para salir 
del país.
El 20 de julio de 1988 se fundó el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba 
-PPDHC- por iniciativa del doctor Ricardo Bofill Pagés, y que fue 
calificado por Castro como "partido de bolsillo" en su discurso del 26 
de julio, seis días después que el PPDHC solicitara su legalización al 
Ministerio de Justicia.
Meses más tarde, el 6 de noviembre, la dirección del PPDHC reclamó a 
través de algunas agencias extranjeras la celebración de elecciones 
generales, para que saber si el pueblo quería seguir siendo gobernado 
por la persona de siempre. El resultado no se hizo esperar. El jefe de 
estado envió a la cárcel o al destierro a los principales dirigentes del 
Partido Pro Derechos Humanos de Cuba.
En la actualidad y a lo largo de estos años, el Movimiento de Derechos 
Humanos de Cuba ha reiterado la solicitud de unas elecciones generales, 
sobre todo a través del Proyecto Varela (continuador de aquella primera 
iniciativa), respaldado hasta la fecha por más de veinticinco mil 
firmas, aunque lamentablemente una gran parte de la población guarda 
silencio y la otra huye del país.
 
 
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