Respuesta necesaria y algunas aclaraciones a Yadira
Nunca me consideré contrarrevolucionario, porque siempre creí que esa 
categoría le correspondía a los que desde el poder absoluto habían 
usurpado los ideales de miles que dieron sus vidas para que Cuba fuera 
democrática
jueves, octubre 30, 2014 |  Miguel Saludes
MIAMI, Florida. — En días recientes Yadira Escobar colocó en su blog Sin 
Odios ni rencores un escrito en respuesta al artículo bajo mi firma 
publicado en Cubanet. La joven considera que le he faltado el respeto a 
su historia familiar al poner en dudas la trayectoria política de su 
padre, tratar de destruir su reputación e intentar disminuir su 
autenticidad como periodista. Me acusa de falsear aspectos de su vida 
así como de lanzar una ensarta de mentiras y ofensas sobre su persona. 
No creo que Yadira leyó correctamente lo que escribí a partir de lo que 
ella misma narra, y expone en escritos y trabajos personales.
Tampoco como asevera estoy irritado en contra suya. De hecho cuando 
escribo mi opinión lo hago poniendo nombre y apellido porque los 
anonimatos nuca me han gustado. Jamás utilizaría contra una mujer 
ofensas de ningún tipo. Pero lo que no puedo evitar es escribir mis 
criterios de manera libre y abierta sobre aspectos que me parecen 
criticables en su postura a partir de lo que ella misma expresa en una 
entrevista.
Si alguien contribuye a crear una atmósfera de dudas sobre la realidad 
que cuenta, es ella misma. Primero porque el discurso no suena sincero. 
Después porque sus actos y expresiones contradicen la historia que 
transmite. No estoy en contra de la reconciliación, los cambios y el 
diálogo. De hecho me honra ser co-fundador del Movimiento Cristiano 
Liberación que entre sus bases tenía esos presupuestos como contenido. 
Lo mismo que el respeto de la soberanía nacional o la postura contraria 
a los embargos y bloqueos que pesan contra el pueblo cubano (el 
económico de Estados Unidos y el general que mantiene gobierno cubano 
contra su propio pueblo).
No puedo entender, por ejemplo, que uno de los trabajos de pintura 
expuesto en su blog se inspire en una estampa colorida y casi folklórica 
de los CDR. Una organización de masas convertida en herramienta del 
sistema totalitario para controlar, vigilar y denunciar a las personas 
políticamente incorrectas, como ocurrió con la familia de Yadira y de 
tantos cubanos condenados de manera injusta por ese sistema.
Personas decentes que en muchas ocasiones quedaban peor tratados que los 
delincuentes del vecindario, en mejor posición al asumir la doble moral 
a la que habían renunciado los que se expresaban abiertamente sus ideas 
críticas. Quedan los mítines de repudio, los informes secretos por los 
que le hacían la vida añicos a cualquiera por el simple hecho de no ir 
al trabajo voluntario o ser homosexual, o tantas cosas. La pintura de 
Yadira sobre esa cara de nuestra historia pone colores alegres donde ha 
habido muchas penas.
Policías abusadores hay en cualquier parte. Incluso en las mejores 
democracias. Pero el agente Cifuentes, por perverso que sea (si es que 
aún vive) solo es un tornillo de una maquinaria represiva de eficiente 
funcionamiento. Su actuación según la narración de Yadira resulta 
deplorable, pero mucho peor es la del sistema que permite personajes de 
este talante, con el respaldo y visto bueno de la ley para hacer sus 
tropelías. Como mismo son condenables los torturadores de cualquier 
dictadura sea de derecha o de izquierda, lo es más el sistema que los 
alimentó y les premió por su labor. Llámese franquismo, fascismo, 
estalinismo, juntas militares o castrismo….Precisamente es por ello tan 
importante el juicio de la memoria, no para seguir condenando sino par 
que no se reproduzcan estas historias.
