El cubano y la candela (II parte y final)
Oscar Mario González
LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - Hemos reflexionado sobre
algunos aspectos que evidencian actitudes pirotécnicas en el cubano.
Pero la proclividad del criollo a lo ígneo, se refleja vivamente en el
habla cotidiana, donde se apela a la fraseología incendiaria con el uso
de ardientes vocablos.
Así pues, del tipo que enloquece o se le cruzan los cables por tomar al
socialismo con excesiva seriedad, y no tirar un poco la vida a relajo,
se dice que está "fundido", o que se "fundió". Hasta cuando se trata del
tema culinario se manifiesta el fogoso carácter del cubano. Si una
comida, por nutritiva que sea, no pasa por el fuego, se considera ligera
golosina, pues hay que comer caliente, o de lo contrario uno está "fuera
de caldero".
De la persona ingeniosa, y que pese al laberinto de dificultades y
prohibiciones propias del sistema, se las agencia para vivir mejor que
otros, se dice que tiene tremenda chispa. Si su éxito es palpable y
logra echarse en el bolsillo al jefe del sector policial y al delegado
del Poder Popular, puede recibir el máximo galardón de la vida.
Aunque en Cuba se consideran secreto de estado las estadísticas sobre el
suicidio, son numerosos los compatriotas (principalmente mueres) que
ponen fin a su existencia dándose candela. Forma de morir que se
incrementa por falta de soga y tinta rápida.
Del individuo que tiene un modo de vida más o menos aceptable gracias al
"invento" y la maroma, y a su habilidad para "cogerle la vuelta al
sistema", y que es sorprendido de pronto, y va a parar a la calle o al
calabozo, se dice que se incineró, o que está "envuelto en llamas".
Cuando el marido es sorprendido por la mujer haciendo de las suyas en
patio ajeno, se dice que "está en llamas". Igual sucede cuando la
sorprendida es la mujer, lo que es muy frecuente en estos tiempos de
igualdad entre los géneros.
Al niño demasiado inquieto se le identifica con "una bola de humo".
También se aplica a esas mujeres que le arman un escándalo a cualquiera,
o que enredan a María Santísima por un excesivo abuso de la sinhueso.
De la mujer demasiado libidinosa se suele decir que es un "reverbero".
Las féminas, por su parte, identifican al hombre muy sensual como
"soplete". De manera general, los que viven en barbacoas califican sus
"domicilios" como hornos, y al país como un infierno.
Puede afirmarse que la mayoría de los habitantes del archipiélago
coinciden en que "la cosa está que arde". Tal vez un poco más de lo que
estuvo Bayamo aquel legendario 12 de enero de 1869.´
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