2007-01-07
Osvaldo Alfonso Valdés, Ex Prisionero de Conciencia de la Causa de los
75 y Analista Político de Misceláneas de Cuba
La decisión de la gerencia de uno de los hoteles de la cadena Scandic, 
en Noruega, de no permitir que en el mismo se hospede una delegación 
oficial de Cuba, ha provocado reacciones de protesta en dicho país por 
parte de  diferentes sectores, entre ellos, una organización que lucha 
contra el rasismo.
También entre los argumentos esgrimidos por muchos está la 
inadmisibilidad de la aplicación extraterritorial  de una ley aprobada 
en los Estados Unidos, en este caso debido a que dicha cadena hotelera 
forma parte ahora de otra de propiedad estadounidense.
La aplicación extraterritorial de leyes es un tema sin duda discutible y 
que puede ser considerado por muchos también como  inaceptable. Sin 
embargo, para nosotros los cubanos, para aquellos, que somos la mayoría, 
que sí conocemos la naturaleza del régimen castrista, nos resulta 
chocante la parcialidad de esos que ahora se escandalizan, protestan y 
hasta exhortan a boicotear a la cadena hotelera.
Cabe señalarse que todo representante oficial del Gobierno cubano, 
tratándose de un régimen tan opresivo como el de los Castro, es a su vez 
un cómplice de los males que éste le impone al pueblo. Ellos, los del 
sector del turismo, lo son en alto grado, pues  es la primera fuente de 
ingresos a la economía nacional, ingresos que después de varios años en 
que el país se abrió al turismo, no han servido para mejorar las 
condiciones de vida del pueblo, sino para perpetuar a la dictadura 
totalitaria y su engrasado aparato represivo para el que no se escatiman 
recursos de ningún tipo.
Esos representantes del Gobierno cubano "discriminados", son en realidad 
unos privilegiados en la isla, que a su vez hacen cumplir las directivas 
gubernamentales que discriminan a los ciudadanos del país en su propio 
suelo. En Cuba, para nadie es un secreto que un ciudadano no tiene 
derecho a hospedarse en hoteles "para turistas". Muchos incluso por 
haber sido interceptados en zonas aledañas a dichos hoteles, han ido a 
parar a la cárcel bajo el delito insólito de "asedio al turismo", que en 
realidad no es otra cosa que mantener relaciones o acercarse a 
extranjeros en áreas turísticas.
El sector turístico en Cuba está controlado por los servicios de 
inteligencia cubanos, y la gerencia de los hoteles está en manos de 
antiguos oficiales del Ministerio del Interior y, con certeza, entre los 
que fueron "discriminados" en Oslo, había algunos de ellos.
No hay que descartar que detrás de esas manifestaciones de protesta 
existan tal vez buenas intenciones. Sin embargo, debe haber coherencia a 
la hora de defender principios. ¿Acaso los que ahora promueven  el 
boicot a los hoteles Scandic,  estarían dispuestos a hacer lo mismo con 
los viajes de turistas escandinavos a la isla y que van a disfrutar de 
las bellezas en general, no solo los hoteles, donde al propio pueblo  se 
le discrimina, dejando además dinero que la dictadura no emplea en 
beneficio de esos ciudadanos?
El tema, como siempre, se ha enmarcado en el diferendo entre el Gobierno 
cubano y los Estados Unidos, siempre haciéndose ver que hay una 
intención malsana de los segundos en contra de Cuba. Es ese un enfoque 
superficial del asunto, muy marcado por la propia propaganda del régimen 
comunista. El mismo que culpando al embargo de los problemas y las 
dificultades internas, es el principal responsable de las carencias de 
los habitantes de la isla y en primer lugar de la falta de libertades de 
todo tipo.
Se puede no compartir la práctica de la aplicación extraterritorial de 
las leyes, pero en este caso, es fundamental tener en cuenta, que las 
supuestas víctimas son en realidad victimarios que ahora les ha tocado 
padecer, en tierra extranjera, la misma discriminación a que someten a 
sus compatriotas en su propio suelo.
 
 
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