Cuba y un hombre perverso
Perverse interpretari.
Cicerón
Vamos a suponer que Petras es un hombre perverso. Se llama James y,
además, es inteligente. Durante años se prepara a ejercer un arte
difícil: criticar a la izquierda desde la izquierda. Es un arte dudoso,
equívoco. Se presta a alusiones oscuras, a confusiones de ideas,
explicaciones incompletas o defectuosas, interpretaciones ambiguas o
dobles significados. Petras se entrena para dominarlo, a sabiendas de
los peligros y sus desenlaces.
Es su misión vital. James estudia al dedillo un arte que se presta a
criticar a la izquierda para que triunfe la izquierda, o para destruir a
la izquierda con sus propios argumentos. Quienes practican ese arte
saben que pueden dañar a la emancipación humana por no practicarlo y
también al especializase en practicarlo.
James es un especialista. Con razón asume que sus argumentos van a ser
bienvenidos. Piensa en el inmenso daño que los conocimientos prohibidos,
al estilo estalinista, causaron en el movimiento revolucionario. Tiene
toda la razón. Pero como James es inteligente y perverso se cuida de
aclarar que las críticas a la izquierda sólo prueban su validez si se
dan tres condiciones, o una de las siguientes tres condiciones: 1. Si
quien las formula no está equivocado en lo que afirma que pasa. 2. Si no
comete el grave error de proponer para la acción lo que es imposible
dentro de las constricciones insuperables de una situación y un momento
históricos, en las que ni siquiera es posible desestructurar lo
imposible, y 3. Si no propone como solución medidas que han comprobado
su inmensa capacidad de destruir los proyectos y procesos emancipadores.
Petras, James, o James Petras, escribe un artículo sobre Cuba. Al
escribirlo piensa que lo mejor para empezar es, primero, denunciar dura
y reiteradamente el cruel bloqueo y asedio de que Cuba ha sido objeto
por parte de "Estados Unidos y sus socios cubanos del exilio"; segundo,
reconocer los más visibles logros de la revolución cubana; tercero,
aceptar otros hechos, también evidentes, como que Cuba es el único país
que, en medio de incontables dificultades y ataques, continúa
construyendo el cambio emancipador abandonado desde Rusia hasta China,
pasando por Vietnam y por los antiguos países socialistas del Este de
Europa.
La lista de Petras sobre la derrotada invasión de Estados Unidos (EU),
sobre el bloqueo marítimo que falló, sobre los numerosos intentos de
asesinatos y ataques terroristas logrados y fallidos, sobre las amenazas
intimidantes, las cancelaciones y prohibiciones bancarias y comerciales
contra la isla es una lista impresionante aunque no sea completa.
La reflexión que hace Petras sobre la eficacia de esa política criminal
es digna de especial atención. Le sirvió a "EEUU" para derrocar a
gobiernos reformistas o revolucionarios como el de Arbenz en Guatemala,
el de Mossadegh en Irán, el de Allende en Chile, el de Lumumba en el
Congo, el de los sandinistas en Nicaragua, los de Aristide en Haití, y a
"muchos otros", mientras que Cuba ha podido resistir en medio siglo. Esa
reflexión se complementa con otra, también exacta, sobre cómo esos
gobiernos no sólo cayeron por culpa de EU, sino por lo que habitualmente
llamamos sus "contradicciones internas", expresión que él resume en otra
menos precisa al escribir "que fueron derrocados o se desplomaron por sí
mismos...", formulación que no ayuda a ver que el conjunto del problema
se da con la intervención del imperialismo que aprovecha al máximo
posible las contradicciones internas para derrocar a cuanto gobierno le
viene en gana, mientras en Cuba por más que empleó las intervenciones
directas y las contradicciones internas no tuvo éxito. Pero de allí,
Petras no deriva que algo hay en Cuba en materia de atenuación de las
contradicciones internas que permitió al pueblo cubano y su gobierno
enfrentar y vencer al enemigo imperial y a sus aliados del interior.
En todo caso, James sí reconoce "la gran virtud de la revolución cubana
para sobrevivir y mantener muchos de sus logros sociales positivos..." Y
de allí pasa a formular una lista de los logros. La lista es
impresionante tanto por lo que significa como por la exactitud histórica
y numérica con que los enuncia. El problema es que la lista es
incompleta y que le falta "lo mero principal", como decimos en México.
Petras se refiere a los triunfos cualitativos en una educación que es
universal y gratuita en todos los niveles; en las políticas sanitarias
que aumentan la esperanza de vida y los índices de salud con una
formación y distribución de médicos y servicios médicos que colocan a la
población en mejores niveles que los de muchos países altamente
desarrollados; en programas por los que los trabajadores que pierden su
empleo siguen recibiendo su respectivo salario mientras se les prepara a
adquirir nuevos conocimientos de su interés, que sean requeridos para
darles un nuevo empleo. Se refiere también a "la seguridad que las
instituciones nacionales prestan eficazmente a los habitantes frente a
los ataques terroristas de EU" y frente a los esfuerzos internos de
"desestabilización patrocinados por las organizaciones 'disidentes'
financiadas por la Casa Blanca". Menciona la continuación de pagos de
seguro a los jubilados, el control de las empresas de participación
extranjera por el gobierno cubano; la "sorprendente recuperación
económica" de Cuba después del "periodo especial", en que se vio
obligada –tras la caída de la Unión Soviética y la pérdida de la enorme
ayuda que ésta le daba– a hacer grandes sacrificios en la economía y la
sociedad, todos consensados con el pueblo y que le permitieron, en medio
de grandes carencias, no sólo sobrevivir sino recuperarse.
