A propósito de la declaración de la UNEAC
Loly Estévez, Desiderio Navarro, Jorge Luis Sánchez, Francis Sánchez e
Ileana Álvarez.
martes 23 de enero de 2007 19:06:00
Mensaje abierto al Secretariado de la UNEAC
De Loly Estévez
Respetados colegas:
Correo electrónico mediante he podido conocer en parte el intercambio de
criterios suscitado por la aparición en la TV Cubana de un programa
Impronta dedicado a Luis Pavón y la de Jorge Serguera como entrevistado
en La Diferencia.
Desconozco el contenido de los mismos ya que actualmente estoy en España
invitada por el Ateneo "Jovellanos" de Gijón. Confieso mi asombro cuando
en algunos de los mensajes que he recibido vi equiparar a los
mencionados "sucesos" la aparición de Quesada en Diálogo Abierto hace
varios meses. A dos personas amigas que me preguntaron sobre el asunto
les aclaré que se trató de un programa dedicado a evaluar los cinco años
de trabajo del espacio y que en él se incluyó una opinión grabada
previamente a Quesada en su condición de asesor de la Dirección de
Programación de la TV Cubana encargado de Diálogo Abierto y otros programas.
El hecho de que se vinculara la aparición de Quesada varios meses atrás
para referirse a un asunto puntual y técnico, con la inclusión de Luis
Pavón en un espacio dedicado a personas con una obra intelectual
aceptada como capaz de marcar una impronta y con la presencia y
declaraciones de Jorge Serguera en La Diferencia no me extrañó
demasiado: que lance la primera piedra el que alguna vez no se haya
dejado conducir, como Vicente, por donde dice la gente.
Lo que sí me sorprende y motiva a escribir estas líneas es que el
Secretariado de la UNEAC suscriba una Declaración donde admite compartir
"la justa indignación de un grupo" ante tres programas de la TV y
mencione en primer lugar a Diálogo Abierto que, automáticamente, queda
implicado en "expresar una tendencia ajena a la política cultural que ha
garantizado y garantiza nuestra unidad"; en la valoración de la
Presidencia del ICRT de "que en su gestación y realización se habían
cometido graves errores" y en "las torpezas" que pueden ser aprovechadas
para dañar a la Revolución.
Yo me pregunto si se tomaron el trabajo de revisar el Diálogo Abierto
que tan "generosamente" califican. Antes de opinar —y de publicar la
opinión— hay que investigar.
Como directora y fundadora de Diálogo Abierto afirmo que durante seis
años hemos salido al aire respetando a la cultura cubana y a sus
protagonistas. Alimenta nuestro día a día no el Premio en su categoría
recibido por el programa en el Primer Festival Nacional de la TV Cubana
con el tema "¿Dónde está la novísima trova?", ni el Premio Especial
concedido por la crítica en el Segundo Festival (2006) por el espacio
dedicado a "La crítica cultural en los medios"; nuestro difícil bregar
por la compleja tarea de hacer televisión en Cuba respira gracias a los
televidentes que nos respetan y a las personalidades que acuden por sus
medios y afán de colaboración a nuestro estudio para darnos el prestigio
de su presencia y su verbo. Allí han estado Premios Nacionales de
diferentes especialidades, expertos de sobrada categoría, funcionarios
de la cultura y los medios de difusión, figuras consagradas e
intelectuales y artistas que serán protagonistas del futuro. Declaro que
soy feliz por haber estado durante 27 minutos de mi vida junto a
personas que con su existencia y su obra garantizan cultura y unidad.
No he mencionado nombres para no incurrir en olvidos, pero sugiero que
los oficialmente encargados de "valorar" y "declarar" y los que ejerzan
su derecho a opinar pidan criterios acerca de Diálogo Abierto a personas
como Reynaldo González y Miguel Barnet (ellos sí han sido invitados al
programa), quienes lograron convertir en obra de impronta valedera el
tiempo de pesar que les causó una etapa que se simboliza ahora en Luis
Pavón.
Sugiero que no mezclemos lo que —como el aceite y el vinagre— terminará
donde le corresponda según las leyes naturales y sociales.
Sugiero que no se afirme que la indignación es de "un grupo", sino que
se recuerde a Hemingway y a su punta de iceberg.
