Yosvani Anzardo Hernández
Bitácora Cubana, 1 de enero de 2006 - Holguín, Cuba
El ruido de las explosiones lo despertó. Eran las 4:00 de la mañana del 
10 de diciembre del 2006. Parecía una burla, y de hecho lo era. José 
Antonio Ripol hace tiempo que perdió la capacidad del asombro.
En el Día Internacional de los Derechos Humanos, el gobierno decide 
llenar las calles del país de bombas de humo y sonidos infernales. Lanza 
armas y carros blindados por todas partes, la excusa: el día nacional de 
la defensa. La realidad: intimidar al pueblo.
Los medios de difusión nada dicen de la efeméride. Sin embargo pasaron 
el día hablando de la supuesta preparación del pueblo para la defensa, 
pues según los mandos militares, la guerra, es inminente.
El jefe del ejercito oriental, General de cuerpo de ejercito Ramón 
Espinosa Martín, comenta en televisión sobre la importancia de la 
participación popular. José Antonio recuerda el día en que lo vio en 
casa de Marcos Antonio Ricardo Pupo, Marquito –como todos le dicen–, 
quien ese día había perdido a su madre y a sus hermanas en un accidente 
donde murieron 62 personas, todas del mismo pueblo, y el general le 
ofreció durante el velorio, construir la casa.
Los años pasaron y nunca más apareció el general y su gente. Marcos 
decidió hacer su casa por sus medios, y para ello debía conseguir 
dinero, pues el Poder Popular, también le negó la ayuda.
La transportación de azúcar a granel le ha dado mucho dinero a mucha 
gente, pero a Marcos sólo le dio cinco años de prisión en Playa Manteca, 
de los cuales ya ha cumplido dos.
Es nuestro deber más sagrado no ser insensible ante el dolor humano. 
Existen sus derechos porque es un deber de la especie defenderse de sí 
misma. Los cubanos no podemos seguir esperando extinguir a los asesinos 
asesinándolos, como hace el gobierno. Es como pretender acabar con los 
caníbales comiéndonoslos. Permitir impasible el abuso es la más efectiva 
forma de abusar.
En Cuba el pueblo vive de lo que logra arrebatarle al Estado y el Estado 
vive, de lo que no le da al pueblo y hasta de lo que le quita. Las 
cárceles están llenas de jóvenes menores de 28 años como Marquito, y 
todo, porque toda persona que trabaja no tiene derecho a una 
remuneración equitativa y satisfactoria como la estipula la Declaración 
Universal de los Derechos Humanos, por lo cual, nuestro deber es 
defender el derecho que se nos niega a casi todos los cubanos por igual, 
para que en el futuro no vayan más Marquitos a la cárcel, por no tener 
donde vivir.
Agencia de prensa Jóvenes sin censura (El gobierno cubano le niega a 
esta agencia su reconocimiento legal).
http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=3672
 
 
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