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Friday, January 05, 2007

Numeros en pugna

Economía
Números en pugna

Los resultados económicos son la manzana de la discordia. Unos los
tachan de inciertos y otros, viceversa; pero a la mayoría les importa un
comino.

Federico Fornés, Ciudad de La Habana

miércoles 3 de enero de 2007 6:00:00

En Cuba, nada se parece más a la economía que sus propios precios: ambos
están por las nubes.

Muchos creen que para 2007 las estadísticas podrían ser tan delirantes
como ahora y que el estado de cosas será más o menos un calco. Es
imposible —ripostan— cotejarlas por medios independientes.

"Cuba no falsea sus estadísticas, ni las manipula", alega el ministro de
Economía, José Luis Rodríguez, al poner en blanco y negro el crecimiento
del producto interno bruto de la Isla en 2006: 12, 5 por ciento.

La cifra encarama a la economía cubana "a la cabeza del crecimiento
mundial", desplazando así a China, que hace cuatro años mantiene
crecimientos superiores al diez por ciento y que se tiene como la
economía más arrolladora del planeta.

"Las imprecisiones, los datos inexactos, enmascarados consciente o
inconscientemente no pueden continuar", acotó tronante el general Raúl
Castro ante el parlamento, poco después de escuchar el informe de Rodríguez.

¿Una podrida para el ministro? La pregunta suena chocante, pero en la
calle la gente cuestiona hasta la saciedad los indicadores. Los números
van por un lado, la vida por otro.

Comerse un cable

"Pueden decir lo que les dé la gana. El papel es el animal más fuerte:
aguanta todo lo que le pongas", asegura riendo una ex maestra de
educación primaria. "Realmente no les presto atención, son números al
fin y al cabo".

Se dedica a repasar a una docena de muchachos de segunda enseñanza en su
casa, "para que aprendan lo elemental que no le dan en la escuela".
Cobra diez pesos por sesión de dos horas. Al mes obtiene un salario
superior a los quinientos pesos, unos 20 convertibles.

"Aquí lo único que crece es la producción de cable. Esa no falla nunca",
dice alguien a quien apodan el "pichao" —demente— por sus atrevidos
comentarios de esquina. "Comerse un cable", en norma cubana, significa
padecer penuria.

El espectacular "aumento" del PIB cubano se sustenta, según la CEPAL
—Comisión Económica para América Latina— en la ampliación de las
relaciones comerciales con Venezuela y China y, al igual que en 2005, en
el crecimiento de la venta de servicios profesionales, especialmente de
salud, a más de una treintena de naciones.

También influyó, siempre según datos oficiales, el incremento de las
exportaciones de níquel y de medicamentos, y en menor medida el turismo,
que apenas rebasó los dos millones de visitantes.

Las remesas desde el exterior, fundamentalmente de Estados Unidos, y que
se calculan entre 800 y 1.000 millones de dólares, son excluidas por la
aritmética oficial.

Hace dos años, La Habana diseñó su propio método para medir el PIB, aún
no validado por organismos internacionales. El procedimiento incluye
gastos sociales y subvenciones estatales a productos y servicios a la
población. Es una manera de realzar la justicia social del sistema,
alegan sus patrocinadores.

De cualquier manera, los impugnadores del 12, 5 por ciento encuentran un
escollo en las explicaciones de Rodríguez.

"Si se excluyeran del cálculo de PIB los servicios y el comercio, la
economía crecía un 9,51 por ciento, que es igualmente importante", dijo
el también vicepresidente cubano.

La sátira se reactualiza

Tradicionalmente, las estadísticas cubanas, sobre todo las productivas,
suelen ser pinchadas por la duda pública. Desde los años ochenta, la
gente acuñó la frase de inflar globos para impugnar su credibilidad.
Desinflarlos nunca ha sido menester de nadie.

Hasta en los periódicos de la época se hablaba del término en aras de
atacar a una burocracia que sólo quería agradar a sus superiores con
cifras que pecaban de inverosímiles. Uno de los ejemplos más
escandalosos eran los datos de promoción docente en las escuelas en el
campo. Casi todos superaban el 95 por ciento.

Los lectores se preguntaban dónde estaba el fraude, si en los
porcentajes brindados por los directores o en las exámenes de los
estudiantes.

Los propios medios de prensa hacían el juego y los planes productivos
casi siempre se sobrecumplían en los informes publicados. El
triunfalismo se tomaba como un vicio a corregir, pero al mismo tiempo no
se hablaba en otros términos.

"Si quieren viandas, pescados, camarones, huevos y carne, vayan a
comprarlos al noticiero de televisión", jaraneaban los cubanos hace unos
años. La sátira se reactualiza. Ahora pueden reírse de lo mismo.

Algunos van más lejos y aseguran que hasta la velocidad de los vientos
en los huracanes ha sido adulterada, alguna que otra vez, para
justificar malas cosechas.

Los vituperios, sin embargo, no están en la boca de todos. Una
farmacéutica estima creíble el 12, 5 por ciento de crecimiento. Pone un
par de ejemplos: que ya no hay apagones y que los medicamentos faltantes
son mucho menos que hace un par de años.

"No teníamos nada, estábamos en el piso , así que cualquier cosita
hagamos representa mucho", comenta. Para ella el problema de fondo
radica en los ritmos de crecimiento.

"Necesitamos saltos hacia delante, no pasitos como esta ahora. ¿Cuándo
veremos de verdad una mejoría?", se pregunta y mira de soslayo a su
pequeño hijo.

Un economista que trabaja en la red hotelera respalda la credibilidad de
las cifras. "No creo que sean falsas. Lo que sucede es que no llegan a
los bolsillos de la gente, porque apenas tenemos una economía de
servicios y porque nuestra moneda es casi que papel mojado".

Julio Verne, 'El Puma'

Aunque la CEPAL registró para la Isla una inflación de 4, 2 por ciento,
los cubanos no ven la luz al final del túnel. Los salarios son arenisca
en poder del torbellino inflacionario.

Cheíto, un joven que trabaja en un centro nocturno, quemó sus ahorros de
un año en un par de tenis de marca. Le costaron cinco veces su salario
mensual. "Y gracias que mi vieja tiene lo suyo y no me pide nada", se
ufana al decirlo.

El calzado que se vende en las tiendas pasa por una pirámide de
impuestos. Al costo de compra se le suma el de acarreo, transportación,
almacenaje y seguridad, y luego se multiplica por 340 por ciento.

Una vez en la peletería es posible que los propios dependientes le
impongan "una multa" al precio de salida. Lo que el cliente se lleva
para los pies no son zapatos, sino grilletes impositivos.

Los cubanos no demoran en mirar el lado cómico de los problemas y
siempre están dispuestos a la carcajada. En los corrillos intelectuales
al ministro de economía se le conoce como El Puma, en alusión al
cantante venezolano José Luis Rodríguez.

Uno de los chistes es que el funcionario abre la nevera y ve
multiplicados su jamón, su pescado y su whisky. "Sí, es cierto que
crecimos", se dice a sí mismo con la parsimonia que nunca le abandona.

Otros son más fantasiosos y rebuscados. "Ya tenemos lo que faltaba a
nuestro parnaso: un Julio Verne".

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en-pugna

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