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LA HABANA, 8 (AP) - El boxeador cubano Guillermo Rigondeaux alegó que 
nunca intentó desertar durante los Juegos Panamericanos en Río de 
Janeiro, que se ausentó de un pesaje porque comió de más y permaneció 
desaparecido casi dos semanas junto con su compañero Erislandy Lara 
porque "estábamos perdidos".
Aún así, Rigondeaux reconoció que al igual que Lara cometió una "grave 
indisciplina", que de momento ya le costó el puesto en la selección 
cubana, según afirmó el presidente Fidel Castro.
"Estábamos perdidos, lejos de Río, no sabíamos como regresar", dijo 
Rigondeaux el miércoles en una entrevista con la AP en su casa en el 
barrio Boyeros de la capital cubana.
Instalado en el sofá de la sala y con su hijo Guillermo de cinco años 
sentado en su regazo, Rigondeaux ofreció su versión de los extraños 
hechos que produjeron su descalificación de los Panamericanos, su 
desaparición, y posterior arresto y deportación a Cuba.
Rigondeaux recordó que después de ganar la primera pelea en los 
Panamericanos quiso ir de compras junto con Lara a pesar de que estaba 
prohibido hacerlo.
"Salimos con un alemán, lo hicimos sin autorización, esa fue la primera 
indisciplina, nunca me había pasado", indicó.
El peso gallo, bicampeón olímpico y mundial, agregó que "después nos 
complicamos, comimos mucho y decidimos no virar porque no teníamos 
tiempo para hacer el peso al día siguiente. Nos dio miedo, era muy 
grave, Cuba nunca perdió una pelea en el pesaje. En ese momento no 
reflexionamos más".
De ahí en adelante, dijo que estuvo en una casa junto con el alemán y 
otras personas, de donde no sabía cómo salir para regresar a Cuba.
Según la policía brasileña, el dúo, que desapareció el 22 de julio, fue 
arrestado 11 días después en Cabo Frío, un balneario cerca de Río de 
Janeiro, cuando se venció el límite de tiempo concedido en su visa.
Allí, las autoridades dijeron que ambos parrandearon a todo dar.
El sábado, los dos fueron deportados a Cuba después de "rechazar 
nuestras repetidas ofertas de asilo político", afirmó un vocero de la 
policía que habló bajo la condición de permanecer en el anonimato como 
es la costumbre en Brasil.
"Nos dijeron que amaban a su país y que querían volver a casa", agregó.
Los boxeadores le dijeron a la policía que fueron abordados por un 
empresario alemán, y que le dieron sus pasaportes. El mes pasado, la 
empresa alemana de promotores Arena anunció con bombos y platillos que 
Rigondeaux y Lara habían firmado contratos de cinco años.
En marzo, Arena contrató a los campeones olímpicos cubanos Yan 
Barthelemy, Yuriorkis Gamboa y Odlanier Solís, quienes desertaron 
durante un viaje a Venezuela en diciembre.
Rigondeaux relató que el alemán y sus acompañantes "nos llevaron a 
varios lugares y decían que no podíamos salir, nos ofrecieron dinero, 
mucho dinero (no precisó la cantidad) pero dijimos que no".
"En viajes anteriores me hicieron ofertas, siempre las rechacé porque en 
Cuba me esperan miles de aficionados que me quieren y que nunca defraudé 
hasta ahora", dijo.
Según Rigondeaux "fueron momentos tristes de los que no me gusta hablar".
La policía carioca también informó el miércoles que investiga la 
posibilidad de que Rigondeaux y Lara hayan sido drogados antes de 
desaparecer de la villa.
"Hay señales de que los dos cubanos abandonaron la villa panamericana 
bajo el efecto de algún tipo de droga", dijo el vocero de la policía 
federal. "Hay una investigación abierta y hemos identificado a algunos 
sospechosos, pero todavía es muy temprano para dar más detalles".
Rigondeaux, al ser cuestionado por la AP sobre este tema, afirmó que no 
fue drogado.
El púgil dijo que "un día logramos acercarnos a un pescador, le dijimos 
que llamara a la policía, y enseguida vino".
El boxeador aseguró que tiene esperanzas de volver a pelear por Cuba, a 
pesar de que Castro anunció que Rigondeaux y el welter Lara "llegaron a 
un punto sin retorno como parte de una delegación cubana en ese deporte".
"Estoy dispuesto a triplicar el entrenamiento para traer el año que 
viene la tercera medalla de oro olímpica para mi Patria", dijo.
"No somos malos muchachos", recalcó Rigondeaux quien dijo no haber 
tenido tiempo de leer los periódicos. "Me arrepiento, teníamos miedo de 
regresar, nos demoramos muchos días pero todo ser humano tiene derecho a 
equivocarse, reflexionar y recapacitar".
Varios funcionarios del deporte cubano y entrenadores lo visitaron, dijo 
el púgil de 26 años, "me han tratado igual que siempre, normal, pero 
estoy en la mayor disposición de explicarme con Fidel".
 
 
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