Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Ayer eran llamados cheos.
Camisas abiertas, por fuera, camiseta en exhibición. Cadena de oro
balanceándose sobre el pecho por el oscilar de ambos brazos al andar. El
pelo, reluciente de brillantina barata, contrastaba con el brillo del
medallón, las manillas en los puños y la sortija. Una combinación de
quincalla y joyería ambulante. El fuerte chocar de las manos era el
saludo establecido por normas que no sé quién inventó. Muestra evidente
de fuerza y masculinidad.
Pero algo ha variado en esa imagen de la actualidad cubana. Ahora se
estrechan las manos, pero se atraen y se besan en la mejilla. El oro
reluce en los dedos de las manos y en la dentadura, se extiende luego a
las orejas traspasadas por argollas también de oro, y termina en el pelo
donde, lo que llaman ahora mismo iluminaciones, tiñe de dorado el cabello.
Hay más, algunos jóvenes se peinan el cabello hacia el lado derecho del
rostro hasta casi taparse el ojo. Otros se peinan con los cabellos
hacia arriba como si una llama brotara del centro del cráneo. Mucho gel
fijador hace falta para mantener semejantes peinados.
Ahora también los varones se tiñen el pelo, se sacan las cejas y
esmaltan con brillo las uñas de las manos bien cuidadas. Además de tanto
perifollo, abundan los ejercicios físicos para mantener la esbeltez. La
imagen musculosa es imprescindible.
En la televisión se ha visto alguna que otra vez la imagen ambigua de
jóvenes que muestran más afeites que las presentadoras a su lado. Signo
de algún cambio de gustos, que confirma que la homofobia tradicional
quizás reduce su influencia, o por lo contrario, se transforma para
ganar aceptación.
Vaya usted a saber qué está pasando en estos tiempos tan cambiantes,
cuando nada es seguro, ni siquiera la identidad personal de quien ayer
se veía como el más auténtico de los cheos.
Cuba: De cheos a metrosexuales (6 May 2009)
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