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Monday, April 07, 2008

La tierra para el que la trabaja?

7 de abril de 2008

¿La tierra para el que la trabaja?

Diario Las Americas
Publicado el 04-05-2008

Pablo Alfonso
pabloalfonso@comcast.net

Hace mucho tiempo ya que en Cuba la tierra no es de quien la trabaja. Es
del Estado.

Aquella reivindicación agraria -la tierra para el que la trabaja-, que
hizo del mexicano Emiliano Zapata, el referente obligado de cualquier
programa revolucionario en América Latina, se esfumó en el nacimiento
mismo de la Reforma Agraria, que hizo ley el castrismo.

Medio siglo después de aquel fiasco reivindicativo, que convirtió al
Estado en el único latifundista del país, la estructura agraria cubana
vuelve a reajustarse. El general Raúl Castro acaba de reconocer,
implícitamente, que el Estado es un latifundista ineficiente,
improductivo. Los que trabajan la tierra, los campesinos que conocen de
cerca sus secretos y cosechan sus sudores, merecen beneficiarse del
fruto de su trabajo, que a fin de cuentas beneficia al resto de la sociedad.

En consecuencia, hay que acudir a ellos, a su esfuerzo personal, para
recuperar las cosechas ausentes y ponerle fin a los decenios grises del
estatismo agrario.

No es un regreso a las raíces. La historia nunca vuelve a su punto de
partida. Es un reajuste del llamado socialismo castrista.

Por eso, la tierra seguirá siendo propiedad del Estado, aunque ahora se
entregue en usufructo a quien la trabaje y sepa cómo hacerla producir.
En el fondo, es una forma de eludir el dogma marxista-leninista; de
pasarlo por alto sin confesar de una vez por todas su rotundo fracaso;
una salida pragmática.

A fin de cuentas, dado que la ideología no se puede comer, ni la
filosofía nutre las necesidades materiales de los mortales, lo concreto
es que los cubanos quizás puedan en lo adelante encontrar en su mesa los
alimentos que necesitan, cosechados en su tierra, no importados desde el
extranjero.

Bienvenida sea entonces esta parte del todo. La buena política no es
nunca un excluyente: todo o nada. No se implementa en blanco y negro.
Los procesos sociales más exitosos son consecuencia de la flexibilidad,
del consenso, del reconocimiento de las realidades, sus coyunturas y
circunstancias.

Los datos que apuntalan la decisión adoptada por el general Raúl Castro
son contundentes.

El sector cooperativo y campesino sólo posee el 35 por ciento de la
tierra cultivable del país, pero aporta el 60 por ciento de la
producción agrícola nacional. ¿Se requiere de otra prueba que demuestre
la ineficiencia de la administración estatal?

La medida anunciada por Orlando Lugo Fonte, presidente de la Asociación
Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) establece que de inmediato se
entreguen tierras ociosas en este orden:

Primero a las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) integradas
por pequeños propietarios de tierras.

En segundo lugar a las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC)
que se crearon en el país a principios de 1990, a partir de las empresas
agrícolas estatales. No han sido muy eficientes estas UBPC, aunque hay
que decir en su favor, que los controles administrativos que les impone
el Estado, asfixian su libertad de decisión.

El tercer escalón de esa entrega masiva de tierras en usufructo, quedará
para los campesinos privados, que califiquen para ello. Según explicó
Lugo Fonte esto último todavía está en estudio…

Por el momento, los pequeños cosecheros de tabaco y café (ambos
productos con excelentes precios en el mercado internacional), ya están
recibiendo los beneficios de esa medida.

Todavía quedan algunos problemas relacionados con el agro, que tendrá
que resolver el general Castro, para salvar las contradicciones entre la
ideología y la práctica, valer decir, entre la ficción y la realidad.
Ese es el caso, por ejemplo, de la comercialización de las cosechas. La
figura del intermediario, ese personaje que recibe un beneficio por el
trabajo de llevar lo cosechado, desde el surco hasta el mercado, está
demonizado por el carcomido concepto marxista de la plusvalía…Su
alternativa, las empresas estatales de acopio, están condenadas por la
experiencia de sus fracasos.

El trabajo y la gestión empresarial, cuando es eficiente, genera bienes
materiales y acumula riquezas individuales. ¿Superará el general Castro
esta "contradicción" que alimenta el gérmen del marxismo y que le ha
impuesto a la economía cubana una camisa de fuerza de medio siglo?

Es un anhelo que parece comparten muchos compatriotas dentro de Cuba.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/abril08/07nter10.html

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