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Tuesday, January 30, 2007

Colaboracion Eclesiastica Con el Comunismo: Polonia y Cuba

Colaboración Eclesiástica Con el Comunismo: Polonia y Cuba
2007-01-30 Enero 30, 2007: Diario Las Américas, Miami (FL)
Armando F. Valladares*

Tanto o más grave que la colaboración de eclesiásticos de diversos
países con las policías secretas comunistas es la identificación
ideológica de obispos cubanos con las propias metas del comunismo, así
como el conjunto de declaraciones complacientes y hasta elogiosas, en
relación al régimen cubano y a su dictador, de una larga serie de
cardenales y altos eclesiásticos eclesiásticos que peregrinó a la
isla-cárcel.

El reconocimiento hecho por el arzobispo de Varsovia, monseñor Stanislaw
Wielgus, de su colaboración con la tristemente célebre Sluzba
Bezpiecenstwa, la policía política del régimen comunista de Polonia,
golpeó y llenó de horror las conciencias de los católicos polacos y del
mundo entero. Ante las evidencias presentadas por la Comisión Histórica
Eclesiástica de Polonia, el recién nombrado arzobispo de Varsovia, quien
hasta el momento había negado las acusaciones, reconoció su culpabilidad
y debió renunciar al cargo.

No son pocas las delicadas preguntas que surgen en torno de este
episodio. Por ejemplo, cómo es posible que la diplomacia vaticana, a
tantos títulos considerada como una de las mejores y más informadas del
mundo, no estuviese al par de los graves antecedentes relacionados con
las actividades de espionaje de dicho Pastor contra su propio rebaño.

Tal desconocimiento llegó al punto de que, cuando estaban en su auge las
denuncias contra monseñor Wielgus, la Oficina de Prensa del Vaticano
emitió un nota en defensa del alto prelado y del propio acto de su
designación, afirmando textualmente: "Cuando la Santa Sede decidió el
nombramiento del nuevo arzobispo de Varsovia, tuvo en consideración
todas las circunstancias de su vida, entre las que se encontraban las
relativas a su pasado" (agencia Zenit, Roma, Enero 6, 2007).

Pocos hechos de la historia eclesiástica contemporánea en los países
comunistas podrían ser más graves que el caso del arzobispo Wielgus,
máxime cuando, según especialistas, las actividades del alto prelado al
servicio de los servicios secretos del anterior régimen comunista de
Polonia pueden constituir la punta de un iceberg sobre el
colaboracionismo eclesiástico en Polonia y en los demás países comunistas.

En ese sentido, en lo que se refiere a Cuba comunista, me permito
recordar aquí un antecedente particularmente doloroso y lamentable, que
tuve ocasión de narrar en el libro "Contra toda esperanza", mis memorias
de 22 años en las prisiones castristas, sin haber sido desmentido hasta
hoy. En diciembre de 1980, los tres jóvenes hermanos García Marín
buscaron asilo en la Nunciatura de La Habana, siendo posteriormente
retirados de allí, con promesas de libertad y de seguridad individual,
por personas que ingresaron vestidas con ropas eclesiásticas, en el
propio automóvil de la Nunciatura. En realidad, no eran eclesiásticos y
sí agentes de la policía política cubana que los arrancaron de la
Nunciatura mediante engaño, para ser salvajemente torturados y
finalmente fusilados (cf. A. Valladares, "Contra toda esperanza", Plaza
& Janés, Barcelona, 1985, cap. 48, pág. 416).

A diferencia de Polonia donde, por causa de actos de colaboración con la
policía política renunció el arzobispo de Varsovia, en Cuba, por la
entrega de esos tres jóvenes indefensos al régimen comunista, por parte
de la Nunciatura Apostólica -que es la embajada de la propia Santa Sede
y goza del privilegio de la extraterritorialidad- no consta que se haya
adoptado ninguna medida, siquiera una advertencia, contra el Nuncio de
la época y contra otros eclesiásticos eventualmente involucrados en ese
deplorable acontecimiento.

