Publicado el 04-16-2008
Los Derechos Humanos y los rehenes del comunismo en Cuba
Por Elsa Morejón Hernández
Recientemente la comunidad internacional y el pueblo de Cuba fueron
testigos de la firma de los pactos internacionales de derechos cívicos,
políticos, sociales y culturales por parte del gobierno cubano, sin
embargo, la puesta en práctica de estos convenios internacionales no se
ha materializado aún, por el contrario estos derechos son violados
flagrantemente en contra de la voluntad y el deseo del pueblo cubano.
Los cubanos han expresado públicamente en amplios debates y en
diferentes esferas laborales, estudiantiles, inclusive en las calles de
La Habana su deseo de disfrutar de esos derechos. Para que tenga una
idea del porqué somos del criterio que seguimos siendo rehenes y sin
derechos, citamos algunos ejemplos. La inmensa mayoría de nuestros
prisioneros políticos y de conciencia en Cuba continúan encarcelados y
precisamente por haber exigido la firma y cumplimiento de estos
convenios de Derechos Humanos para el disfrute de la población cubana.
Muestra de estas violaciones fueron las recientes repatriaciones
forzadas por parte del gobierno cubano de cuatro prisioneros de
conciencia. Ellos fueron conducidos desde la cárcel directamente a un
avión y entregados a autoridades del gobierno de España como una actitud
humanitaria, si bien el hecho representó el fin del sufrimiento de ellos
y de sus familiares no deja de ser una actitud contraproducente al
derecho, antiética y antidemocrática por parte del gobierno de Cuba.
Otro ejemplo; hace unos días el periódico Granma órgano oficial del
Partido Comunista de Cuba publicó un artículo titulado "No hipotequemos
nuestro futuro". Una de las opiniones a la que hacía referencia dicho
artículo y que me llamó la atención fue que existía un considerable por
ciento de la población cubana que había perdido el interés por el
trabajo y prefería vivir del meloriqueo y de los demás (trabajo ilícito
por cuenta propia). Pero lo que no se dijo es por qué ha pasado esto; a
los cubanos por más de tres décadas se les obligó a vivir en una
sociedad paternalista, el destete comenzó con el derrumbe del campo
socialista en Europa y la despenalización del dólar estadounidense.
El salario promedio que le ofrece el gobierno a un trabajador común es
de $10 dólares y a un profesional entre $15 y $20 mensuales, para que se
tenga una idea, los productos alimenticios que se adquieren en moneda
nacional con estos salarios, equivale a 260 pesos convertibles cubanos o
sea $300 dólares estadounidenses. Se habla de mayores empleos pero
todavía el gobierno no ha dicho si va a emplear a las personas que
fueron despedidas de sus centros de trabajo por expresar sus desacuerdos
con el sistema comunista en Cuba. Una de las costumbres que existen en
la mentalidad de los gobernantes en Cuba y en todos aquellos que le
siguen el juego es cambiarles el nombre a las cosas para justificar el
no otorgamiento de derechos ciudadanos a la población, restricciones y
prohibiciones por citar algunos.
Los cubanos por su idiosincrasia reflejan muy pocas veces el papel de
víctimas, pero la historia del pueblo judío no dista mucho de la del
pueblo de Cuba. Algunos gobiernos democráticos al igual que muchos
cubanos han planteado en reiteradas ocasiones que la falta de derechos y
de democracia es un asunto a resolver por los cubanos, aunque nos
corresponde a nosotros exigir de inmediato la puesta en práctica y
cumplimiento por parte del gobierno cubano de los pactos internacionales
de derechos cívicos, políticos, sociales y culturales que beneficiarían
a todos los cubanos dentro y fuera de la Isla, o de lo contrario
seguiremos siendo rehenes y sin derechos. Ningún país o gobierno
civilizado y democrático debe estar ajeno al sufrimiento de un pueblo
esclavizado. Recuerden a Eliécer (Elie) Wiesel en su ensayo "Por los
muertos y por los vivos"… Hemos aprendido que aunque cada ser humano
tiene derecho de ser diferente, nadie tiene derecho de ser indiferente
ante el sufrimiento.
* * * *
La articulista es Activista de Derechos Humanos en Cuba y esposa del Dr.
Oscar Elías Biscet González, Prisionero de Conciencia y Presidente de la
Fundación Lawton de Derechos Humanos.
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