A tan impresionante registro de los triunfos de Cuba que Petras realiza
le falta, sin embargo, un logro esencial, precisamente el que distingue
a Cuba de otros movimientos que se encaminaron al socialismo y se
perdieron en el camino... Y cuando uno se pregunta cuál es ese logro,
advierte que se trata de la coherencia entre el deber y el hacer, entre
el pensar y el actuar de acuerdo con valores y objetivos emancipadores
en que la conducta moral e intelectual de las vanguardias se materializa
en fuerzas colectivas inmensas que se extienden desde pequeños, o
relativamente pequeños núcleos como el Movimiento 26 de Julio en sus
orígenes, los comunistas encabezados por Carlos Rafael Rodríguez, los
pobladores de Santiago organizados por Frank Pais, los líderes
revolucionarios campesinos de la sierra y el llano y de los trabajadores
industriales y agrícolas, así como los estudiantes e intelectuales que
se van juntando a unos y otros, o que forman parte de ellos como
pioneros y hasta como precursores del gran movimiento. Esa poderosa
virtud –permítaseme la redundancia– de una moral personal y colectiva se
combina con un pensamiento crítico y revolucionario que arranca de Martí
y de Mella, y con una cultura muy amplia, muy flexible en la forma, y
muy dura en el fondo moral e intelectual. Esa cultura, en empresas de
ideales a realizar, es la base de una combinación de la revolución con
la cortesía, con el respeto a las ideas y creencias del otro, con la
diplomacia; y la valentía inteligente e informada en el combate, capaz
de adaptarse, de corregirse y de crear; es también el origen de la
civilidad que hace de la revolución cubana la menos violenta en la
historia universal de las revoluciones, y la que inserta, en las
relaciones sociales emergentes, el idealismo de construir un "hombre
nuevo" mediante una extraña solidaridad y fraternidad impagables, que se
practican a escala local, nacional y mundial, en todo lo posible, como
anuncio practicado de una nueva historia humana. La importancia de esos
y otros hechos es que en una gran medida no son sólo cubanos, sino
humanos. Y son precisamente los vínculos entre los valores
intelectuales, morales, políticos y la lógica de la fuerza desde abajo,
los que explican en gran medida el triunfo de la revolución cubana,
aunque ésta se halle aún lejos de haber construido "el hombre nuevo" a
que aspiró el Che para toda Cuba y para el mundo entero. El grandioso
objetivo requiere la colaboración creciente de aquella parte de la
humanidad que insista en "tomar en sus manos las riendas de su destino",
como decían antes los románticos, y como en términos más sencillos
plantean hoy los verdaderos movimientos alternativos.
http://www.jornada.unam.mx/2007/09/12/index.php?section=politica&article=017a1pol
Pablo González Casanova/ II y última
Cuba y un hombre perverso
La omisión de tan rara y grande fuerza, entre los logros que desconoce
James Petras, lo lleva a formular críticas que en el mejor de los casos
presenta mutiladas o sesgadas. Lo lleva incluso a algo aún más doloroso,
a perder conciencia de las mentiras que hace suyas. Y, entre sumideros
presuntuosos, lo lleva a posesionarse de su papel y a señalar sin
reserva qué políticas debería haber seguido o debería seguir Cuba. El
fenómeno no es nuevo: ya Jimmy Carter quiso decir a los cubanos cómo
deberían hacer la democracia; hoy James Petras les dice cómo deberían
hacer el socialismo. La figura señera del pequeño y enérgico profesor
adquiere rasgos dramáticos mientras sube al despeñadero. Para comprender
lo que le pasa es mejor citar, tal como aparecen, sus críticas a los
dirigentes de la revolución, sus críticas a las decisiones que han
tomado, y las propuestas que él instruye con firmeza y convicción
expertas. Críticas y propuestas de políticas alternativas lo llevan a
l80 grados de una posición ultrarrevolucionaria. Ponen bajo su firma las
mentiras o engaños de los neoliberales y de los "socialistas de mercado"
a quienes él –ya en vano– critica –"como por no dejar"–, haciendo suyas
las palabras (fuera de contexto) de un comandante histórico de la
revolución, recurso que también emplea para validar algunas de sus
críticas con las de Fidel y Raúl Castro, de quienes toma importantes
autocríticas para dar a entender que ellos apoyan sus disparatadas
afirmaciones... y apadrinan la "validez", o "confiabilidad" a sus
propuestas de políticas revolucionarias, ultra y contra.
