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Wednesday, April 02, 2008

De hoteles, derechos y privilegios

2 de abril de 2008

De hoteles, derechos y privilegios

Armando Añel

Para los cubanos residentes en Cuba, la posibilidad de hospedarse en los
hoteles de la Isla, reservados al turismo exterior desde hace lustros,
vuelve a hacerse realidad. La nueva orientación gubernamental, según
algunas agencias de prensa internacionales, circulaba ya desde el pasado
domingo en varias de las principales instalaciones recreativas de La Habana.

Ciertamente, a pesar de que el salario promedio en la mayor de las
Antillas no sobrepasa el equivalente a veinte dólares mensuales, en
dichas instalaciones los nacionales deberán pagar tarifas similares a
las de los turistas extranjeros y, por supuesto, en moneda dura (aun
cuando la inmensa mayoría de los trabajadores cubanos percibe sus
salarios en pesos, inservibles en los hoteles del archipiélago). Pero
algo es algo. Falta averiguar si el levantamiento de la veda nacional
incluye la posibilidad de disfrutar de cotos turísticos hasta ahora
exclusivos –algunos de ellos, incluso, de difícil acceso para el cubano
de a pie-, como Cayo Largo o Varadero. En éste, como en la mayoría de
los asuntos que giran alrededor de los derechos civiles, se trata de
todo o nada. Tan sencillo como eso.

Falta saber también, porque todo debe saberse, si a la apertura de los
hoteles al turismo nacional sigue la eliminación del vergonzoso permiso
de entrada -o habilitación de pasaporte- que deben solicitar los
ciudadanos cubanos residentes en el extranjero. De seguirle, la
"liberalización turística" emprendida por el castrismo le proporcionaría
réditos económicos considerables. Eliminado este segundo impedimento,
probablemente las aguas de las arcas del régimen suban de nivel, a
consecuencia de la lluvia de divisas procedente de Europa y de Estados
Unidos (a pesar de que, a partir de las medidas tomadas por la
administración Bush durante su segundo período, los cubanos residentes
en este último país sólo pueden viajar a Cuba una vez cada tres años). Y
es que muchos nacionales radicados en el exterior no se perderán la
oportunidad de hospedarse en esos centros recreativos con sus familiares
de la Isla, o de hacerles llegar remesas para que éstos puedan hacerlo
por su cuenta.

En cualquier caso, cuidado. La medida, incuestionablemente popular,
también puede tener efectos colaterales no precisamente positivos. Por
ejemplo, puede servir a los órganos represivos del régimen para rastrear
y expropiar más eficazmente a los "macetas", término con que en Cuba se
identifica a los ciudadanos más o menos adinerados, sobre todo a
aquellos que han amasado sus pequeñas fortunas al margen del Estado, en
el mercado negro o por cuenta propia.

También puede servir para disimular con holgura, ante los ojos del
pueblo y de los corresponsales extranjeros, las prerrogativas y
privilegios de los que goza la clase alta cubana, que no necesitaba esta
nueva medida para pisar por primera vez el lobby de un hotel cinco
estrellas. Una clase a la sombra de la nomenklatura, o que forma parte
de ella. Precisamente, la clase encargada de sostener el castrismo más
allá del fidelismo.

letrademolde@letrademolde.com

http://www.cubanet.org/CNews/y08/abril08/02inter1.html

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