¿Cómo llenar el vacío de poder en Cuba?
SOREN TRIFF
Michael D. Maples, director de inteligencia del Ejército, y John 
Negroponte, director de inteligencia nacional, le acaban de echar una 
mano a Raúl Castro cuando dijeron que el régimen se encontraba en 
control al menos a corto plazo, pero no informaron a los congresistas de 
que en Cuba hay un vacío de poder, que las fuerzas internas 
socioculturales se hacen cada vez más visibles y el régimen es cada vez 
más violento, como se ha pronosticado en este espacio desde el 2004.
La campaña de pogroms contra el disidente Manuel Valdés Tamayo 
finalmente causó su muerte hace una semana. Este hecho violento es lo 
que llamo ''escuadrones de terciopelo''. Advertí que el régimen iba a 
ser más violento y más sutil contra la oposición y los activistas de la 
sociedad civil, y que también iba a tomarla contra los potenciales 
warlords o funcionarios que se van a expresar cada vez con mayor 
independencia (``Escuadrones y warlords''). Tres meses más tarde 
presenciamos el compañericidio, o defenestración, de Juan Carlos 
Robinson Agramonte, un jerarca negro de 49 años. Cuatro meses después 
muere el disidente Valdés (``El eslabón más joven y negro'').
Valdés también tenía 50 años y era negro, algo que, aunque sea casual, 
es significativo porque el régimen teme a los jóvenes y a los 
afrocubanos. Puede también que la muerte fuera un accidente, pero hay 
razones para pensar que no es así porque en Cuba la salud de los 
opositores está controlada científicamente. La muerte de Valdés mientras 
se encontraba en manos del estado equivale a una ejecución 
extrajudicial, y señala que el régimen teme más a las acciones públicas 
opositoras que al fantasma de un mártir. Justo un mes antes, los 
opositores realizaron una demostración pública pacífica, pero muy temida 
por el régimen, para recordar el Día Internacional de los Derechos Humanos.
El vacío de poder, hay que decirle a Raúl, se llena con legitimidad, no 
con violencia, y la legitimidad se adquiere al menos con el apoyo de una 
parte de la sociedad. Raúl se encuentra en su período de mayor 
aislamiento de la ''burguesía'' y de la población. Todas las capas 
sociales en Cuba con razón ven el final de Fidel Castro como una 
oportunidad de movilidad social, desde los ''compañeros empresarios'' 
hasta los jóvenes afrocubanos educados pero desposeídos 
(disenfranchised) que forman una subcultura con modos propios de 
expresión como el rap. Pero para lograr este apoyo, el régimen debe 
detener la creación artificial de escasez como forma de control social.
Las palmaditas de la CIA y el Pentágono, y el silencio de la Unión 
Europea, no son legitimidad suficiente. Estados Unidos y la Unión 
Europea tienen la responsabilidad de protestar por la muerte de Valdés y 
exigir que no vuelva a suceder. Raúl tiene que aliarse rápidamente a una 
parte de la sociedad, ceder espacios de expresión pública y terminar con 
la escasez artificial como método de control de la población.
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/cuba/16483553.htm
 
 
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