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Thursday, May 14, 2009

Antes que nada, derechos

Política
Antes que nada, derechos

La propuesta de canje de los presos políticos por espías equivale a una
patada al posible diálogo con Estados Unidos.

Dimas Castellanos, La Habana | 14/05/2009

Efecto de la debilidad de la sociedad civil, el sujeto inicial de los
cambios en la Isla saldrá de las mismas fuerzas que detentan el poder
desde hace medio siglo. Por esa razón, el punto de inicio y la velocidad
de las transformaciones estarán subordinados más a los intereses creados
por el régimen de los Castro, que a las necesidades de los ciudadanos. Y
hasta ahora, el gobierno cuenta con todo lo necesario para ello.

Esa realidad explica la insistencia de las autoridades, en respuesta a
la nueva política estadounidense, de colocar en primer plano la
propuesta de canje de los opositores que guardan prisión en la Isla por
los cinco espías presos en Estados Unidos. Como si el diferendo entre
Washington y La Habana se pudiera reducir a una guerra ordinaria entre
dos ejércitos.

Lo insostenible de esta propuesta radica en que el diferendo —surgido en
medio de las contradicciones ideológicas y geopolíticas de la Guerra
Fría— condujo al gobierno cubano a desmontar la sociedad civil, eliminar
los espacios e instrumentos cívicos y supeditar los derechos y
libertades a la defensa de su "proyecto revolucionario". Unas medidas
represivas que resultaron tan eficientes para la "defensa" y la
conservación del poder, como dañinas para el desarrollo del país y la
satisfacción de las necesidades de los cubanos.

Al finalizar las guerras regulares, los contendientes proceden al
intercambio de prisioneros, pero el diferendo no es una guerra regular
y, por tanto, son otros los impedimentos. En primer lugar, en Estados
Unidos, corresponde al poder judicial determinar en el caso de los cinco
cubanos presos en cárceles norteamericanas, o sea, no es competencia del
gobierno de Barack Obama decidir sobre ese asunto. Existe una
prerrogativa del presidente estadounidense para indultar —algo habitual
al final de los mandatos—, pero normalmente esto no se aplica a
criminales, espías o terroristas, según analistas.

En segundo lugar, y esta es la razón fundamental, el gobierno cubano
restringió —dizque para "defenderse de su enemigo"— los derechos
ciudadanos institucionalizados desde la Constitución de 1901 y ampliados
con la de 1940. De ahí que la sociedad cubana está interesada en que el
fin del conflicto entre ambos gobiernos acabe con la negación de sus
libertades.

En este sentido, las posibles conversaciones son importantes en tanto
puedan generar un escenario que conduzca a este restablecimiento.
Insistir en el canje sin mencionar un asunto tan vital, tiende a solapar
la esencia y el alcance que debe tener el fin de la hostilidad.
Enarbolar el canje significa subirle la altura de la varilla al
presidente norteamericano hasta hacerla insaltable, que es igual que
darle una patada a la posible mesa de negociaciones.

A consecuencia de las cinco décadas de discrepancias, La Habana está
prácticamente fuera de tiempo para revertir el daño sufrido. Cuba es una
nación estancada en todos los campos, con una generalizada inconformidad
ciudadana, una creciente simpatía por las medidas del nuevo presidente
de Estados Unidos y un desacuerdo manifiesto con cualquier intento de
permanecer atado a la confrontación.

El restablecimiento de los derechos y libertades constituye la principal
premisa para salir de la crisis estructural en que la Isla está inmersa
y cuya causa fundamental radica, precisamente, en la ausencia de esos
derechos y libertades en los cuales se sustenta la dignidad humana y la
participación interesada y consciente en los problemas que aquejan a la
nación.

Medidas concretas

En ese contexto, el reconocimiento del fracaso de la vieja política,
tanto por el presidente Obama como por la secretaria de Estado
norteamericana Hillary Clinton, y en consecuencia, la toma de medidas
encaminadas al entendimiento y las negociaciones con el gobierno de La
Habana, constituye una oportunidad que este último no debe ni puede
desaprovechar. Si antes la tesis de "no cambiar nada hasta que el otro
cambie" era absurda, ahora resulta inadmisible.

La declarada disposición a "normalizar las relaciones en un plano de
igualdad", expuesta por Raúl Castro en agosto de 2006 y reiterada en
otras ocasiones, debería comenzar a materializarse con medidas
concretas, como la excarcelación de los prisioneros de conciencia, que
son cubanos y no norteamericanos capturados en combate. A ellos
corresponde decidir dónde desean vivir y gozar del derecho de entrar y
salir de su país una vez que sea liberados.

Cualquier otra salida constituiría una violación de las libertades y un
atentado a la dignidad humana. La liberación de algunos prisioneros
políticos, aunque haya sido con licencia extrapenal, anula cualquier
razón para mantener a otros en prisión por la mima causa. Su
excarcelación sería un gran paso en el camino de la necesaria
reconciliación nacional y una inequívoca señal de voluntad
gubernamental, por encima de intereses ideológicos o políticos. Además,
sería un paso importante de acoplamiento a las normas de derechos
reconocidas internacionalmente y contenidas en la Carta de Naciones
Unidas, lo que legitimaría al régimen ante una comunidad internacional
que ha solicitado reiteradamente la liberación.

No obstante, lo principal es que el gobierno cubano haga gestos
dirigidos a su pueblo, entre ellos ratificar e implementar los pactos de
derechos humanos que fueron firmados en febrero de 2008, y dictar las
disposiciones legislativas internas para hacer efectivos esos derechos
ciudadanos, hoy ausentes.

La normalización de las relaciones con Estados Unidos marcaría el inicio
de la democratización en la Isla.

© cubaencuentro.com

Antes que nada, derechos - Artículos - Cuba - cubaencuentro.com (14 May
2009)

http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/articulos/antes-que-nada-derechos-178050

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