Política
Morir por Angola
Más de 2.000 cubanos cayeron en el país africano para dejar afianzado 
uno de los regímenes más corruptos del mundo.
Miguel Rivero, Lisboa
viernes 24 de agosto de 2007 6:00:00
En Angola perdieron la vida más de 2.000 cubanos, según datos oficiales, 
para dejar afincado uno de los gobiernos más corruptos del continente 
africano.
Según el último informe de la organización Transparencia Internacional 
(TI), Angola ocupa el puesto 145 en una lista de 166 países del mundo, 
en los cuales se evaluó el nivel de corrupción en las altas esferas del 
gobierno.
En estos informes de TI, los países aparecen en orden decreciente: el de 
menor corrupción es Finlandia, donde más existe este flagelo es en 
Haití, que ocupa el último puesto en la lista. Cuba es el 66, aunque 
resulta dudoso que la organización haya atenido acceso a datos confiables.
Lo cierto es que por Angola llegaron a pasar 377.033 militares cubanos y 
más de 50.000 cooperantes civiles, según datos oficiales de La Habana.
Encuentro en la Red consultó a Alcibíades Hidalgo, durante casi una 
década jefe de Despacho del ministro de las FAR, Raúl Castro, acerca de 
las bajas en Angola.
"El número de cubanos muertos por cualquier causa en Angola fue de 
2.077, según cifras oficiales, que creo bastante fidedignas. El 6 de 
diciembre de 1989 fueron llevados a Cuba todos esos restos en la llamada 
Operación Tributo. Al comienzo de la guerra hubo un momento en que se 
prohibió trasladar los muertos a Cuba y se agruparon en un cementerio 
dentro de la misión militar en Luanda, para evitar depredaciones. Esto, 
por supuesto, no incluye a desaparecidos, cuyo numero no conozco", dijo 
Hidalgo.
Agregó que la forma de organizar el traslado de los restos fue un 
entierro en cada uno de los 169 municipios, en un panteón especialmente 
preparado para ello, método que buscaba demostrar que no había otros 
muertos no reconocidos, pues si de Cacocún salieron 85 a pelear en 
Angola y sólo regresaron 70, había entonces que llevar allí 15 cuerpos 
con nombres y apellidos.
En realidad, señaló, "creo que la cifra es esa o muy cercana, pues no 
veo cómo puede ocultarse de esa manera algo diferente y mayor. Por otra 
parte, la mayoría de las muertes fue por accidentes y enfermedades. 
También suicidios, por supuesto. La cifra de heridos nunca se ha dado. 
Aunque pocos, en relación con los largos años de la guerra y el número 
de cubanos que participaron, más de dos mil muertos fue un costo humano 
innecesario, a lo que habría que añadir los daños sicológicos de los que 
regresaron inadaptados", agregó el ex ayudante de Raúl Castro.
16 años de guerra
Este testimonio conduce a algunas reflexiones sobre el asunto. 
Evidentemente, La Habana evitó el trasiego de sarcófagos y reservó la 
noticia para cuando ya estaban firmados los acuerdos de paz y se 
iniciaba el regreso de las tropas. La prensa oficialista se olvida de 
estos detalles.
En relación con las bajas por accidentes y enfermedades, los portugueses 
dicen que fue el mismo método que siguió la dictadura de Antonio 
Oliveira Salazar, durante la guerra colonial. Eran muy pocos los 
familiares que recibían la noticia de que el ser querido había "muerto 
en combate".
Las tropas cubanas estuvieron cerca de 16 años en Angola. Según el 
testimonio de Gabriel García Márquez en su larga crónica titulada 
Operación Carlota, los primeros contingentes llegaron en octubre de 1975 
y los últimos soldados regresaron a Cuba el 25 de mayo de 1991.
El escritor colombiano deja constancia, en ese trabajo periodístico, de 
un episodio que da la dimensión del esfuerzo que tuvo que hacer la Isla 
para afianzar al gobierno angoleño.
Relata que llegado un momento, "había tantos barcos cubanos anclados en 
la bahía de Luanda, que el presidente Agostinho Neto, contándolos desde 
su ventana, sintió un estremecimiento de pudor muy propio de su 
carácter. 'No es justo', le dijo a un funcionario amigo. 'A este paso, 
Cuba se va a arruinar'". Por lo visto, Neto estaba más preocupado por el 
coste de la guerra para los cubanos que el Comandante en Jefe.
Es cierto que las tropas cubanas llegaron a Angola para enfrentar una 
invasión sudafricana y no hay constancia de que en el breve período de 
tiempo que Neto estuvo en el poder se haya desatado la frenética 
corrupción que reina ahora.
