De la "potencia médica" a los "curanderos milagrosos"
La caída en picada de la salud pública hace que infinidad de cubanos 
apuesten por una solución mágica a sus enfermedades.
ván García Quintero
Ultima actualización 30.10.2014 14:10
Una tarde del mes de julio, Víctor Martínez, 68 años, funcionario 
jubilado del otrora poderoso Ministerio del Azúcar, ante la 
incertidumbre de equipo médico que le atendía un fulminante cáncer de 
colon, llamó a un reconocido santero.
.
Tras 22 biopsias y una operación fallida que no logró extirparle el 
tumor, como muchos cubanos, Víctor puso su vida en manos de un curandero.
Proliferan en Cuba los curanderos y sanadores sin ningún respaldo 
científico. No es el caso de Lino Tomasén, médico graduado, un negro 
inmenso que cura con los dedos. Su consulta siempre está abarrotada de 
cubanos y extranjeros.
Desde mucho antes del amanecer, decenas de personas hacen cola en las 
afueras de su domicilio, en una edificación destartalada de la calle 
Concordia, en el barrio pobre y duro de San Leopoldo, en la parte vieja 
de La Habana.
Cobra 20 pesos por cada consulta y acepta regalos. Por toda la ciudad se 
habla de sus milagros. Desde paralíticos que salieron caminando después 
de una sesión a enfermos con cáncer terminal curados sin otra 
explicación lógica que el contacto con las manos de Tomasén.
Lino tiene más pacientes que muchos doctores encumbrados. En la Cuba 
profunda abundan los sanadores. Hay de todo. Inescrupulosos que a base 
de pócimas naturales aseguran curar desde un catarro hasta el más 
devastador cáncer.
La caída en picada de la salud pública hace que infinidad de cubanos 
apuesten por una solución mágica a sus enfermedades. Yadira, madre de 
una niña de 7 años que padece de trastornos cardiovasculares, 
desesperada por las imprecisiones médicas y un par de cirugías poco 
exitosas, abordó un ómnibus interprovincial hasta la provincia Ciego de 
Ávila, a 400 kilómetros al este de la capital, en busca de un milagro.
En un bolsillo de su cartera guardaba una estrujada hoja con la 
dirección del sanador. "Yo había visto en un video los milagros del 
curandero. Y me decidí a consultarlo", señala Yadira.
Lo que vio la espantó. Un hombre de aspecto lombrosiano con pinta de 
matarife de vaca, que interviene quirúrgicamente a sus pacientes con un 
rústico cuchillo de cocina.
Sin las más elementales condiciones sanitarias, el curandero avileño 
hace su labor. "Es aterrador ver cómo le clava el cuchillo a los 
pacientes. Utiliza anestésicos inventados por él mismo. Pero aseguran 
que ha curado a cientos de personas", señala Yadira quien optó por 
desechar al curador.
El retroceso cualitativo de la Medicina en la isla es una de las causas 
del florecimiento de un ejército de supuestos sanadores milagrosos que 
cuelgan videos en YouTube.
Todos muestran un curriculum impresionante con cientos de vidas salvadas 
y pócimas extraordinarias que afirman curar cualquier mal.
Josué, cirujano, no tiene nada contra la medicina naturalista ni los 
curanderos. "Pero debe están avalados por una comisión médica. Suelen 
ser vulgares estafadores que juegan con el desespero de los pacientes 
ante una enfermedad terminal. Si hubiese un remedio para todas las 
enfermedades, no existiría la muerte", acota.
En el realismo mágico de América Latina la sanación milagrosa tiene una 
larga data. Se rumora que Fidel Castro, gobernante de Cuba durante 47 
años, es un devoto furibundo de la magia negra.
Después de cruzar el túnel de La Habana, a unos dos kilómetros se 
encuentra el reparto Bahía. Un barrio de edificios feos de cuatro y 
cinco pisos y algunos de 12 plantas construidos con tecnología yugoslava 
en los años 90.
Desde hace cinco años, en un parque del reparto, crece una ceiba que 
santeros oficialistas trasplantaron por la salud del líder de la 
revolución. Según una santera del lugar, la ceiba, que sobrevivió plagas 
y ciclones en un patio habanero, fue donada antes de morir por una 
anciana madrina que era famosa por sus poderes.
El 13 de agosto de 2009, coincidiendo con el cumpleaños de Castro, el 
barrio se llenó de paleros, santeros y curiosos. Con el mayor secreto y 
solemnidad, los babalaos sacrificaron para los santos, gallos negros y 
una jicotea "que recogía todo lo malo". Luego rociaron el tronco con la 
sangre de los animales.
Cuando salió el sol, trasladaron la ceiba consagrada al parque y la 
plantaron entre toques de tambores y cantos a Olodumare. Cincuenta 
babalaos rogaron a los orishas para que el comandante viva tanto como el 
árbol. Y dieron 16 vueltas a la ceiba.
Es habitual entre los dictadores, narcisistas de libro, aferrarse a lo 
esotérico. Un día lluvioso de 1958, mientras las guerrillas capitaneadas 
por el barbudo bajaban del macizo montañoso de la Sierra Maestra y 
comenzaban su avance hacia el centro de la isla, para conjurar el baño 
de sangre y traer la paz a Cuba, los babalaos de Fulgencio Batista, otro 
autócrata, organizaron un gigantesco ebbó en el estadio de Guanabacoa, 
villa relativamente cerca de la ceiba ofrendada a Castro.
En el Parque de La Fraternidad, en el corazón de La Habana, se yergue, 
majestuosa y siniestra otra ceiba. La mandó a sembrar el general Gerardo 
Machado, otro dictador, en 1928. Se cuenta que bajo sus raíces enterró 
el 'daño' preparado a sus adversarios y una 'prenda judía' que le 
permitiera vivir cien años.
Ante un servicio médico donde falta equipamiento moderno para 
diagnósticos, los atormentados pacientes y sus familiares, acuden a 
cualquier santero o cura milagrosa que les alargue la vida.
Víctor Martínez, funcionario jubilado, lo intentó. Pero ni las pócimas 
ni la santería le pudieron salvar. Murió el primer sábado del mes de agosto.
(Publicado originalmente en el blog Desde La Habana el 10/29/2014).
Source: De la "potencia médica" a los "curanderos milagrosos" - 
http://www.martinoticias.com/content/cuba-medicina-curanderos/78630.html
 
 
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