Sugiero que al ciclo de conferencias programado por el singular y
atinado Desiderio Navarro se una la voz de la doctora Isabel Monal,
quien junto a Fernando Martínez Heredia (y a otros marxistas a prueba de
mediocres, oportunistas y superficiales) podrían recordarnos cuánto
costó al llamado "socialismo real" ignorar los conceptos de Antonio
Gramsci; o el tiempo que dedicó Lenin al debate cultural con el poeta
Mayakovski; o la realización artística en el París de las Vanguardias y
no en el Moscú de la Revolución de Octubre de los talentos apartados por
la ignorancia e irresponsabilidad en cuanto a política cultural de los
que sucedieron a Lenin en la entonces asediada y admirada Unión Soviética.
Sugiero, sobre todo, que no se pretenda poner punto final a un debate
necesario.
De la discusión nace la luz: eso me enseñó mi madre, una señora educada
en un hogar asturiano entre los prejuicios de la primera mitad del siglo
XX, que fue maestra voluntaria, fundadora de los CDR y la FMC y que
decidió casarse con un emigrante gallego, conocido en Morón por su
militancia sindical y comunista ya en los tiempos en que Machado asesinó
al líder obrero Enrique Varona.
Gracias a quienes me hayan leído hasta el final. Y a quienes sigan opinando.
Nos vemos pronto.
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De Desiderio Navarro
Estimada Loly:
Te adjunto la carta que, en respuesta a una que me envió Zenaida Romeu,
hice llegar también a los miembros del Secretariado de la UNEAC y a
otros amigos participantes del (de los) debate(s) suscitados por las
tres repentinas reapariciones, en un corto período de tiempo, de esos
tres nefastos personajes de la política cultural cubana en los tres
programas, con la exclusión de toda mención a los años de Pavón como
Presidente del CNC en un programa sobre su "impronta cultural".
Como verás, allí hablo de numerosas objeciones de mi parte (que
compartió Arturo Arango) a la redacción del documento. Tuve la
posibilidad de exponerlas de inmediato en otra reunión con el
Secretariado, y puedo decirte que entre ellas se hallaron algunas de las
que figuran también en tu Mensaje Abierto al Secretariado de la UNEAC:
—no se trata de un "grupo" de intelectuales que protestan: su carácter
relativamente masivo y su falta de articulación por lazos de amistad,
generación, orientación estética, etc. no permite que se hable de ellos
como un "grupo", sino a lo sumo como "un gran número de" intelectuales;
yo agregué que no se trataba sólo de algunos de "nuestros más
importantes" intelectuales, sino también de muchos otros igualmente o
menos importantes que de inmediato fueron sumando sus voces y razones;
—que la falta de toda mención de la verdadera causa concreta de la
indignación intelectual, o sea, la repentina reaparición de esos tres
nefastos personajes de la política cultural cubana, al cabo de 30 años,
en tres programas televisivos tan cercanos en el tiempo, haría que la
gente, los millones de la calle se preguntaran qué de tan malo había
pasado en esos programas: ¿un intento de otra boda en vivo?, ¿una
indecencia sexual?, ¿corrupción, soborno?, ¿un comentario o chiste
contrarrevolucionario? y así sucesivamente otras tantas preguntas sobre
posibles atentados contra la irreversible política cultural de la
Revolución, dejando así en la sombra la figura de esos personajes y el
significado político concreto de lo ocurrido y colocando bajo un
exclusivo spotlight, sin distinciones, a los equipos de los tres
programas que, en conjunto o no, pudieron haber sido cómplices con
vínculos externos, o meros cumplidores de indicaciones provenientes de
niveles superiores (lo que la gente se inclina a creer en tu caso), o
torpes ignorantes con iniciativa e ingenuidad (lo cual casi nadie cree
en el caso de Impronta y de La diferencia).
Lo que sí no pude dejar de decirle personalmente al Presidente del ICRT
es que no creo en el descontrol como explicación de los tres incidentes,
pues tengo más de una experiencia personal para saberlo: como
recordarás, cuando me invitaste amablemente a participar en el programa
Diálogo abierto en una discusión sobre la cultura masiva —tema sobre el
que tanto he escrito y hablado—, se te puso como condición que yo no
participara en el programa en vivo, sino que mi intervención fuera
grabada tres días antes para que fuera revisada, eventualmente aprobada
por instancias de dirección y sólo después yuxtapuesta mecánicamente al
diálogo en vivo de los otros tres participantes (Julio García Espinosa,
entre ellos), a lo cual, por supuesto, me negué, indignado. Control es
lo que se sobra en el ICRT para todo lo que no sea racismo, homofobia,
burla de los defectos físicos de las personas, culto yanquifílico de
Oscares, Grammys, MTV, etc. como instancias supremas de valoración
artística mundial; nostalgia del kitsch prerrevolucionario, culto del
abolengo y los linajes artísticos, ideología New Age en sus diversas
manifestaciones, culto de los millones ganados en contratos, taquillas o
subastas, y de la fama mediática, como criterios de éxito artístico;
defensa militante de la banalidad desde el relativismo y el consumismo
neoliberales, y muchos etcéteras.