Pero después de que los surafricanos se retiraron en 1976, los cubanos 
no tenían por qué tomar partido en la guerra civil entre el MPLA y la 
UNITA, el movimiento de Jonas Savimbi.
Preguntado por Encuentro en la Red sobre este aspecto, Alcibíades 
Hidalgo dijo que desde mediados de los años setenta, luego de que 
salieran los sudafricanos, o más bien se replegaran hacia el sur, las 
fuerzas cubanas que permanecieron largos años lo hicieron siempre 
enfrentándose a la UNITA, en apoyo al MPLA. Y en el caso de Cabinda, al 
FLEC (Fuerzas Armadas de Cabinda), aunque allí hubo mucho menos 
actividad militar.
"La caza de Savimbi fue durante mucho tiempo la tarea principal, con lo 
que de hecho se desvirtuaba la razón inicial de luchar contra Sudáfrica, 
aunque también es cierto que Savimbi recibía apoyo directo de Mobutu y 
de Sudáfrica, a través de Namibia y Zaire", agregó Hidalgo.
"Hubo combates directos con la UNITA, incluso de colaboradores civiles y 
también atentados contra estos, en especial en Huambo. UNITA hostigó 
hasta última hora a los soldados cubanos, con pequeños ataques que 
ocasionaban muertes y heridos. Así fue hasta el último día. Durante el 
año que viví en Namibia, viajé con frecuencia a Angola y en al menos en 
dos ocasiones, que recuerde, visité con Polo Cintra Frías, entonces jefe 
de la misión militar, unidades cubanas que habían sufrido ataques de la 
UNITA, con dos o tres muertes en cada caso", dijo Hidalgo.
Apuntalando un régimen corrupto
Desde septiembre de 1979, fecha del fallecimiento de Neto, el presidente 
de Angola es José Eduardo dos Santos. El compromiso del régimen de La 
Habana se mantuvo, a pesar de que los síntomas de corrupción irían en 
aumento y siempre teniendo como elementos claves a familiares o 
personajes del círculo íntimo del mandatario angoleño.
En una entrevista publicada el pasado 17 de mayo, en el Jornal de 
Angola, el embajador cubano en Luanda, Pedro Ross Leal, manifestó el 
interés de La Habana en reforzar la cooperación existente entre ambas 
naciones, y recordó el hecho de que haya sido elegido para esta embajada 
un miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba.
Lo paradójico de todo esto es que desde los tiempos de la guerra, la 
nomenklatura cubana se burlaba de Dos Santos, y cuando se referían al 
mandatario angoleño usaban el mote de "Barbarito Diez", el cantante de 
la década de los cincuenta que se mantenía incólume mientras 
interpretaba las melodías.
En Luanda, los cubanos se quejaban de que Dos Santos sólo salía de su 
residencia, en Futungo de Belas, hacia el aeropuerto para ir a París, y 
nunca visitaba las unidades militares. La zona era protegida por tropas 
cubanas, ya que allí también residían los más altos jefes militares 
enviados por el régimen de La Habana.
Encuentro en la Red conversó con el teniente coronel Mario Riva, jefe en 
Angola del regimiento de helicópteros en 1988: "Un día estaba hablando 
con soldados y oficiales de las FAPLA, pertenecientes al regimiento de 
helicópteros con base en Huambo. Hice mención acerca de lo orgulloso que 
se sentiría el presidente Dos Santos, por la ejemplar actitud mantenida 
por las tripulaciones durante los abastecimientos a las tropas que 
combatían a la UNITA en la región de Cuemba. Entonces, uno de los 
oficiales me dijo con desdén: 'ese es el presidente de Luanda, no le 
interesa lo que sucede en el campo de batalla'".
Negocios familiares
Actualmente, el presidente angoleño se encuentra involucrado 
directamente en un sonado caso de corrupción.
El pasado 6 de Abril, el juez francés Philippe Courroye, encargado de 
las investigaciones sobre el escándalo "Angolagate", enviaba de nuevo a 
juicio a 42 personas, entre las que se encontraban Jean-Christophe 
Mitterrand, hijo del entonces presidente francés François Miterrand, y 
dos hombres de negocios: el francés Pierre Falcone y el 
ruso-israelo-francés Arkady Gaydamak.
Los documentos del sumario revelarían que, en el ámbito del tráfico 
ilícito que violó el embargo de armamentos impuesto a Angola por parte 
de Naciones Unidas en los años noventa, el presidente José Eduardo Dos 
Santos habría recibido 37 millones de dólares en una cuenta bancaria 
particular luxemburguesa.
