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Thursday, October 09, 2014

El desguace de los laureles del Instituto

El desguace de los laureles del Instituto
FRANCIS SÁNCHEZ | Ciego de Ávila | 9 Oct 2014 - 8:47 am.

Cortan los árboles más frondosos de la ciudad de Ciego de Ávila y nadie
parece tener responsabilidad sobre el patrimonio natural.

Encuentro a un grupo de hombres, con una sierra eléctrica, mutilando
indiscriminadamente los viejos y grandes laureles que se hallan frente
al antiguo Instituto de Segunda Enseñanza, hoy Biblioteca Provincial,
en el centro de la ciudad de Ciego de Ávila.

A mi intervención y alarma, contestan: "Estamos podándolos". Y
reacciono: "¡¿Pero ustedes llaman a esto una poda?! ¿Por qué este
destrozo?".

Su respuesta: habían recibido la orden de podarlos, porque afectaban a
los autos que pasaban por debajo.

Mientras hago algunas fotos, de cerca y de lejos, se inhiben un rato de
seguir cortando. Pero, al rato, continúan. Y no paran hasta terminar lo
que han venido a hacer. Como fulminados por la mitad, de arriba abajo,
dejan a los laureles. Hacen falta varios viajes de un tractor con una
carreta para llevarse tantas ramas.

En toda la ciudad de Ciego de Ávila no existe otro lugar donde
coincidan, así, árboles de gran frondosidad. Que sobreviviera uno solo
en un lugar público, sería una proeza, pero que varios hayan resistido,
y juntos, el embate y la barbarie de décadas, parece incluso difícil de
creer. Fueron sembrados cuando se construyó una sede definitiva de una
importante institución civil, el Instituto de Segunda Enseñanza (1949),
por lo que con ellos se formarían y crecerían generaciones, entre
profesionales, artistas, políticos y mártires.

Hasta no hace mucho, esos árboles armaban una bóveda natural, uniéndose
a otro también gigante, que les quedaba al frente, pero este fue
cercenado, desaparecido por capricho de un director de la Biblioteca
Provincial cuando llegó al cargo, pues se le antojó que la cercanía de
las ramas podía ser un peligro para los libros. Por cierto, entonces
semejante capricho motivó una inusual polémica, aunque ya el daño, como
ahora, estaba hecho.

Caminar bajo sus ramas amplias, cuando formaban una curiosa bóveda, era
una experiencia muy agradable. Hacerlo después que desapareció la otra
pared verde que ayudaba a crear una sensación de túnel vegetal, todavía
tenía su encanto, por la sombra majestuosa que aún existía. No por gusto
en esta especie de refugio, año tras año, se organizaba un área infantil
de la Feria Internacional del Libro.

La persona que atiende Áreas Verdes en la Dirección Municipal de
Comunales, a donde hago una llamada, me confirma que la "acción" ha sido
ejecutada por una brigada de esta empresa, y se lanza a probar suerte
con una sarta de justificaciones. Que afectaban el tendido eléctrico:
error, porque las ramas cortadas son las que están precisamente al otro
lado de los cables. Que los vecinos se quejaban: error, porque estos
árboles ni rozan la casa de ningún vecino, ¿o acaso es verosímil que
transeúntes se quejen de recibir sombra?

Parece que estamos en medio de un caos social donde las instituciones y
personas que "atienden" un área de la vida son las que tienen la
capacidad de infligir más daño allí precisamente.

Llamé a Patrimonio Provincial, y comprobé lo que me temía: no contemplan
nada que se parezca a "patrimonio natural" entre sus responsabilidades,
ni en el llamado casco histórico de la ciudad. Pienso que, quizás, si se
les ocurriera comenzar la tradición de darle una vuelta a estos árboles
como a la ceiba de La Habana Vieja y lanzarles monedas, con fines
turísticos, alguien se preocuparía.

El crimen está hecho. Coartadas, los culpables quizás poco a poco se
inventen algunas. Aunque el verdadero móvil seguro permanecerá oculto.
¿O, por el contrario, estará a la vista? Tengo mis sospechas. Se ven
flamantes autos parquear aquí, y recuerdo lo primero que me dijeron los
encargados de hacer el trabajo sucio, y pienso que sí, que una rama
podría rayarle la pintura a un auto. Y tratándose de una llamada de
auxilio de un dirigente, cualquier "Lindoro Incapaz" puede aunar la
fuerza necesaria para atraer rápido a las sierras eléctricas.

El proyecto de civismo republicano, abolido, nunca fue remplazado, y la
naturaleza, incapaz de emigrar o simular, se quedó indefensa. Como
resultado, hoy es tan fácil que la burocracia pase por encima de los
árboles.

¿Cuántos vaivenes, cuántos malos tiempos, gobiernos y desgobiernos, debe
sobrevivir un frágil árbol en medio de una ciudad, para alcanzar la
contundencia de los años y el beneficio que se traduce en potentes
ramas? Su presencia, la simple existencia, puede ser un monumento a la vida.

Hoy estos laureles del antiguo Instituto, los que quedan en pie, se
muestran, de manera significativa y elocuente, depredados sin justificación.

Source: El desguace de los laureles del Instituto | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1412837259_215.html

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