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Wednesday, August 08, 2007

INCERTIDUMBRE TRAS EL UNIFORME ESCOLAR

INCERTIDUMBRE TRAS EL UNIFORME ESCOLAR
2007-08-07.
Aini Martín Valero, Periodista Independiente, Cuba-Verdad

Después de un largo esfuerzo escolar y jornadas de estudio, los más
chicos y los adolescentes disfrutan, por un lado el último mes
vacacional de su temporada del año julio-agosto. Por el otro, centenares
de padres y familias de niños, muestran su inconformidad y malestar para
tratar de adquirir los nuevos uniformes escolares. Me refiero al
asignado para el presente curso, abril-septiembre, según corresponda al
menor.

Pero la realidad es la que sigue. A las puertas de las tiendas
seleccionadas por la venta de las piezas de vestir escolar por cada
municipio, el calor y el tumulto se mezclan con la confusión de las
colas y los "dime que te diré".

Madres, tías, abuelas, presentes e impacientes guardan por llegar al
mostrador, comparar y alejarse del tormento. Porque para cada niño en la
educación primaria tiene el derecho a adquirir tres uniformes, desde
preescolar a sexto grado. Ósea uno por cada dos años. Y que son vendidos
por el Estado a un precio módico de hasta 8 pesos.

Bajo las carencias materiales, por desgracia el país no dispone del
modulo completo que incluye el zapato colegial. Por lo que el calzado,
existente, solo es entregado a casos sociales, con dificultades
económicas. En tanto que, a cada familia deberá obtener por sus medios
propios un zapato acorde al vestuario, cuando no lo hay.

Volviendo al giro del uniforme, es como acercarse a otra problemática
domestica que ha de asumir la mujer cubana en cada hogar. Sobre todo
porque el uniforme se vende a la población un mes antes de iniciarse los
cursos escolares, agosto-septiembre en pleno verano caluroso.

A quien corresponda comprarlo, según el grado de escolaridad, deberá de
enfrentarse a dos problemas incisivos que han logrado persistir por años
como una voluntad del nunca acabar. Y es sobre los malos manejos y falta
de logística con la entrega y venta del uniforme escolar.

Puede que, los primeros a fuerza de sacrificios en colas adquieran las
tallas correspondientes para vestir a sus hijos. Los segundos en cambio,
logran alcanzar tallas mayores a las que estarán obligados a ajustar y
adaptar a la medida de sus cuerpos. Lo que representar gastos en costuras.

Sin embargo hay un tercero. Ese que huye del tumulto. Pero no alcanzo
comparar el uniforme en los últimos días del cierre de tienda. Porque la
cantidad no esta acorde a la demanda. Entonces tendrán que esperar el
próximo verano, con suerte. Y los niños exigen. Sobre todo cuando el
mercado negro dispone. Y oferta los mismos uniformes, con la talla que
uno busca por un precio de cien pesos o cinco dólares equivalente al
cambio. Cincuenta pesos por cada pieza, camisa, short o saya que
adquieras.... Si tiene dinero.

Pero en verdad no todos disponen de esa economía para complacer a sus
hijos. Sobre todo cuando el salario mínimo llega a los 225 pesos en un
país de diferencias sociales. Simple para otros. Con mayor remuneración
y a veces como última alternativa acuden a las tiendas de divisa. Porque
tienen dinero. Y allí compran las telas para confeccionar el short o
saya de rojo vino. O la camisa blanca, algodón poliéster.

De lo contrario. Tendrá que dedicar horas y días en colas, rectificar
turnos y velar por las listas. También trasnochar, resistir el maltrato,
vivir unos días bajo la incertidumbre de las colas, las tenderas
corruptas, las acaparadoras abre colas que luego, por fuera, lucran en
contubernios con los de adentro, el precio injusto de un uniforme
necesario y angustioso.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=11086

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