La Habana trató de espiar en 1999 a líderes cubanoamericanos
WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
Diplomáticos cubanos en Washington solicitaron en 1999 los servicios de
un prominente periodista y editor literario para espiar a ciudadanos
estadounidenses y personalidades de la comunidad exiliada, entre ellos
los congresistas Ileana Ros-Lehtinen, Lincoln Diaz-Balart y Robert Menéndez.
Según el testimonio de Robert Eringer, representantes de la Sección de
Intereses de Cuba trataron de utilizarlo para que obtuviera información
financiera de los tres legisladores cubanoamericanos y penetrara la
Fundación Nacional Cubanoamericana (FNCA) a cambio de facilitarle
exclusivos contactos y oportunidades de negocios dentro de la isla.
El único problema era que Eringer trabajaba entonces como agente
encubierto del FBI.
Las revelaciones sobre la conexión cubana de Eringer aparecen en su
libro Ruse: Undercover with FBI Counterintelligence (Artimaña:
Encubierto en la Contrainteligencia del FBI), que aparecerá en las
librerías estadounidenses a mediados de este mes. El volumen --de 215
páginas-- lleva el sello de la editorial Potomac Book, de Dulles, Virginia.
"Por supuesto, en el FBI se volvieron locos con el caso'', relató
Eringer, de 54 años, quien reside actualmente en Santa Barbara,
California. "Un oficial de la inteligencia cubana pidiéndome a mí, un
ciudadano estadounidense, que lo ayudara a espiar a ciudadanos de
Estados Unidos en el propio territorio estadounidense era algo
totalmente incompatible con su estatus diplomático''.
Además de los congresistas cubanoamericanos, la inteligencia cubana
estaba interesada en los pasos de directivos de la FNCA como Jorge Más
Santos, Joe García, Dannys Hays, Feliciano Foyo, Alberto Hernández
Sarduy, José "Pepe'' Hernández, Ninoska Pérez Castellón, Kirk Menéndez y
Abel Hernández, este último residente en New Jersey.
También recabó la cooperación de Eringer para instrumentar una campaña
en los medios de comunicación de Estados Unidos con el propósito de
lograr la extradición a Cuba del militante anticastrista Luis Posada
Carriles.
El principal contacto en Washington: Luis Mariano Fernández, segundo
secretario y portavoz de la misión cubana.
"Desconozco si el FBI usó mi información para expulsar diplomáticos
cubanos'', dijo el autor en una reciente entrevista con El Nuevo Herald.
"Lo que sí sé es que estuvieron pensando expulsar a Luis Fernández
debido a mis informes''.
Eringer, avalado por una larga trayectoria como periodista
investigativo, novelista, agente literario y consultor privado de
inteligencia, trabajó para el FBI entre 1993 y 2002 con la misión de
capturar al legendario espía Edward Lee Howard, un desertor de la CIA
radicado en Moscú. Howard, quien falleció en el 2002 en su dacha
moscovita en circunstancias no esclarecidas, viajó al menos seis veces a
Cuba para encontrarse con oficiales de la Dirección General de
Inteligencia (DGI).
Bajo la cobertura de agente literario interesado en publicar las
memorias de Howard, Eringer lo contactó por teléfono en diciembre de
1993 y siete meses después ambos se encontraron en Moscú para ultimar
detalles sobre la edición de Safe House (Casa Segura), que finalmente
apareció en 1995.
Según cuenta Eringer, fue Howard quien intercedió ante representantes de
inteligencia cubana en la embajada de Moscú para permitir la entrada de
su "agente literario'' en Cuba a comienzos de 1999.
Eringer viajó entonces a La Habana para discutir la elaboración de una
posible guía de espionaje que debía llevar a Howard por varias capitales
europeas. La coartada debía servir para la captura del desertor de la
CIA durante una escala en un aeropuerto internacional, pero el plan
fracasó a última hora por temores del presidente Bill Clinton, quien
consideró que la operación podía enturbiar las relaciones con Rusia.
El encuentro en La Habana ocurrió a mediados de marzo de 1999 en el
vestíbulo del Hotel Nacional, donde el colaborador del FBI se hospedó
por recomendación personal de Howard.
En ese primer contacto, Howard le comentó que había pasado la mayor
parte del día detallando a oficiales de inteligencia cubano "los
exámenes y entrevistas que deben cumplirse para ser aceptado por la CIA''.
Howard viajó a La Habana por primera vez en julio de 1989 y regresó en
febrero del año siguiente como parte de una colaboración con los cubanos
sobre técnicas de espionaje de la CIA. Ambas visitas están mencionadas
en Safe House. Cuba le había propuesto irse a vivir con su familia a una
residencia en la barriada habanera de Miramar, pero su esposa, Mary
Howard, rechazó entonces el ofrecimiento.
Sus cuatro viajes posteriores a La Habana salen ahora a la luz en el
libro de Eringer.
El autor afirma que el interés de los cubanos hacia Howard en 1999 era
utilizar su información "para preparar a una persona de Miami con vistas
a infiltrarlo en la CIA''.
La inteligencia cubana estaba también tras la pista de una mujer
lesbiana con alto rango en la CIA, a quien pensaban comprometer y
chantajear por sus ocultas relaciones homosexuales. Los estadounidenses
querían conocer qué había sucedido con el operativo para entrampar a la
oficial, pero Eringer le dijo a El Nuevo Herald que desconocía tanto la
identidad de la persona como los detalles del caso.
Durante su visita a Cuba, Eringer fue atendido por Juan Hernández, un
oficial de inteligencia que fue diplomático en Estados Unidos hasta su
expulsión por espionaje en 1995.
