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Tuesday, June 05, 2007

Cinematecas por cuenta propia

Sociedad
Cinematecas por cuenta propia

Alquilar películas y programas extranjeros sigue siendo el escape al
rancio menú de la propaganda oficial.

Luis Felipe Rojas, La Habana

lunes 4 de junio de 2007 6:00:00


Los detentores del poder en Cuba no dejan de asombrar a quienes
permanecen atentos a sus vaivenes. El pasado primero de mayo marcó el
inicio de la permisiva otorgada por el Consejo de Estado para que todo
el que arribe a la Isla lo pueda hacer con videocaseteras y otros
implementos de este tipo.

Hasta ahí, la nueva normativa asombraría a cualquier ciudadano del
mundo, pero alegraría al más simple mortal de la Isla, sobre todo a los
que se les ha incautado, retenido o decomisado injustamente durante
varios años los citados equipos de reproducción. Hasta la fecha se
prohibía entrar al país estos equipos, excepto si la persona era
colaborador deportivo, médico o de otra instancia del gobierno a
cualquier nivel.

En años anteriores se vendieron en el comercio en divisas a un precio
altísimo —300 dólares como mínimo—, pero posteriormente fueron retirados
de las tiendas. Lo ilógico de esta situación es que ya esos equipos
están en desuso; ni la tecnología ni los insumos que necesitan se
comercializan ya en el caso de las videocaseteras. Ha perdido interés de
uso, aun cuando un 90% aproximadamente de los consumidores no tuvo el
mínimo acceso a los mismos.

"Es verdad, pero es mentira", dijo Yanelys. Consultada por Encuentro en
la Red, esta joven treintiañera de la ciudad de Bayamo, en la provincia
de Granma, relató que aunque lo han hecho oficial, aún no funciona,
aludiendo a la medida dictada por la Gaceta Oficial.

"Aun así —dice— yo transferí todo mi material a CD y a VCD hace unos
meses, y desde entonces estoy alquilando en este formato". Yanelys se
gana la vida rentando películas y novelas de televisión por el precio de
cinco pesos las 24 horas.

Como ella, cientos de personas lo hacen en el país. Para la gente, este
negocio es un escape de lo que Yanelys denomina "los Caballeros de la
Mesa Redonda", en referencia al monolítico paquete de la televisión
oficial. Respecto a la acogida de la nueva tecnología, la joven refirió:
"Es más económico, fácil de transportar y de mejor calidad. Ahora, con
la entrada de los DVD por parte de los médicos, maestros y deportistas,
sobre todo de Venezuela, me hice de discos de ese formato, vírgenes
también, y pienso que me duren para rato, pues es difícil que cambien
tan deprisa para el mini-DVD".

"Por otra parte, parece que por ser mujer, los inspectores sólo me
molestaron un poco al principio, pero con el tiempo empezaron a llevarse
películas y capítulos de novelas, y en ocasiones se van con 'una
tierrita'. Estoy segura que juristas, chivatos y policías lo saben, pero
o no ven filmes, o miran para otro lado y no dicen nada", concluyó.

Un negocio que está en peligro

Otro de los aspectos que atenta contra el próspero negocio de los
alquileres de películas y de programas grabados, es la ascendente
carrera de las computadoras y los servicios clandestinos de televisión
por antena. En los últimos meses, se ha acrecentado la pelea policial
contra los poseedores de antenas caseras para recepción de noticiarios,
eventos deportivos, telenovelas y otras preferencias de la audiencia
reprimida de la Isla.

Ariel ha sabido moverse, dice, de un formato a otro, sin desechar
ninguno, y agrega que lo mismo presta casetes que discos compactos, y en
los últimos dos meses ha prestado una videocasetera para aquellos que no
la poseen. "Hasta en la azotea de mi casa pongo un televisor si me dejan
los policías", comenta.

Mediante un martilleo constante en los medios de prensa, el gobierno ha
insistido hasta la saciedad en el acto irresponsable de promover
programas y capítulos de lo que denomina una cultura foránea y alejada
de los valores de identidad criollos. Pero, como atestigua un refrán en
Cuba, una cosa piensa el borracho y otra dice y hace el cantinero. La
misma televisión que domina y adoctrina pasó años evadiendo lo mejor del
cine nacional e internacional, promocionando lo más chato y ramplón del
cine de entretenimiento, y copiando a mansalva lo más light de la
televisión latinoamericana contemporánea.

Ariel hace mil malabares para evitar la inspección oficial, el ejército
de persecución contra la iniciativa individual, y se las ingenia para
mantenerse a flote en estos tiempos de marea alta, entre el buen gusto y
la complacencia a sus clientes.

"Indudablemente, han sido la Aduana, con permitir la entrada de los DVD,
y las mujeres, con su preferencia por las telenovelas, las que me han
engordado el negocio", opina. Para Ariel no hay freno: "Ahora se sumaron
los niños. En las últimas semanas me cayeron casi todos los capítulos de
una serie infantil titulada Power rangers, que hizo furor entre los de
esa edad".

La versión oficial y la costumbre de inflar el globo

Ante el aumento de solicitudes de trabajadores por cuenta propia para
abrir las salas de sus casas como pequeños cines de barrio, con el
objetivo de que los vecinos pudieran ver filmes por un par de pesos en
moneda nacional, o la posibilidad de llevarse otros materiales a casa
por dos o tres más, el gobierno se levantó a gritos con un fajo de
iniciativas bajo el brazo.

En el principio, en vez del verbo, fueron las salas de televisión y
vídeo a cientos de comunidades. Las salas de televisión, con entrada
gratis, y las de vídeo, por el precio de un peso. Pero ni cruz ni cara
de la moneda. Las salas de vídeo han sido promocionadas como parte de la
denominada "batalla de ideas", se han surtido con excelentes materiales
documentales y de ficción de factura nacional. Pero un público sediento
de patadas, sangre y carros volcados, no deja lugar a debates u otra
forma de entablar un diálogo en torno a la realidad nacional.

Las salas de vídeo anuncian lo que está censado en las distribuidoras
nacionales, para no ser amonestados por sus inspectores, aunque debajo
de estas mismas tirillas de anuncios, colocan los filmes que pondrán ese
día y le pintan la palabra "hoy" con letras mayúsculas.

En otro orden, aparecen las salas de televisión enclavadas en barrios y
comunidades, pero puestas a servir lo peor de la programación
televisiva, los remanentes del cine comercial, además de funcionar como
salón de reuniones, colegios electorales, y cuanta perorata les exijan a
sus pobres coordinadores.

Los casos antes expuestos no reflejan sino un recelo muy rancio contra
todo espíritu diversificador, una política de mandamás que grita a los
cuatro vientos cuánto hay que hacer y desprecia el capital del motor
impulsor de cualquier país, su divisa más valiosa también: el ciudadano
común.

http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/cinematecas-por-cuenta-propia/(gnews)/1180929600

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