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Friday, August 31, 2007

Un iceberg en el Comité Central

Política
Un iceberg en el Comité Central

¿Perfecciona el régimen la cerrazón política mientras alista la presunta
reforma económica?

Federico Fornés, La Habana

jueves 30 de agosto de 2007 6:00:00

Se suprime la mensajería de internet para periodistas, se censuran sus
trabajos sobre sesiones parlamentarias, aumentan los operativos contra
antenas satelitales, se pretende un dócil congreso de escritores y
artistas, las 'reflexiones' de Fidel Castro serán estudiadas en las
aulas, la irrisoria crítica en los medios escoge demasiado las palabras.

Son excesivas coincidencias para que no parezca un plan. Y si hay un
plan es porque se quiere enfrentar, a toda costa, una amenaza: que una
futura reforma económica, en la que el dinero reprotagonizaría cualquier
fórmula, extienda aún más su "perversión" en las conciencias.

En la lógica del poder eso es un hecho. En la de la gente también, pero
desde otra perspectiva.

"Este afán de trancar parece ser obra de poetas: siempre defienden
causas perdidas", comenta un intelectual mientras empina su trago de ron
en los jardines de la UNEAC, la Unión Nacional de Escritores y Artistas
de Cuba.

Actualmente una numerosa comisión prepara el séptimo congreso de esa
entidad paraestatal surgida en 1961. Según algunos de sus miembros, las
reuniones han sido polvorines verbales.

Para muchos, ya hay poco que hacer para salvar a este Titanic ideológico
que es Cuba. El dinero lo ha copado casi todo, el futuro tiene 24 horas
y lo que queda de idealismo se va en gritos.

Un sábado de este agosto cientos de jóvenes corearon "libertad" en un
concierto del trovador Carlos Varela en La Habana. La policía empleó
gases lacrimógenos ante una marea que pujaba por entrar diabólicamente
en los predios de La Tropical, un espacio para espectáculos de orquestas
salseras que alterna con este tipo de artistas llamados "contestatarios".

Más 'muela'

Roylán Rodríguez, miembro del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes
Comunistas (UJC) encargado de la educación, dice que las meditaciones de
Fidel Castro son "un verdadero arsenal ideológico que no podemos
desaprovechar".

En septiembre, sus pliegos serán material de estudio obligado en casi
todas las enseñanzas, desde la secundaria hasta la universitaria.

Tal vez muchos de los jóvenes gritones del concierto sean la audiencia
de estos ciclos de estudio acerca de las cavilaciones presidenciales.
Ellos suelen llamar a estas acciones muelas o tabacos, es decir,
discursos tediosos que no sobreviven en las playas de sus mentes.

En abril pasado, el vicepresidente Carlos Lage, quien instrumentó las
reformas de los desesperados años noventa, pidió a los jóvenes ser
"inmunes a los cantos de sirena del capitalismo".

Para no parecer demagógico, Lage tuvo que admitir que la nueva
generación ha visto "crecer deformaciones y desigualdades", en los
últimos tiempos con "la existencia de dos monedas y mercados" en el país
(pesos cubanos y divisa).

La idea de esa Cuba de dos pisos quita el sueño a muchos. A los que no
tienen y los que autorizaron a los que tienen.

En una de sus reflexiones titulada Autocrítica de Cuba, el propio Fidel
Castro reconoció que "la falta real y visible de igualdad y la carencia
de información pertinente da lugar a opiniones críticas, sobre todo en
los sectores más necesitados".

El 11 de junio pasado, el convaleciente gobernante aceptó que "mucho
daño hizo a la conciencia social el acceso a las divisas convertibles,
en mayor o menor volumen, por las desigualdades y debilidades
ideológicas que creó".

Asimetrías: ser o no ser

De momento, esa Cuba no tiene marcha atrás. Todo lo contrario. Las
posibles reformas a las que estaría obligada la nueva administración,
para intentar un crecimiento creíble, harían las veces de acelerador de
las desigualdades sociales, porque las políticas redistributivas del
Estado están agotadas y no pueden ir mucho más allá del discurso que las
arropa.

No hay dinero y la empresa socialista, tal como hasta ahora es
concebida, no deja de ser un fardo.

Las propias reformas de los noventa, que de momento evitaron el
paroxismo, abrieron la brecha a las asimetrías al no poder conciliar lo
que es imposible: una economía en crisis con igualdad de oportunidades.

Los saldos políticos no pueden ser peores. Eliades Acosta, ex director
de la Biblioteca Nacional y actual jefe de la oficina ideológica del
Partido Comunista describe así la situación:

Durante la crisis económica creció "una anti-Cuba indeseable,
parasitaria, ignorante, mediocre, derrotista, sumisa al extranjero,
mercantilizada, consumista y despolitizada, cortejante de una hipotética
restauración capitalista en el país".

¿Quieren algo más patético? Esa Cuba contrarrevolucionaria también se
forja un futuro a la sombra del propio sistema que la creó. El
socialismo, parece decirnos Acosta sin proponérselo, también tiene sus
sepultureros.

La percepción oficial es que un iceberg ideológico estaría amenazando
más que nunca el barco de la revolución, justamente cuando los líderes
fundacionales están llegando a la extinción y nadie tiene garantías de
una continuidad tras el vacío generacional.

El dilema de los dilemas

Por lo pronto, la contracandela ideológica no sólo se vale de
seminarios, arremetidas contra redes satelitales y el control del
ciberespacio. Se planea la salida al aire de un quinto canal nacional de
televisión.

¿Contenido? Se dice que pondrá en el aire materiales únicamente
extranjeros para contrarrestar las audiencias clandestinas de la
"antena", por la que los interesados pagan 10 CUC al mes a los
"proveedores ilegales". Otro de los canales, Cubavisión, continuaría su
programación de 24 horas instalada este verano.

"La idea no es ganar dinero con la televisión, sino educar, formar,
entretener", explica Mayra Cué, guionista e historiadora del medio.

Estados Unidos, que destinará 80 millones de dólares adicionales en los
próximos dos años para emisiones radiotelevisivas hacia Cuba, espera que
esa subversión mediática aliente cambios desde abajo más radicales que
los que puede aportar el propio régimen a la hora de la transición.

Las autoridades culturales están alarmadas con ese culto por la
televisión de "afuera", léase estadounidense. Es "más urgente que nunca
luchar contra todas las expresiones de colonialismo cultural presentes
entre nosotros", se lee en el documento que convoca al congreso de
escritores y artistas.

Pero el dilema de los dilemas siempre ha sido cómo hacer funcionar la
economía sin echar mano a los mecanismos de mercado. Una vieja e
hiriente pregunta que desde los tiempos guevaristas regresa con más o
menos arrogancia, según las circunstancias, y que hace repensar una y
otra vez sobre la viabilidad del modelo.

Los chinos saben cómo hacer las cosas, pero cargan con un Tiannamén.

Raúl Castro, quien por más de una vez ha husmeado en las experiencias
pequinesas, no está dispuesto a pagar ese precio y sabe cuál es el punto
de no retorno."El día que tengamos que sacar los tanques a la calle, ese
es el último día de la revolución", dicen que dijo el general hace ya
algunos años.

Dirección URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/un-iceberg-en-el-comite-central

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