El periodista mostró interés en contactar para posibles libros al
empresario Robert Vesco, prófugo estadounidense y condenado en Cuba en
1996 por delitos económicos, y a Joanne Chesimard, fugitiva del FBI que
vive en la isla desde 1984. También le dijo a Hernández que le gustaría
entrevistar al gobernante Fidel Castro o a su hermano Raúl con el mismo
propósito.
Hernández sólo le prometió hacer gestiones con Chesimard y enviarle el
texto de una presunta biografía de Fidel Castro para publicar en Estados
Unidos, pero ninguna de las dos promesas se materializaron.
Mientras, Howard le presentó allí a dos oficiales del Ministerio del
Interior (MININT), Rolando Salup y Salvador Pérez, quienes le
propusieron establecer una firma comercial en Panamá o México para
realizar ventas a Cuba sorteando los obstáculos del embargo.
Eringer reproduce la conversación con Pérez en los siguientes términos:
'Necesitamos cosas todos los días. Un día puede ser arroz, el próximo
día pintura, el día siguiente, algo más. Si podemos suplir las
necesidades del mercado, hacemos dinero. Yo te llamo, te digo qué
necesitamos. Tú lo encuentras y hacemos el trato''.
Las ventas de productos agrícolas y alimentos de compañías
estadounidenses a Cuba no se autorizaron hasta finales del 2000, cuando
el Congreso levantó la prohibición por razones humanitarias.
Tras su regreso a Estados Unidos, los diplomáticos cubanos en Washington
intensificaron sus contactos con Eringer.
En abril de 1999, durante una cena en el apartamento de Fernández en
Washington, Eringer conoció al diplomático cubano Luis Abierno, quien le
propuso publicar un libro sobre la red de agentes cubanos que penetró la
CIA hasta 1987. La red tuvo que desarticularse tras la deserción del
mayor de la inteligencia Florentino Azpillaga.
Fue en esta reunión que ambos diplomáticos le plantearon investigar a
los tres congresistas cubanoamericanos y descubrir sus "contribuciones
financieras no declaradas''.
"¿Nos puede ayudar con esto?", le preguntó Abierno, quien regresaría a
La Habana en junio de 1999 tras cumplir su misión.
"Posiblemente su país ya ha investigado a estos congresistas. Déme
alguna pista'', le respondió Eringer.
"Usted puede ir a Cuba''...[Allí] ellos le podrán decir algunas cosas'',
indicó Fernández, quien aseguraba que los tres legisladores estaban
financiados por una ''fuente misteriosa''.
Meses después, Fernández, cuyo nombre en clave para el FBI era
Flakester, acudió a Eringer para que lo ayudara a organizar una cena con
periodistas de Estados Unidos. El diplomático cubano quería hacer
proselitismo sobre la política de Washington hacia Cuba, que --según su
versión-- estaba controlada por una "pequeña minoría de cubanos de Miami
contrarios a Castro''.
A finales del 2000, Fernández llamó insistentemente a Eringer para
pedirle que asistiera a la inauguración de la sede de la FNCA en
Washington, fijada para el 6 de febrero del 2001, y luego le envió por
correo electrónico la lista de miembros de esa agrupación que debían ser
"monitoreados'', especialmente Dannys Hays y Joe García.
A mediados del 2000, García fue designado director ejecutivo de la FNCA
y Hays al frente de la oficina en Washington.
La operación de Eringer relacionada con Cuba fue asignada a la oficina
del FBI en Albuquerque, Nuevo México, y supervisada por la oficina
central de Washington.
Eringer no asistió a la recepción, no contactó a ningún miembro de la
FNCA y ni viajó a Cuba, a pesar de las numerosas insistencias que
provenían de La Habana.
La "conexión cubana'' se desarticuló en el 2001 tras la detención de
Robert Hanssen, quien admitió haber espiado para Moscú a cambio de
dinero y diamantes durante más de dos décadas. A partir de ese momento
el FBI le recomendó no viajar más a Rusia ni a Cuba.
Fernández nunca fue declarado persona non grata y terminó su misión en
el 2002. Sin embargo, en los días de sus contactos con Eringer el FBI
acusó de espionaje al vicecónsul José Imperatori, quien fue expulsado en
el 2000 por sus vínculos con un funcionario de Inmigración en Miami.
Eringer archiva en su trayectoria como reportero investigativo la
infiltración del Ku Klux Klan y de grupos neonazis, fruto de exitosos
artículos en la prensa británica. Se le atribuye también la creación y
dirección del servicio de inteligencia del Príncipe Alberto II de Mónaco.
Sus servicios en el FBI también fueron determinantes en la extradición
del conocido activista antibélico Ira Einhorn en julio del 2002.
Einhorn, acusado de asesinato, escapó a Francia en 1981 y permaneció
fugitivo desde entonces, amparado por una identidad falsa.
Durante un "encuentro literario'' con Einhorn en un restaurante del
poblado de Saint-Claude, Francia, en enero del 2001, Eringer le contó de
sus andanzas en Cuba.
"Ese es el lugar donde mi abogado me aconseja irme, Cuba. El dice que
puede hacerme todos los arreglos. Todos mis amigos me han dicho que me
vaya allí'', le confesó Einhorn.
Eringer trató de persuadirlo de que no lo hiciera, considerando que su
captura se haría imposible si se refugiaba en la isla.
"Cuba es un desastre'', manifestó Eringer. "Tengo otra idea, que es
mucho mejor que morirse''.
http://www.elnuevoherald.com/noticias/america_latina/cuba/story/186081.html
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