A pesar de esto, ni dos Santos ni otras figuras de relevancia civil y 
militar de Angola están presentes en la lista de los investigados. Pero 
la figura más conspicua de la corrupción en Angola es Isabel dos Santos, 
una de las hijas del presidente, a cargo de "los negocios" de la 
familia, mientras que como heredero político para la sucesión se perfila 
su hermano José Filomeno, conocido por "Zenu".
Isabel, de 34 años, está casada con el millonario congolés Sindica 
Dokolo, quien mantiene grandes influencias en la República Democrática 
del Congo (RDC). De esta manera, los hombres de negocios interesados 
pueden "invertir" en los dos países.
Isabel comenzó a despuntar en los años noventa, después de su regreso de 
Londres, donde vivía en compañía de su madre, la soviética Tatiana 
Kukanova. La hija del presidente es graduada de ingeniería electrónica. 
Su primer negocio le fue adjudicado de manera inmediata a una empresa 
que ella fundó, Urbana 2000. De un momento para otro, le fue retirada a 
la Empresa Estatal de Limpieza y Saneamiento de Luanda (Elisal) la 
licencia de la recogida de basura, que pasó a ser controlada por ella.
Su carrera fulgurante la llevó después al lucrativo negocio de los 
diamantes, a través de la empresa Tais, con intereses de capitales 
suizos, que compraba las piedras preciosas a los llamados "garimpeiros", 
personas que no tenían licencia oficial para la búsqueda pero 
disfrutaban de una especie de patente de corso, ya que trabajaban para 
la hija del presidente.
El sector de los diamantes en Angola, en fuerte expansión desde que 
terminó la guerra civil en 2002 con la muerte de Savimbi, está 
caracterizado por "la falta de transparencia en el proceso de adoptar 
decisiones, a discreción del gobierno". La conclusión aparece en un 
informe del Banco Mundial de octubre de 2006, el cual destaca que el 
sistema instalado en Luanda aleja a los inversionistas con recursos 
financieros y tecnología e impide que se pueda desarrollar "el inmenso 
potencial diamantífero del país".
En un negocio con especialistas israelitas, la hija del presidente 
desarrolló el proyecto llamado Terra Verde, que hoy se encarga de 
suministrar frutas y vegetales a casi todos los hoteles y restaurantes 
de Luanda.
En las telecomunicaciones, Isabel entró en el negocio a través de la 
Geni-Novas Tecnologías que, a su vez controla la Unitel. Según el 
consorcio luso Portugal Telecom (PT), el año pasado Unitel obtuvo 
ingresos por 517 millones de euros.
En el Banco Internacional de Crédito (BIC), Isabel controla el 25% del 
capital y trabaja en estrecha relación con el empresario luso Américo 
Amorim, éste último un personaje que también tiene inversiones en varios 
hoteles en La Habana y Varadero.
Interrogantes abiertas
Seguir la pista de los negocios de la hija del presidente es una tarea 
casi infinita. Acerca de este enraizado proceso de corrupción, Encuentro 
en la Red conversó con el periodista Antonio Rodrigues, hasta hace unos 
meses corresponsal en Luanda de un importante medio de comunicación 
portugués.
"Cuando se habla de la corrupción con algún alto funcionario del 
gobierno de Angola, la respuesta es que también existe en Portugal, pero 
de una manera oculta. La verdad es que en algo tienen razón, ninguna de 
las empresas que trabaja en Angola puede reclamar su inocencia y allí la 
corrupción está a las claras", dijo Rodrigues.
Relató que cuando recientemente fue inaugurado el Banco Angoleño de 
Negocios y Comercio (BANC) se conoció que el ministro de Defensa, Kundi 
Paihama, era uno de los principales accionistas. "Lo único extraño es 
que se hubiese demorado tanto en entrar en los negocios", dijo Rodrigues.
Por cierto, que el 4 de diciembre pasado Raúl Castro recibió a su 
homólogo angoleño en La Habana.
En el encuentro, Castro II y el ministro angoleño Paihama conversaron 
"en el ambiente de amistad y respeto mutuo que caracteriza las 
relaciones entre los dos países", señaló la breve nota acompañada de una 
foto en la portada del órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.
Varios periodistas portugueses aseguran que Cuba mantiene una discreta 
presencia de asesores militares en el Estado Mayor del ejército angoleño.
La aventura militar en Angola fue presentada dentro de la épica del 
internacionalismo. Los resultados finales, con este panorama de 
corrupción, dejan abiertas muchas interrogantes para aquellos que se 
encargarán un día de hacer la autopsia del régimen de La Habana.
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