Aquí tal vez es necesaria una aclaración en el sentido de que para mayor
confusión alguna o algunas de sus propuestas quizá sean válidas, como
dar mayor importancia a la producción de alimentos de consumo interno;
sólo que en casos como éste, en que uno duda si criticar a James o no,
también piensa uno que sería muy bueno que quienes han tomado las
decisiones sobre política económica y social en Cuba vuelvan a
documentarnos en lo que concierne a las opciones que tuvieron y que
desperdiciaron pudiéndolas aprovechar, y sobre las opciones muy
peligrosas en que organizaron verdaderos plebiscitos para decidir. El
mundo verá con interés cuáles fueron y son los escenarios que en materia
de opciones tuvo y tiene Cuba para resolver unos problemas, sin
descuidar otros como el transporte público o la vivienda, que son objeto
de malestar. Pero, de antemano, es necesario recordar que por mucho que
se quiera tener "condiciones objetivas" para la construcción del
socialismo, van a seguir contando necesariamente las "condiciones
subjetivas" de los pueblos rebeldes, objetivamente empobrecidos,
explotados, oprimidos, reprimidos, desalojados y hasta en proceso de
extinción por enfermedades curables, por bombardeos de aldeas, de
recursos y veneros, por hambrunas y furias religiosas o tribales
alentadas y armadas por las fuerzas militares y paramilitares del
imperialismo colectivo y sus asociados.
Para la construcción del socialismo en sociedades de recursos escasos,
bloqueadas y acosadas, será muy importante conocer cómo tomó Cuba
opciones en una situación en que cualquier alternativa que tomara tenía
efectos positivos y también negativos. Mientras tanto, dejemos hablar a
Petras. Tras criticar "los bajos salarios en Cuba que desalientan a una
población muy educada" para trabajar en el cultivo de un producto de
consumo nacional, como es el arroz, escribe que "sin embargo, por
razones poco claras, Cuba rechaza la idea de alentar la inmigración
desde países con excedente de trabajadores agrícolas experimentados,
como Haití..." Es decir, implícitamente, Petras hace una propuesta para
aprovechar las diferencias de que el colonialismo y el capitalismo se
aprovechan para manipular y explotar a los trabajadores, las políticas
que se aplican desde Estados Unidos hasta China, pasando por Europa y
Rusia, y otros estados menores, todos con sus patios traseros.
Petras espeta otra propuesta, tal vez no bien calculada, en la que
afirma que: "con un poco de cemento y una mano de pintura barata se
podrían revitalizar los vecindarios obreros, ahora gravemente
deteriorados". En cuanto a las críticas que cita de Fidel Castro cuando
dijo en 2005 que el "mercado negro y el robo de gasolina" estaban
afectando gravemente a la economía y la moral en Cuba, saca como
conclusión que "las autoridades gubernamentales y la vigilancia
administrativa no funcionan", y reconviene al gobierno porque "los
ministros a cargo de la energía, el transporte y el comercio ni siquiera
hayan sido reprimidos públicamente".
Poco a poco, James Petras cae en sus fantásticas propuestas de políticas
alternativas. Ya plenamente posesionado de su papel, dice al pie de la
letra: "La nueva política de la renta debería promover sectores
estratégicos de la economía. El crecimiento de la agricultura, de la
manufactura y de los sistemas de información aplicada requieren cambios
en la dirección de la política gubernamental y, sobre todo, en la
formación educativa y profesional". Y esta vez, en creciente apoyo a sus
propias propuestas, se va al otro mundo, al mundo capitalista: "Mientras
que la mayoría de los países asiáticos y latinoamericanos –escribe– iban
a la zaga de Cuba en los años 60, hoy han superado a Cuba en la
diversificación de sus economías, el desarrollo de sectores competitivos
para la exportación y la disminución de su dependencia de un grupo
limitado de productos de exportación. Al añadir valor a sus productos
los países asiáticos han incrementado sus ingresos, lo cual ha redundado
en salarios más altos y un mejor ajuste entre la educación avanzada y
las oportunidades de trabajo..." ¿Petras, James Petras dice esto? Sí, y
dice mucho más. Incluso afirma que Cuba debe abandonar o disminuir su
política de solidaridad con otros países de América Latina y África, a
los que envía médicos y medicinas, y aprovechar esos recursos para
atender a su propia población, que tantas carencias tiene, o para
mejorar sus ingresos comerciales en divisas...
Aquí me detengo para que los lectores vayan directamente* a un documento
dramático y excepcional; dramático, porque en realidad apoya a los que
en la propia Cuba pretenden aplicar las mismas políticas que en China o
Vietnam se han aplicado para restaurar el capitalismo. Excepcional,
porque en el mismo documento, el mismo autor, ultrarrevolucionario, pasa
a preconizar políticas ultraconservadoras y restauradoras, entre
argucias, falacias y engaños que nos recuerdan a esos hombres de que
habla Borges, que ya se murieron y todavía no lo saben.
* Respuesta al artículo de James Petras y Robert Eastman-Abaya "Cuba:
revolución permanente y contradicciones contemporáneas", publicado en
Rebelión, 24 de agosto de 2007
http://www.jornada.unam.mx/2007/09/13/index.php?section=opinion&article=020a1pol
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