2007-03-30.
Guillermo Fariñas Hernández, Director de Cubanacán Press
En el archipiélago todos tienen miedo, pero unos de los que más lo
padecen, son aquellos sujetos pertenecientes a las instituciones armadas
y fundamentalmente aquellos que viven de un trabajo, que conlleva
reprimir a sus conciudadanos o sea los represores de oficio.
Este grupo de nacionales son esencialmente temerosos, porque se percatan
que sus manos y sobre todo sus conciencias están manchadas con sangre,
pues ya comprendieron que los sostenedores del poder político durante
casi media centuria, usan su impetuosidad, mal transformada en un
engañoso servicio a la Patria, para causarle crueles dolores físicos y
espirituales a los opositores.
Estos se perciben como los represores del momento actual, los sicarios o
torturadores contemporáneos, los que continúan en este menester
rechazado socialmente, a pesar de que al llamado Marxismo-Leninismo
están tratando de "Reinventarlo", a como de lugar y una filosofía
sustentatoria no existe.
Varias son las instituciones castrenses con una cantidad de miembros
mayoritaria en este estamento social, donde se destacan la Dirección
General de la Policía Nacional Revolucionaria (DGPNR), la Dirección
General de Contrainteligencia (DGCI), la Dirección de Instrucción Penal
(DIP), la Dirección de Establecimientos Penitenciarios (DEP) y la
Dirección de Tropas Guarda Fronteras (DTGF).
Todas estas líneas del Ministerio del Interior cubano son las que más
chocan con la población, debido a la índole de su labor cotidiana, por
lo que son vistas en un plano social de un modo mayoritario, cual
crueles, inhumanas, abusadoras, prepotentes, desalmadas, malignas,
cínicas, oportunistas, engañosas, embusteras y hasta diabólicas.
La otra entidad armada nacional el Ministerio de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (MINFAR), también cuenta con la Contra Inteligencia
Militar (CIM), las Tropas de Prevención (Policía Militar) y las Tropas
Especiales, que aunque no enfrentan a los pobladores de a pie en el día
a día, si tienen una labor puntualmente destacada en momentos históricos
represivos en estos 48 años.
Esta amalgama de personas se encuentran predispuestos paranoicamente,
ante un inminente cambio tras la muerte del hoy enfermo Dr. Fidel
Castro, todos aunque en público se desgañitan reafirmando: "A esta
Revolución no la tumba nadie", en la intimidad de su familia más
cercana, si expresan sus dudas en cuanto al futuro del Socialismo Castrista.
No son sólo ellos quienes temen, sino a su vez todo el entorno familiar
que rodea al represor, esto ha traído no pocas tensiones dentro de los
consanguíneos, ya que por lo general los jóvenes presionan de disímiles
maneras a sus mayores, para que abandonen su quehacer represivo y
busquen laborar en áreas donde no se perjudique a la ciudadanía por
oficio y práctica.
Lo peligroso de este grupo social es que por la incumbencia de su
trabajo se mantienen armados, portan en sus bolsillos una identificación
personal, que los cualifica cual connotados represores del régimen en el
poder y por esto el sistema político les hace concesiones inimaginables
para otros servidores del estado.
A veces las referidas concesiones se convierten en prebendas no escritas
en ningún reglamento, directiva, decreto, orientación o ley del
gobierno, lo que los transforma como una clase privilegiada dentro del
conjunto de la sociedad nacional y ellos los beneficiarios se percatan
que es una afrenta a sus conciudadanos, pero la prepotencia los obnubila.
Estos conocen mejor que nadie, porque conviven dentro el propio aparato
represivo, que si algunos isleños se les vigila es precisamente a ellos,
en primer lugar por estar equipados con armas de fuego, en segunda
instancia tienen experiencia conspirativa por sus menesteres laborales y
mantienen tropas bajo su mando por ser lideres militares, todo esto les
causa mucho terror, ya que el fantasma del general Arnaldo Ochoa aun
sigue vivo.
A veces la inmadurez de algunos funcionarios represivos muy jóvenes, los
encamina a cometer excesos contra los ciudadanos a reprimir, también el
nivel de instrucción educativa o el poco desarrollo socio-económico de
la región del país de donde provengan, juega un protagonismo muy
negativo y si adicionamos a todo esto los trastornos de la personalidad
propios de toda sociedad totalitaria, lo que crea un caldo de cultivo
altamente letal para un supuesto estado de derecho a respetar.
Por las características históricas del propio Fidelismo, en el cual ha
dejado bien claro a sus seguidores, que los únicos cargos inamovibles
son los del Mesías de Verde Olivo y de su hermano menor Raúl Castro,
todo esto crea una situación paradójica entre los represores, pues están
armados hasta los dientes y pueden convertir a cualquier simple cubano
en un inquilino de las prisiones.
Sin embargo se paralizan por un terror animal ante dos temores, uno es
el cambio hacia la democracia que los aterroriza, pues intuyen que
rendirán cuenta por los abusos personales e institucionales realizados y
el otro que en cualquier momento puedan ser defenestrados por el poder
absoluto del Gran Hermano, pasando de represores a reprimidos, esto los
convierte en unos cobardes, sólo que peligrosos.
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