Pero, tal como en los 70 estar en el CNC no significaba compartir su
política cultural (yo mismo trabajé en él entre cesantía y cesantía), sé
que tampoco estar hoy en el ICRT es aprobar toda esa política o, si se
prefiere el eufemismo, ese descontrol.
Recibe mis saludos cordiales y mis deseos de éxitos en tu estancia
gijonense.
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De Francis Sánchez e Ileana Álvarez
Secretariado de la UNEAC:
Ahora no sería honrado quedarnos callados. No nos sentimos identificados
con el espíritu y la letra de la Declaración que han hecho pública, por
su pobreza de miras. Lejos de aclarar, confunde.
La UNEAC es tan responsable como cualquier otro nivel de
institucionalidad en la política cultural, su gestión dentro del tramado
de esa política es un puntal del que depende en alto grado cómo sintamos
sus miembros mayor o menor respaldo. Se ha descuidado la
representatividad de las diferencias, necesidades y aportes de los
intelectuales cubanos.
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De Jorge Luis Sánchez
Un grupo se reúne adentro, discute y analiza. Otro grupo, mayor, desde
afuera, sigue, con más o menos información cibernética, el resultado de
lo que aquellos discutieron adentro.
Como en las malas películas americanas de la Tanda del Domingo,
pareciera que con la declaración de la UNEAC ya está todo resuelto. Es
disimuladamente conclusiva. No me satisface. No me siento representado
en ella, a pesar de que no soy miembro de esa organización.
Mientras, la TV, que toda llena de incoherencias censura Fresa y
Chocolate, entre otros filmes producidos por la Política Cultural
vigente, filme que sí le aportó, no ya a la cultura, sino a la sociedad
toda, haciéndonos menos medievales, nuestra TV sigue con su particular
Política Cultural, que en su generalidad, no es más que la aplicación
histórica de la no Política Cultural. Recuérdese que lo que no sale en
la televisión de este país, sencillamente, no existe. No es.
Mientras, se sigue aplicando sobre la herida (el conflicto), un
esparadrapo (la Declaración), que carece de exigir una eficiente
solución, por lo que se convierte en un paliativo, o algo así como una
respuesta metodológicamente vieja, ineficiente, e insatisfactoria.
Pienso que la UNEAC debió exigir. La TV responder. En este caso, la TV
respondió por boca de la UNEAC, para uno quedarse definitivamente
frustrado, y más confundido.
Entonces se repite la jodida práctica de publicar una Declaración, que
de cara al pueblo, está incompleta, destinada a ser interpretada por
videntes, pues omite cualquier cantidad de datos y se disuelve en su
generalidad.
En Centro Habana me han preguntado qué fue lo que pasó, y me da fatiga
resumir lo que ha estado sucediendo todos estos días, todos estos años,
todas estas décadas. Paradoja, pues para la mayoría de los cubanos, a
los que se les sigue diseñando la existencia para vivirla pendiente del
televisor, no saben qué fue lo que pasó en los tres programas
televisivos citados por la Declaración.
La serenidad no debería relacionarse con la aplicación de soluciones
viejas a problemas viejos, y nuevos. Sintonicé rápidamente que alguien
dijera, públicamente, más o menos, que de justificaciones ya está
cansada la revolución.
Nunca una torpeza será solucionada con otra torpeza.
A menos que se quiera dar una señal de tranquilidad hacia el exterior,
menoscabando el interior. Otra vieja práctica.
Desde que nací los grandes y esenciales debates de la cultura de mi país
se siguen postergando, argumentándose una frase conservadora, machacona
y desgastada: Este no es el momento.
¿Y cuándo será?
La Declaración pudo haber sido una mejor señal. No basta que escriban
que la Política de la Revolución es Irreversible. ¿A qué exigencias
apelar cuando esté amenazada esa garantía? ¿A qué figura histórica? ¿A
dónde? ¿A una Declaración? ¿A una autocrítica? ¿Ya? …Bue, será porque
las penas se agolpan unas a otras, y dijo Sindo que por eso no matan.
¿Seremos eternamente hijos de los contextos? Ingenuo, me dijo alguien,
que entre los ochenta y principio de los noventa, dio bastante dolores
de cabeza a los artistas… Recordar el filme Alicia en el pueblo de
maravillas.
Dirección URL:
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posito-de-la-declaracion-de-la-uneac
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