2009-01-18.
Osvaldo Alfonso Valdés, Ex Prisionero de Conciencia de la Causa de los
75 y Analista Político de Misceláneas de Cuba
(www.miscelaneasdecuba.net).- El próximo martes 20 de enero los Estados
Unidos tendrán un nuevo presidente. Barack Obama asumirá la presidencia
de la nación más poderosa del planeta en medio de una crisis mundial en
lo económico y con graves conflictos políticos en distintos puntos del
planeta.
Las expectativas que ha despertado el próximo mandatario norteamericano
son grandes, tanto al interior de su propio país como en la comunidad
internacional por el protagonismo de esa gran nación en los asuntos
mundiales.
En el caso de las relaciones con Cuba, no deja de verse asimismo grandes
expectativas, y además incluso exigencias cuando conocemos las
declaraciones que reiteradamente han hecho sobre todo gobernantes
latinoamericanos que por estas semanas abrazan sin el menor pudor a los
líderes de la dictadura castrista y no dicen ni una palabra sobre sus
crímenes y las sistemáticas violaciones de derechos humanos en la isla.
Un ejemplo es el presidente del Brasil, Luis Ignacio Lula da Silva, que
al parecer se ha creído muy en serio que en el tema de Cuba será
escuchado por el nuevo inquilino de la Casa Blanca y no para de enviar
mensajes. Todo ello en medio de su política de total complicidad con la
dictadura cubana y en su ya evidente interés de dar legitimidad al
régimen sin que existan ningún tipo de cambos hacia el respeto a las
libertades y la apertura.
Pero Lula ha dicho muchas cosas en relación con Cuba y hasta en una
ocasión dio por muerto a Fidel Castro y declaró que este podía haber
hecho transformaciones cuando estaba vivo. Su más reciente intromisión
en la cuestión de nuestra patria ha sido cuando culpó al embargo
estadounidense de que "la revolución no siguió su curso normal".
¿Qué habrá querido decir Lula? ¿Cuál habría sido el curso normal al que
alude? Parece que este señor no entiende que el curso normal de todo
régimen como el cubano es lo que se vive hoy en la isla, que es el más
rotundo fracaso y la insatisfacción más aguda de las necesidades básicas
de la población unido a una feroz represión.
Raúl Castro, por su parte, también ha lanzado sus "piropos" a Obama y lo
ha calificado de serio y honesto y que está dispuesto a sentarte con él
y a negociar gesto por gesto. Si tenemos en cuenta que los legítimos
intereses de un país son los del pueblo y no los de sus gobernantes,
pues habría que tener muy en cuenta que ya el futuro presidente ha
anunciado "gestos" que van en beneficio de los cubanos.
Por ejemplo, el prometido levantamiento de las restricciones de los
viajes de los cubanoamericanos a la isla y la eliminación de las
restricciones en el envío de remesas son dos importantes y nobles gestos
hacia el pueblo de Cuba que beneficiaría a millones de cubanos,
permitiendo más contacto con sus familiares en los Estados Unidos y
también recibir más ayuda monetaria que ya desde hace mucho tiempo
impide que para millones en la isla la vida sea más miserable.
Pero esos no son los gestos que piden Raúl Castro y sus nuevos cómplices
en Latinoamérica. Raúl quiere que les liberen a sus espías presos y
cambiarlos por pacíficos luchadores demócratas. Pero esa exigencia es,
además de casi improbable de cumplir, como inmoral. ¿Qué otro gesto
quiere el régimen castrista? En Norteamérica no se envía a la cárcel a
los ciudadanos por disentir del gobierno, hay libertad de asociación y
de reunión, existe la prensa libre, elecciones periódicas y libertades
económicas; en eso no hay por lo tanto gesto que hacer.
En Cuba, una repugnante dictadura comunista, no existe nada de eso para
mal del pueblo cubano. Ya es sabido que la postura de toda las
administraciones en Washington, y que la actual lo ha reiterado, es que
cuando el Gobierno cubano dé pasos claros hacia una sociedad donde los
derechos humanos sean respetados, comenzará entonces la normalización de
las relaciones entre ambos países. El respeto de las libertades, y una
apertura tanto económica como política y social, mejoraría la vida de
sus ciudadanos y abrirían muchas más posibilidades a la prosperidad en
la isla.
Mas a la dictadura no le interesa el pueblo; los gesto que pide son
hacia ella, que se les reconozca, que se le legitime, pretende que
Barack Obama haga lo mismo que Lula, que la Bachellet, que la Kirschnet,
que Felipe Calderón y todo el resto de los mandatarios del continente
que sin escrúpulos por estas fechas desfilan por La Habana, ignorando a
la disidencia y haciéndose de ese modo cómplice de un régimen violador
de los derechos humanos.
Barack Obama es sin duda un líder carismático y culto que despierta
simpatías grandes dentro y fuera de las fronteras de su país. Pero es el
Presidente de un país de instituciones asentadas sobre leyes y valores
democráticos sólidos. Muchos eso no lo entienden y han también
confundido la popularidad y el carisma del nuevo presidente de los
Estados Unidos con mesianismo al estilo de los caudillos populistas
latinoamericanos. Quedarán decepcionados, y no es de dudar que será muy
pero que muy pronto.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=18908
No comments:
Post a Comment