No existe irritación o animadversión de mi parte hacia Yadira. Solo 
discrepancia con el llamamiento reconciliatorio donde parece mirar en 
una dirección: la del poder vigente. La otra parte, la que sufre 
precisamente por la intolerancia y la represión- la misma que un día se 
ejerció sobre su padre, como ella afirma- queda marginada en sus 
calificativos. Es inconcebible que siendo hija de un ex preso político 
juzgue a quienes se esfuerzan en la lucha cívica dentro de Cuba usando 
las mismas palabras que contra ellos aplica el régimen totalitario.
Puede que la palabra clon haya sonado un poco fuerte. Clonar es 
reproducir, copiar. Para bien o para mal. La palabra no me vino por la 
coincidencia de nombres entre su padre y el esposo de Yoani Sánchez. Más 
bien se me antojó en ciertas poses o en la manera de proyectar la 
imagen. En todo caso debería disculpas a Sánchez por haber insinuado una 
copia que no se corresponde con el original. La que vive en La Habana 
trabaja por alternativas y reconciliaciones sin dejar de denunciar los 
males que ocurren en aquella sociedad. La de Miami en cambio, a pesar 
del historial de refugiada que reconoce con orgullo, establece cuadros 
comparativos entre cadenas de una y otra parte para dejar sentado que 
las de la Isla simbolizan libertad mientras que las de este lado 
encarnan opresión.
No soy cínico cuando en referencia a lo que narra sobre el estado 
crítico en que quedó su mama a raíz de la agresión que sufriera, pondero 
la actuación de los médicos cubanos. El movimiento al que pertenecí en 
Cuba siempre destacó el papel de la medicina y la educación de esta 
etapa convulsa. Las críticas fueron duras hacia Oswaldo Payá cuando 
aseveraba la necesidad de preservar los valores de ambas instituciones 
en presumibles cambios que se pudieran producir. Invito a Yadira para 
que indague en las historias de otros refugiados o en las motivaciones 
de miles que se lanzan al mar ante la asfixia que siente en la Isla. Le 
sugiero las historias de Adrián Leyva o Harold Cepeda. El primero murió 
cuando intentaba regresaba a Cuba para trabajar desde allí por cambios 
sin renunciar a su rol de periodista independiente. El segundo pereció 
junto a Payá Sardiñas en un controversial accidente.
Respecto a ni estancia en Polonia, los que le contaron esa parte 
omitieron otros detalles. Por ejemplo que en aquellos días de 1978 
militaba en la Unión de Jóvenes Comunistas. No obstante estar sancionado 
por discrepar de una injusticia pude viajar. Conmigo fueron muchos 
compañeros que solo contaban con el aval de ser revolucionarios. No 
había que ser confiable en otros sentidos. Gracias a la prodiga ayuda 
del CAME se nos abrían puertas en la Europa socialista para estudiar (no 
es mi caso) o recibir adiestramiento en las especialidades en las que 
nos habíamos graduado cuando en la isla no existía capacidad laboral 
para asimilar a todos los egresados en diferentes centros de estudio.
No me bajé del carro cuando la cosa se puso mala. Desde él, a cara 
descubierta, manifesté mis divergencias abiertamente, sobre todo a 
partir de 1988 cuando se avizoraba un horizonte esperanzador en los ecos 
de la perestroika. La frustración de un proceso de rectificación de 
errores, que se convirtió en ratificador de horrores, condujo a la peor 
crisis de nuestra historia. El exilio en 1994 de Yadira y el mío en el 
2005, es en parte consecuencia de aquella cerrazón al cambio. Puedo 
decir sin embargo que nunca me consideré contrarrevolucionario, porque 
siempre creí que esa categoría le correspondía a los que desde el poder 
absoluto habían usurpado los ideales de miles que dieron sus vidas para 
que Cuba fuera democrática, libre, prospera e inclusiva para con todos 
sus hijos, sin importar la manera en que pensasen.
Source: Respuesta necesaria y algunas aclaraciones a Yadira | Cubanet - 
http://www.cubanet.org/colaboradores/respuesta-necesaria-y-algunas-aclaraciones-a-yadira/
 
 
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