Tras la carpa, el milagro
Odelin Alfonso Torna
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org) - La Operación Milagro se expande y 
adorna con celofanes políticos los rincones más inhóspitos de Centro 
América, América del Sur y África. Cuando se trata de extrapolar la 
salud cubana no existen límites ni condiciones.
En Cuba, cualquier proyecto social es una trama experimental a largo 
plazo. Es probable que un programa de la revolución cubana pueda 
extenderse de dos a cinco años en Centro Habana o Arroyo Naranjo. Lo 
contrario sucede con su versión bolivariana en Sucre, Cochabamba o San 
Julián. Por estos parajes de la geografía sureña, el reclutamiento de 
misioneros cubanos y sus pertrechos corre a pedir de boca.
A oídos de José Julián Quicutis Pérez (Pepe) llegó la noticia de que, la 
Operación Milagro daba su periplo por el municipio habanero Guanajay. 
Pepe, de 63 años, arrastra desde hace 15 primaveras la deficiencia 
visual llamada catarata.
Aunque por inconveniente geográfico reside en el poblado costero de 
Mariel y no le corresponde la asistencia médica en Guanajay, resolvió a 
toda costa operarse de la vista.
Tuvo la suerte de ser uno de los seleccionados por la comisión médica. 
Como decimos los cubanos, Quicutis metió el pecho y lo palanquearon. Por 
la policlínica de Guanajay obtuvo el boleto. Pepe dispuso sus maletas y 
se sumó a lo que más tarde seria una masa experimental acuartelada en la 
Villa del MINBAS, municipio Boyeros
Quicutis trabajó como operario de una grúa en tierra en el puerto de 
Mariel. Por más de cuarenta años descargó los barcos que recolectaban 
arena de mar en las profundidades del litoral norte de Pinar del Río.
Mientras en Bolivia se registran 350 operaciones diarias de la vista, un 
numeroso grupo de pobladores de Guanajay, Caimito y Artemisa, aquejados 
de catarata, glaucoma y carnosidad, quedaron para la segunda vuelta. Sí 
es que existe otra oportunidad ¡bienvenida sea!
Un reportaje del periodista Josvani Albero Sandarás, presentado el día 
22 de octubre en la revista vespertina televisiva Buenos Días, daba 
detalles sobre el talento promocional de los médicos internacionalistas 
cubanos en Bolivia.
Un carro con altoparlante anunciaba las funciones del circo en la 
localidad de San Julián, Bolivia. Ante la divulgación del espectáculo 
circense, no se hizo esperar la iniciativa de los médicos cubanos. En 
tanto armaban la carpa oftalmológica, solicitaron al carro difusor que 
le permitieran anunciar la llegada de la Operación Milagro. "Atención, 
atención, estamos operando de cataratas y carnosidad", vociferaban los 
mercaderes de batas blancas.
En lo que concierne a nuestra geografía, Pepe Quicutis quedó adolorido 
de la operación de cataratas. Según comentó uno de los galenos 
especialista en oftalmología del hospital militar Carlos J. Finlay que 
lo atendió, su dolencia era producto de la poca efectividad de las gotas 
analgésicas importadas de Venezuela.
Uno de los Zarabaza, familia conocida como los "duros de Guanajay", 
gritaba oprobios mientras se ahogaba en quejidos por el agudo dolor en 
la corteza ocular.
Cientos de habaneros quedan desesperados del dolor con la aplicación de 
la anestesia venezolana. ¿Serán los habaneros voluntarios de los Comités 
de Defensa de la Revolución (CDR) a la Operación Milagro, o ajenos 
conejillos de indias?
José Quicutis le preguntó a un venezolano que salía de la operación si 
había sentido dolor durante la intervención quirúrgica. Este respondió 
que "nada de dolor, a mi me anestesiaron con dos pinchazos en cada ojo 
antes de operarme". ¡Vaya privilegiado!
Pepe y Zarabaza quedaron puestos y convidados. No piensan regresar 
dentro de unos meses para el implante de los lentes.
Quizás el circo y las trompetas del internacionalismo proletario se 
trasladen hacia Cuba. No se si duela más una función oftalmológica en la 
carpa de San Julián o en el hospital militar Carlos J. Finlay. Con gotas 
o sin ellas, el milagro es gratis. Aunque a decir verdad, prefiero 
comprar los pinchazos.
odelinalfonso@yahoo.com
 
 
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