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Wednesday, August 01, 2007

Carta abierta a Raúl Castro

Publicado el miércoles 01 de augusto del 2007

Carta abierta a Raúl Castro
RAFAEL DEL PINO

General, escuché detenidamente su último discurso del 26 de julio
durante el 54 aniversario del asalto al cuartel Moncada y me voy a tomar
la libertad de hacerle algunas observaciones. Estoy seguro de que
ninguno de sus actuales colaboradores se las haría con la honestidad y
sinceridad con que se las hago. ¿Por qué? Por diferentes razones. Pero
la primera y más importante es porque no tengo la presión que tienen los
que le rodean de decirle con toda sinceridad lo que piensan. Una idea,
una expresión, una critica al sistema económico y político por leve que
sea saben que puede costarles el cargo, la posición y el poder. Y esto,
como se conoce en el argot nuestro, es la papeleta para el Plan Pijama y
la conversión en una no persona.

Creo que lo más importante de su discurso ha sido el ramo de olivo
tendido nuevamente a Estados Unidos. Indudablemente la actual
administración no moverá un dedo en ese sentido. Ni ellos mismos pueden
explicar por qué negociaron con los chinos y los vietnamitas y no con
Cuba. Pero ese es otro tema complejo que tiene que ver más con la
política domestica que la exterior.

Usted tiene que haber visto el debate por televisión de los candidatos
demócratas a las elecciones primarias, especialmente las diferencias
entre Barack Obama y Hillary Clinton en cuanto a negociar con gobiernos
hostiles. Todo parece indicar que de una forma u otra existen
posibilidades de que este camino se abra, pero no piense que discutiendo
en pie de igualdad el prolongado diferendo signifique un apoyo
norteamericano al sistema imperante en Cuba.

Como usted mismo reconoció el sistema no funciona y, hablando sin
tapujos, usted sabe que no funcionará jamás. La practica lo ha
demostrado así. El propio Carlos Marx en sus tesis sobre Feuerbach dijo
claramente: ''El problema de si al pensamiento humano se le puede
atribuir una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema
práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la
verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su
pensamiento'', y la práctica nos ha demostrado, compañero ministro, que
el colectivismo en el mundo ha sido un rotundo fracaso.

Alrededor de usted hay muchos cuadros jóvenes, inteligentes y capaces
que pueden abrir una nueva era sin necesidad de comprometer la soberanía
del país. Ni ellos ni ningún otro dirigente a cualquier nivel hará lo
que usted pide de ''identificar con precisión y valorar con profundidad
cada problema para enfrentarlo con los métodos más convenientes'' porque
el mismo engranaje y rigidez del sistema los obliga a actuar con un
doble estándar.

Todos esos problemas económicos a los cuales les dedicó la mayor parte
del discurso los puede resolver levantándoles el bloqueo a los cubanos
de la isla, dándoles el derecho a la propiedad sobre los medios de
producción. Devolver ese derecho inalienable a nuestros ciudadanos no es
ninguna claudicación de los principios revolucionarios. Al contrario, es
una reafirmación de que todavía al hombre que fue a vencer o a morir en
el Moncada le queda el coraje de reconocer y rectificar errores.

Ese mismo día, compañero ministro, se acabarán los dolores de cabeza de
la distribución de leche y será el comienzo de la solución de los
gravísimos problemas que hoy confronta toda nuestra sociedad. Y ese
mismo día también, la administración norteamericana que le toque
negociar con Cuba tendrá el punto de partida para comenzar el
levantamiento de sanciones.

Déjeme contarle una corta historia. Estados Unidos en diez años de
guerra contra Vietnam al costo de decenas de miles de muertos,
centenares de miles de heridos y mutilados, centenares de aviones
derribados y gastos que superaron los 150 billones de dólares de aquella
época sufrieron la derrota más humillante de su historia. Los
vietnamitas ganaron la guerra, unificaron el país y mantuvieron el mismo
régimen y el mismo sistema hasta que un día un general de apellido
Mercado hizo su aparición.

Los norteamericanos en lugar de enviar bombarderos B-52 cargados de
bombas comenzaron a venderles aviones de pasajeros, en lugar de arrasar
plantaciones con defoliantes de agente naranja, iniciaron joint ventures
para incrementar la producción de arroz, en lugar de los embargos
comenzaron los créditos, las franquicias, la asistencia tecnológica y
sin mucho aspaviento los vietnamitas soltaron el ropón azul que usaba
todo el mundo y comenzaron a usar jeans, dejaron de comer gusarapos en
las cunetas como los vi yo en Hanoi para sentarse en restaurantes de
comida rápida, cambiaron las bicicletas por motos y casi sin reponerse
comenzaron a cambiar las motos por autos y, para no cansarlo, ahora, en
este preciso instante, hay ya mas de 170 empresarios millonarios en
Vietnam, además de un presidente muy orgulloso de ellos que en su
primera visita a Estados Unidos fue primero a visitar a su amigo el
general Mercado en el NYSE de Wall Street antes que a George Bush en la
Casa Blanca. A esto es a lo que Carlos Marx llamaría sin reserva una
demostración de la verdad, de la realidad y el poderío, de la
terrenalidad del pensamiento humano.

Yo no pertenezco a ninguna organización del exilio ni a ningún partido
político norteamericano. No tengo nada que reclamar en Cuba y mi sola
aspiración es ver a nuestro pueblo salir del callejón sin salida en que
se encuentra.

Compañero ministro, usted tiene los mecanismos y el poder para cambiar
la situación de Cuba. Vuelva a ser revolucionario. Para ello le cito la
primera frase de las mismas palabras de Fidel que usted mencionó en su
discurso: ``Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo
lo que debe ser cambiado''.

Aplique el pragmatismo que siempre lo ha caracterizado. A los 76 años la
biología le puede jugar una mala pasada y un barco sin timonel puede
terminar en un terrible naufragio.

http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/72913.html

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