Indultos en cuba, ¿buenas intenciones o un juego con los derechos humanos?
El indulto resulta contraproducente, en tanto las autoridades continúan 
disponiendo a conveniencia de la vida de seres humanos
Miriam Leiva, La Habana | 30/12/2011
El indulto a unos 2.900 prisioneros comunicado por el presidente Raúl 
Castro el 23 de diciembre, durante la sesión de la Asamblea Nacional del 
Poder Popular, sorprendió en Cuba y a la comunidad internacional. La 
decisión inusual impresionó como una muestra de reconocimiento de los 
derechos humanos en la cerrada sociedad totalitaria. Pero, ¿se trata de 
sensibilidad y justicia, o de una calculada maniobra de relaciones públicas?
La liberación de esos cubanos y la normalización de la vida de sus 
familias complacen y crean esperanzas. Sin embargo, se estima que en las 
nefastas cárceles existen entre 60 y 80 mil reos, lo que sitúa a Cuba 
entre los primeros seis países en el mundo en relación con su población, 
de manera que 2.900 personas constituye una ínfima cifra.
Según manifestó el General Raúl Castro, fue un acuerdo del Consejo de 
Estado, en un gesto humanitario y soberano al incluir mujeres, enfermos, 
personas con más de 60 años de edad y jóvenes que han elevado su nivel 
cultural y las posibilidades de reinserción social. Añadió que no se 
incluyen, salvo contadas excepciones, los sancionados por delitos de 
espionaje, terrorismo, asesinato, homicidio, tráfico de drogas, 
pederastia con violencia, violación y corrupción de menores y robo con 
fuerza en vivienda habitada, pero que serían puestos en libertad algunos 
condenados por delitos contra la Seguridad del Estado que han extinguido 
en prisión una parte importante de la pena, con buena conducta. Adujo 
que la decisión respondió a análisis de comportamiento por las 
instituciones correspondientes, las solicitudes de familiares y diversas 
instituciones religiosas —entre ellas el Consejo de Iglesias de Cuba y 
la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, por intermedio de su 
presidente (Monseñor Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de 
Cuba)—, así como teniendo en cuenta la anunciada visita del Papa 
Benedicto XVI y la celebración del 400 aniversario del hallazgo de la 
imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre.
Los nombres de los presos favorecidos apareció en el sitio web de la 
Gaceta Oficial, con el No. 47-Extraordinaria y fecha del 24 de 
diciembre, y no ha se ha vendido en los quioscos, pero en el transcurso 
de los días se ha conocido las salidas de las prisiones e incluso el 
malestar en ellas —particularmente en Boniato de Santiago de Cuba—, por 
no estar incluidos o por inconformidad con las características de 
algunas liberaciones. Se destaca la ausencia de la mayoría de los 
prisioneros políticos, pues solo se ha conocido de cinco, lo cual no es 
justo.
Dos omisiones sobresalen: los 15 prisioneros de conciencia de los 75 que 
permanecen bajo licencia extrapenal, sin abandonar Cuba por decisión 
propia, que podrían ser retornados en cualquier momento a las cárceles 
ya que sus condenas están vigentes; y el norteamericano Alan Gross, a 
pesar de que se expresó "la disposición de conceder la excarcelación 
anticipada a 86 ciudadanos extranjeros, de 25 países". Esto denota el 
desprecio a las razones humanitarias con respecto al contratista, 
enfermo, mayor de 60 años, y a su anciana madre e hija, ambas padeciendo 
de cáncer. Asimismo ignora los gestos de la Administración Obama, 
beneficiosos al pueblo cubano, y recalca la intención de mantener la 
tensión en las relaciones, aun cuando el presidente Raúl Castro 
reiterara en esta ocasión que "Cuba mantiene la propuesta de avanzar 
hacia la normalización de sus vínculos con Estados Unido y desarrollar 
la cooperación en todas las esferas que puedan beneficiar a ambos pueblos".
Aunque se quisiera ver el vaso medio lleno, mirándolo bien se aprecia 
bien vacío. El indulto resulta contraproducente, en tanto las 
autoridades continúan disponiendo a conveniencia de la vida de seres 
humanos, sus rehenes. Es una dura realidad. Incluso crea una delicada 
situación a las instituciones que se han esforzado por contribuir al 
progreso de las libertades individuales y la sociedad civil en Cuba. 
Reconocemos el desempeño de la Iglesia Católica Cubana como interlocutor 
de las autoridades, con el resultado de la excarcelación de los 
prisioneros de conciencia de los 75 que aún permanecían en las cárceles 
y unos 200 reos políticos más en meses pasados, los cuales en su mayoría 
partió de Cuba, por el acompañamiento positivo de España. Incluso se 
vislumbran perspectivas halagüeñas de su participación en el proceso de 
cierta apertura, fundamentalmente económica. La peregrinación de la 
imagen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, ha motivado la 
participación voluntaria de millones de ciudadanos en todo el país, 
contribuyendo a la liberación de la religiosidad y el consciente 
albedrío conculcados durante decenios, así como fomentando la 
recuperación de valores cívicos y la reconciliación. No obstante, ni las 
actividades por el año jubilar —400 aniversario— de la Virgen Mambisa, 
ni la visita del Papa Benedicto XVI en marzo de 2012, deben ser 
utilizadas por las autoridades mediante calculados gestos.
Indudablemente esos acontecimientos podrán tener un impacto beneficioso 
en todos: gobernantes y gobernados. Los progresos de nuestra sociedad 
dependen de los cubanos, principalmente de quienes residimos en el 
pequeño archipiélago. Cabe aún esperar que los actuales indultos sean el 
comienzo de un inmediato proceso de excarcelaciones, la aprobación de un 
Código Penal justo, la eliminación de la Ley 88, la revisión de condenas 
a tenor con la reciente autorización de actividades antes consideradas 
ilegales, la posibilidad de libre expresión de los ciudadanos y el cese 
de la represión política. No son quimeras, sino oportunidades que brinda 
la maltrecha Cuba de hoy a quienes pueden hacerlo.
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