2007-04-16.
Oscar Espinosa Chepe, Economista y Periodista Independiente
La Habana, 16 de abril de 2007. La revista Vitral ha sido cerrada. Una
decisión lamentable, que desde hacía meses era esperada por muchas
personas, previendo que con el retiro de Monseñor José Siro González
Bacallao como Obispo de Pinar del Río quedarían libres las manos de
quienes desde hace muchos años deseaban que eso sucediera. Es la crónica
de un cierre anunciado.
Con la desaparición de Vitral, precedida por el fin de la circulación de
la revista Espacios de la Arquidiócesis de La Habana hace más de un año,
queda privada la sociedad cubana de un pequeño pero constante soplo de
aire fresco y puro proveniente de la provincia más occidental de Cuba.
Durante 13 años irradió luz en las tinieblas que por casi medio siglo se
han impuesto en nuestro país. Si bien siempre se definió como católica,
estuvo abierta al pensamiento de buena voluntad y por la reconciliación
de todos los cubanos después de tantos años de fragmentaciones y odios
arraigados entre hermanos.
La variedad de los asuntos tratados en los artículos de la revista fue
extensa y plural. De forma abierta recogió artículos sobre economía,
cultura en general, cuestiones sociales, asuntos religiosos, temas
históricos, derechos humanos y, sobre todo, de cubanía. Quienes tuvimos
la suerte de visitar el Centro de Formación Cívica y Religiosa de Pinar
del Río y Vitral, dirigidos por el Ing. Dagoberto Valdés, pudimos
apreciar un colectivo hermanado, transparente, donde la honestidad y el
desinterés personal eran principios fundamentales, así como el amor más
acendrado a la patria.
En los encuentros organizados por ellos tuvo acogida todo pensamiento
constructivo, con gran respeto a la pluralidad. Se demostró coherencia
entre la teoría y la práctica. Vitral fue un puente de unión entre todos
los cubanos, los que vivimos en la isla y quienes desafortunadamente se
ha marchado del país.
En todo momento se trató de lanzar mensajes de unidad y concordia a
todos los residentes dentro del territorio nacional, incluidos sectores
del gobierno. Se divulgó la obra muchos intelectuales y artistas sin
preguntárseles sus posiciones políticas, mientras a otros olvidados
injustamente se les rindió tributo, como a Celia Cruz.
En sus páginas, de forma abierta y racional, se analizó nuestra
historia, en particular el mal comprendido período anterior a 1959,
siempre en la búsqueda de posiciones razonables, sin convertir aquella
etapa en una república angelical que nunca existió, como han hecho
algunos, ni tampoco un infierno como dijera hace un tiempo un reconocido
intelectual católico.
En síntesis, con el cierre de Vitral se ha lesionado no sólo a los
católicos, sino también a todo el pueblo de Cuba, creyentes y no
creyentes. Vitral, con su posición valiente y promotora de la
reconciliación, era un símbolo de la Cuba a la que aspira la mayoría de
los cubanos, con democracia y respeto de los derechos humanos; con
diversidades y unidad, sobre la base de que todos somos compatriotas
poseedores de un destino común.
Esos propósitos no constituyen una quimera, porque ese colectivo probó
la posibilidad de lograrlo. De ahí el rechazo que engendró su ejemplo
entre quienes temen la unidad de los cubanos y han promovido la división
para justificar sus desmedidas ansias de poder absoluto.
Sin temor a exagerar puede afirmarse que después de casi 13 años y 78
números publicados, hasta el pasado Viernes Santo cuando se informó su
cierre, Vitral significa aún más para los cubanos y para muchas personas
en el extranjero. Vitral ha constituido la continuación en nuestros
tiempos de El Habanero del Presbítero Félix Valera, o Patria de José
Martí. Se equivocan aquellos que con el cierre de Vitral creen asesinar
la idea; la simiente plantada germina con mayor fuerza.
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