Luis Enrique Ferrer, prisionero de conciencia
PRISIÓN MAR VERDE, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Muchas veces he 
escuchado decir a los gobernantes cubanos que las prisiones son 
universidades.  Recientemente, el cantautor Silvio Rodríguez realizó una 
gira por varias cárceles. Todo eso no es más que una cortina de humo que 
el gobierno pretende crear para ocultar la cruda realidad de las 
cárceles cubanas. La prisión Mar Verde no es la excepción, sino la regla 
de las cárceles cubanas.
Aquí prácticamente no hay agua corriente desde finales de 2006.  La 
mayor parte del tiempo no llega el líquido a los reclusos debido a que 
las tuberías están viejas y en mal estado.  Un carro cisterna trae 
pequeñas cantidades de agua, contaminada, que se reparte entre mil reos, 
que reciben dos o tres litros cada uno, para todo el día.  Pasamos días 
sin bañarnos, con la ropa sucia.
Defecamos en bolsas de nylon que arrojamos al sótano a través de las 
rejas del baño, porque sin agua no es posible limpiar las letrinas 
(huecos en el piso donde hacemos nuestras necesidades fisiológicas). 
Vivimos en un verdadero "mar verde" de excremento.
La asistencia médica es casi inexistente.  La falta de medicamentos es 
total; no hay ni siquiera aspirinas, y un dolor de cabeza o de muelas se 
convierte en una tortura. En esta prisión, con más de mil reclusos, el 
puesto médico es atendido por aprendices y sólo de día. Por las noches y 
durante los fines de semana no hay nadie para atender emergencias 
médicas. Si algún  preso se queja por una emergencia médica, el 
tratamiento inmediato es la brutal represión.
Nadie se preocupa por mejorar las infrahumanas condiciones de vida de 
esta prisión, que se asemejan a las de los campos  de exterminio nazis.
Debido a las terribles condiciones de vida, abundan aquí las auto 
agresiones. Proliferan las huelgas de hambre, como forma de protesta. 
Las palizas se repiten a diario.  El 7 de noviembre dos jóvenes 
intentaron suicidarse, uno, por ahorcamiento, y el otro se lanzó desde 
lo alto de la prisión desbaratándose la cabeza.
El hecho ocurrió inmediatamente después de que el recluso Florencio 
Deronselé  sostuviera una entrevista con el director del presidio. Tenía 
36 años y había sido sancionado en 2005 a ocho años de privación de 
libertad, acusado de un delito de robo con fuerza. Se desconoce el 
asunto tratado entre el jefe carcelario y el fallecido, pero la 
conversación entre ambos provocó que Deronsolé se lanzara al vacío.
El 8 de noviembre, un día después del suicidio, varios reclusos fueron 
trasladados de urgencia para la prisión de Boniato, en Santiago de Cuba, 
por expresar que Florencio se había suicidado debido a la paliza que le 
habían propinado los militares por exigir sus derechos como reo.
El otro prisionero, Dioslandis Coba Escobar, de 32 años, del 
destacamento  3, intentó ahorcarse en la madrugada del día 7 y aún se 
encuentra ingresado en el hospital provincial.
La comida es muy poca y muchas veces la sirven en estado de 
descomposición. La violación de la correspondencia es común. No tenemos 
acceso a leer la prensa, ni a escuchar la radio. No recibimos asistencia 
religiosa.
Desde mi encarcelamiento, en marzo de 2003, he estado en varias cárceles 
cubanas y todas son iguales a Mar Verde. En ellas he perdido la salud y 
quienes se supone deben custodiar mi vida me han propinado descomunales 
palizas.
Mar Verde es una tenebrosa cárcel, a la que no encuentro ningún parecido 
con una universidad.
Luis Enrique Ferrer fue condenado a 28 años de prisión en la Causa  de 
los 75, en marzo de 2003
 
 
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