Pero hay algo más grave que la colaboración con las policías secretas
comunistas; algo que, sin duda, cuando mi querida patria recupere la
libertad, una Comisión Histórica Eclesiástica de Cuba debería asumir la
alta misión de investigar con rigor y objetividad. Se trata de la
identificación ideológica de obispos cubanos con las propias metas
comunistas, tal como mostré en reciente artículo (cf.. A. Valladares,
"Obispos cubanos, Encuentro Nacional Eclesial Cubano y castrismo sin
Castro", Diario Las Américas, Miami, Enero 12, 2007).

Se trata también de la análoga identificación ideológica de los
artífices de la teología de la liberación latinoamericana, la cual, con
el aval de los obispos cubanos, se transformó en la isla en una teología
de la colaboración con el régimen. Se trata, por fin, de declaraciones
complacientes y hasta elogiosas, en relación al comunismo cubano y a su
dictador, implacable perseguidor de los católicos, de una larga serie de
altos eclesiásticos, varios de ellos purpurados, que peregrinó a la
isla-cárcel; tres de los cuales coronaron sus carreras eclesiásticas
como cardenales secretarios de Estado de la Santa Sede (cf. A.
Valladares, "El drama cubano y el silencio vaticano" y "Cuba: el Lobo y
los Pastores celebran encuentro 'constructivo y amistoso'", Diario Las
Américas, Miami, Abril 26, 2003 y Nov. 29, 2005).

Me ví en la obligación de conciencia de escribir artículos respecto de
prácticamente cada uno de los viajes de dichos cardenales y altos
eclesiásticos, tal como consta en los archivos del Diario Las Américas,
de Miami. Coloco a disposición de los lectores esos artículos, bastando
que me envíen un e-mail solicitándolos.

En contraste con los dichos, hechos, omisiones y silencios de tan altos
prelados colaboracionistas, brilla la estela gloriosa de los cardenales
Mindszenty, Stepinac, Slypyj, Korec y de tantos otros purpurados y
prelados que, siguiendo los pasos del Salvador, fueron Pastores siempre
dispuestos a dar sus vidas por sus respectivos rebaños.

Recuerdo con enorme perplejidad que, en los textos de Juan Pablo II y de
diversos cardenales en los que se pidió perdón por aquello que
consideraban como pecados pasados y presentes de los hijos de la
Iglesia, no me fue posible encontrar la más mínima referencia a la
complicidad de tantos eclesiásticos con el comunismo en Cuba, en países
del Este europeo y en China, por acción u omisión, durante las últimas
décadas; ni tampoco a las devastaciones en el rebaño católico provocadas
por los "teólogos de la liberación" de inspiración marxista.

La constatación de esa protuberante ausencia me llenó de perplejidad y
hasta de angustia. En efecto, si de identificar y admitir culpas se
trata, ¿pudo haber hechos más graves, en este siglo XX recién
traspuesto, que la colaboración eclesiástica con una ideología
"intrínsecamente perversa", responsable por la mayor persecución
religiosa y política de la historia, que incluyó la masacre de 100
millones de personas? ¿Cómo explicar esa omisión? (cf. A. Valladares,
"El pedido de perdón que no hubo: la colaboración eclesiástica con el
comunismo", Diario Las Américas, Miami, Marzo 22, 2000).

Cuánto desearía que estas respetuosas reflexiones y filiales
interrogaciones de un ex-preso político cubano y fiel católico, que vio
su fe fortalecida al oír los gritos de jóvenes mártires católicos que
murieron en el paredón de fusilamiento proclamando "¡Viva Cristo Rey!
¡Abajo el comunismo!" -interrogaciones compartidas por millones de
cubanos dentro y fuera de la isla- suban hasta el propio trono de San
Pedro, en busca de una sabia respuesta.

Armando Valladares, ex preso político cubano, autor del libro "Contra
toda esperanza", donde narra 22 años en las prisiones castristas, fue
embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la
ONU, en Ginebra, durante las administraciones Reagan y Bush. E-mail:
armandovalladares2005@yahoo.es

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=8596

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