Rebelión en los muros
"Abajo Fidel", "Abajo Raúl" son algunos de los mensajes que se 
multiplican dentro de la isla. El gobierno no escatima en gastos para 
borrarlos.
lunes, octubre 20, 2014 |  Ernesto Pérez Chang	
LA HABANA, Cuba -En contradicción con la imagen de sosiego y estabilidad 
que el gobierno cubano gusta de proyectar al exterior, recurriendo a 
leyes severas que prohíben expresar públicamente los desacuerdos con la 
política oficial, están los numerosos carteles con mensajes de protestas 
y denuncias que todas las mañanas aparecen en las calles de La Habana, 
al igual que en el resto del país.
"Abajo Fidel", "Abajo Raúl", "Abajo la dictadura" o "Cuba es un país 
corrupto" junto a frases de solidaridad con Venezuela ―donde cada vez se 
radicalizan más las medidas populistas que han puesto en riesgo la 
democracia―, son algunos de los mensajes que comienzan a multiplicarse 
dentro de la isla, a pesar de que el gobierno no escatima en gastos para 
castigar estos actos de rebelión.
Escritos unas veces con lápices comunes y otras simplemente raspando la 
pared con un trozo de metal y con la prisa de quien sabe que, en Cuba, 
disentir de modo manifiesto, es un delito perseguido con furia 
desmedida, la mayoría de los textos solo alcanzan a expresar de manera 
directa la oposición a un sistema de gobierno por el que ya muy pocas 
personas apuestan.
Es conocido por todos que, en la isla, la aparición de un simple cartel 
de oposición en un centro de trabajo, una escuela o un lugar público 
desata un zafarrancho de investigaciones policiales, acosos y 
detenciones que ni siquiera un crimen de sangre o un robo con violencia 
son capaces de movilizar, debido a que algunas formas de oposición 
abierta, más cuando implican actos de asociación o resultan un incentivo 
a la rebeldía, pueden ser consideradas delitos muy graves contra las 
"seguridad del Estado", con lo cual se cumple muy bien aquello de "quien 
hace la ley, hace la trampa".
No obstante, asumiendo los riesgos, hombres y mujeres que no soportan 
continuar guardando silencio, salen clandestinamente por las noches a 
escribir sus denuncias aún a sabiendas de que a las pocas horas alguien 
las hará desaparecer de la manera más burda.
Unas veces habrá de ser el Departamento de Propaganda del Partido 
Comunista quien se encargue de tapar los mensajes empleando vallas de 
mal gusto atiborradas de consignas partidistas; otras, será una brigada 
de obreros o de estudiantes quien tachará los carteles a fuerza de 
brochazos, cumpliendo una tarea urgente del Sindicato o de la Unión de 
Jóvenes Comunistas. Así lo describe un joven que he preferido mantener 
en el anonimato para no perjudicarlo en su puesto de trabajo. Fue 
Secretario de la Juventud de su Facultad, durante su etapa de estudiante 
universitario:
"Como la Facultad queda en una zona sin iluminación por las noches, con 
frecuencia amanecían carteles que decían "Abajo Fidel" y otras cosas. A 
mí se me ponían los pelos de punta porque sabía que después venían los 
problemas. La policía se ponía como loca a hacer preguntas entre los 
estudiantes y los profesores, a todos nos trataban como si fuéramos 
culpables, nos miraban con desconfianza. Como yo era el de la Juventud, 
me tocaba después armar una brigadita para tapar con pintura los 
letreros aquellos. Lo peor es que aparecía la pintura de inmediato, pero 
cuando pedíamos para pintar las ventanas de las aulas, nos decían que no 
había dinero, pero para tapar los carteles, sí."
Un trabajador de un taller automotriz del Cerro (donde aún se pueden 
divisar, tras los brochazos de pintura, uno de los carteles firmados por 
la Unión Patriótica de Cuba UNPACU), nos comenta:
"Si fuera por mí, los dejaría ahí, pero se arma tremendo lío si no los 
borramos. Nos caen en pandilla los del Partido y la policía viene al 
momento como si hubieran matado a alguien. Aquí botaron al custodio por 
ese cartelito. Tenían que desquitarse con alguien porque en verdad es 
imposible saber quién escribió eso. Como el cartel está en los muros del 
taller, entonces el problema es de nosotros. Ahora en estos día van a 
pintar el muro completo porque todavía se puede leer lo que dice."
A juzgar por la tormenta de propaganda ideológica oficialista que invade 
la ciudad, el pueblo cubano aparenta ser una masa homogénea, monolítica 
y, sobre todo, feliz con su condición de rebaño sometido. Si detenemos 
la mirada en esas tachaduras torpes y en las manchas de pintura de 
algunos otros muros y paredes, entonces comenzaremos a comprender que 
hay un silencio que comienza a quebrarse.
La radio, la televisión, las páginas webs, los poquísimos periódicos y 
revistas que circulan todos bajo la batuta del Partido Comunista, y 
hasta las cajas de fósforos y las cubiertas de los cuadernos escolares 
son, además de vehículos de manipulación de las masas populares, una 
expresión de la paranoia de los principales dirigentes del país para 
quienes resultaría una pesadilla descuidar y ceder un espacio físico o 
virtual donde la creciente disidencia interna pueda expresar 
públicamente su descontento, sus deseos de cambio o denunciar aquellos 
fenómenos políticos que les resulta imposible enfrentar por la vía de la 
democracia, aun así, los letreros que uno se encuentra a diario en los 
lugares más insospechados dan una lección de dignidad con su persistencia.
Source: Rebelión en los muros | Cubanet - 
http://www.cubanet.org/destacados/rebelion-en-los-muros/
 
 
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