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Sunday, August 05, 2007

Palabras de un cambio

Diario Las Americas
Publicado el 08-04-2007

Cuba: Palabras de un cambio

Por Marcos Antonio Ramos

Hasta hace unos días casi todos los que nos preguntaban acerca de los
posibles cambios en Cuba se interesaban por opiniones acerca de
posibilidades de "transición" o de "sucesión". Ahora algunos prefieren
la palabra "continuismo". No se trata de algo que acaba de incorporarse
a las diarias conversaciones sobre el estado de salud de Fidel Castro ya
que ha estado presente, implícita o explícitamente, en la mente de
muchos, pero algunos dan señales de haberse cansado de los otros términos.

En realidad lo de transición puede utilizarse de la misma manera que lo
del cambio. Cuando se traspasan los poderes del Estado a una persona a
otra se ha producido, lógicamente, una transición. Una posible excepción
sería un cambio brusco o repentino, pero casi siempre hay un proceso
identificado como transición. Lo que sucede, es que generalmente se
habla entre nosotros de transición en referencia a una transformación
gradual o rápida de todo un sistema, lo cual no será nada fácil en Cuba
ni puede esperarse en el futuro inmediato de no presentarse aquel famoso
"imponderable" de que tanto se hablaba en la década de los años sesenta
cuando llegamos a estas playas y que no se puede descartar. Pero siempre
hay algo de transición cuando se pasa de un gobernante a otro. Hubo
transición cuando Bush (padre) entregaba el poder a Clinton (Bill) y
cuando Clinton (Bill) lo puso en manos de Bush (hijo). No cambió el
sistema de gobierno y economía del país. No se "nacionalizó" ni siquiera
un puesto de fritas. Con excepción de decisiones gubernamentales
específicas –que siempre ocurren y no implican cambio de sistema- "el
cuartito siguió igualito". Lo mismo sucederá cuando se produzca la
próxima transición, que por el momento, a menos que se resuelva la
crisis de Irak, parece será la entrega del poder por Bush (hijo) a
Clinton (Hillary), aunque es temprano para asegurarlo. En cuanto a Cuba,
el actual sistema puede permanecer también, al menos en líneas
generales, imposibilitando el tipo de transición que tanto atrae nuestra
imaginación. Así las cosas, empezamos a hablar de sucesión, otra forma
de cambio en que prevalece mayormente lo personal. Y terminamos hablando
de continuismo. El problema es que probablemente habrá de todo:
sucesión, transición y continuismo. Aunque nos vemos obligados a añadir
¿Quién sabe?

Cada uno puede utilizar las palabras de la forma preferida ya que existe
bastante flexibilidad al respecto, lo que es cierto y real es que nadie
sabe mucho acerca del futuro de Cuba. Ni siquiera sus gobernantes. Mucho
menos los opositores. En cuanto a una verdadera transición, como la
entendemos aquí y ahora, las señales serían parecidas a las de otras
situaciones comparables de alguna manera. En 1961 una fotografía en la
cual aparecía el general Ramfis Trujillo, acompañado de quien había sido
su mentor intelectual el eminente polígrafo doctor Emilio Rodríguez
Demorizi, recibiendo en el aeropuerto de Ciudad Trujillo (hoy Santo
Domingo) a tres líderes de una oposición real al régimen que había
encabezado su padre, era señal convincente de que la transición –en el
sentido que utilizamos la palabra- podía producirse en el futuro
inmediato. Un discurso del doctor Joaquín Balaguer, acusado entonces de
"presidente títere" por sus adversarios, en la tribuna de Naciones
Unidas en Nueva York, anunció al mundo ese mismo año, con la elocuencia
que caracterizaba a nuestro fallecido y sabio amigo, que había terminado
"La Era de Trujillo". Ni siquiera había que referirse así a los 30 años
del "Generalísimo y Doctor Rafael Leónidas Trujillo y Molina, Benefactor
de la Patria y Padre de la Patria Nueva" (como repetía constantemente la
emisora radial La Voz Dominicana de su hermano "Petán" hasta 1961) para
que los oyentes entendieran que algo real, no necesariamente perfecto,
pero alejado de la fantasía, estaba sucediendo.

Un año después del traspaso "temporal" de las funciones ejecutivas a
Raúl Castro podemos hablar de cierto tipo de sucesión, transición y
continuismo. Es Raúl el que preside las manifestaciones públicas que
sirvieron de plataforma a su hermano. Es precisamente Raúl el sucesor
escogido y los cambios que se esperan de él no constituyen
necesariamente algo diferente a una continuación del actual sistema,
para alegría de sus partidarios más entusiastas y consternación de los
que desean cambios profundos y estructurales. Su estilo de gobierno
sería algo diferente y quizá se ejerza de forma colegiada. Tal vez ya
eso esté ocurriendo.

Pero como el cambio es la palabra que cubre como gran sombrilla a lo de
sucesión y transición y quizá hasta el continuismo, es posible divisar
sin necesidad de opositores reales en el aeropuerto o discursos en
Naciones Unidas, la inevitable sucesión y transición del futuro, la
misma que imposibilita el continuismo total en cualquier geografía,
incluyendo la norteamericana o la de Europa Occidental. Nos referimos
ahora al inexorable cambio generacional. Basta mirar otro tipo de
fotografía, las de los ancianos dirigentes que reciben todavía el mayor
reconocimiento, para darnos cuenta que entramos en una nueva etapa, cuya
dinámica es impredecible, pero que quizá está más cerca de lo que la
mayoría espera con cierto sentido de realismo. Sucede que la gran
realidad, por encima de todo realismo del momento, es que la biología se
impone. Podrá demorar unos años, pero la transición de que tanto se
habla, se producirá independientemente de quien presida los Estados
Unidos, de quien se beneficie de los votos de los exiliados cubanos, de
quien presida por algún tiempo la sucesión o del continuismo que parece
imponerse, con ciertos pequeños cambios causados por la personalidad del
líder o por las circunstancias.

De lo demás, como de lo usos de las palabras que hemos repetido tantas
veces en este artículo, no estamos seguros, pero del cambio generacional
no tenemos duda alguna, como tampoco dudamos de que lo que viene, de
alguna manera, será en su momento muy, pero muy diferente. Eso sí, ese
cambio no ocurrirá sólo en Cuba, sino también entre nosotros mismos. Ese
tren siempre avanza, pero muchos se quedan en la estación, sin que
necesariamente adoptemos literalmente aquellas curiosas y profundas
palabras del doctor Ramón Grau San Martín, que tan bien conoció a mucha
gente: "la vida es más o menos un mar lleno de tiburones"

http://www.diariolasamericas.com/news.php?nid=33915

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